Riquelme no puede entrar en prisión por falta de personal

El autor del crimen de la botellona vivió este jueves una experiencia surrealista cuando pretendía entrar en la cárcel de Sevilla-I para cumplir la condena que le ha impuesto el Tribunal Supremo. Óscar Riquelme -condenado a doce años y medio por matar al joven de 23 años Francisco José Guerrero Vargas en una fiesta de la primavera celebrada en el Charco de la Pava en la primavera de 2011- se desplazó este jueves hasta la prisión para ingresar voluntariamente en ella, sin esperar a que se le agotara el plazo legal otorgado por la Justicia para entrar en la cárcel. Lo hizo sobre las ocho de la tarde en compañía del abogado que lo ha defendido desde el inicio del proceso, Álvaro Pimentel Siles.

Sin embargo, cuando llegaron al control de entrada, un funcionario les indicó que no había nadie en ese momento para tomarle una fotografía y cumplimentar su ficha de ingreso, por lo que les pidió que volvieran al día siguiente a las diez de la mañana. Tanto el condenado como su abogado se quedaron completamente sorprendidos por esta petición y se vieron obligados a regresar a sus domicilios. Riquelme volvió a su casa de San Juan de Aznalfarache, donde pasó la noche.

Finalmente, su abogado ha informado este viernes de que ha sido sobre las 11:00 horas de este viernes cuando Óscar Riquelme se ha desplazado hasta la prisión de Sevilla-I para ingresar en ella de forma voluntaria y sin esperar a que la Justicia lo apremiara a ello, lo que aún no se había producido.

Al hilo de ello, el letrado del condenado ha informado de que la próxima semana tiene previsto elevar ante el Tribunal Supremo un incidente de nulidad contra la sentencia, tras lo que, en caso de ser rechazado, que es lo más probable, acudirá en amparo ante el Tribunal Constitucional.

Riquelme fue condenado recientemente por el Tribunal Supremo, que anuló la absolución decretada por el Tribunal Superior de Justicia de Andalucía (TSJA) y le impuso la misma pena que la Audiencia de Sevilla después de ser declarado culpable por un jurado popular.