Suspendido 'in extremis' el desalojo de unos inquilinos en San Jerónimo

La orden de desalojo venía ordenada por las deudas de los caseros pese a que la familia afectada había pagado 3.000 euros por alquilar un año un piso. Los agentes judiciales no han acudido finalmente.

El juez suspende el desahucio de una familia en San Jerónimo
El juez suspende el desahucio de una familia en San Jerónimo
Diego J. Geniz

21 de noviembre 2012 - 10:03

Suspendido in-extremis el desalojo de una familia, con dos niños pequeños, que estaba ordeando para este miércoles a las 9:00 pese a que dicho matrimonio había pagado 3.000 euros de alquiler del piso por adelantado y no se cumplía el contrato hasta abril. El desajolo se había ordenado por las deudas de los caseros de la vivienda que "no dan señales de vida", según aseguran los inquilinos. Aproximadamente 300 personas se han concentrado a las puertas de la vivienda donde finalmente no han acudido los agentes judiciales por lo que el Juzgado de Primera Instancia número 5 de Sevilla, a través del departamento de Servicios Comunes, habría confirmado la "suspensión" del desahucio.

El Juzgado de Primera Instancia número cinco, de cualquier modo, había ordenado el desalojo de la vivienda en cuestión a primera hora de este miércoles a cuenta del conflicto que rodea al pago de la hipoteca. Dado el caso, más de 300 personas se habían concentrado a las puertas del número diez de la calle Sábalo para respaldar a la familia de Lucía Nieto. Pasadas las 10:00 horas, y dada la incomparecencia de los agentes judiciales encargados del desahucio, la familia ha contactado vía llamada telefónica con la mencionada instancia judicial para conocer el estado del procedimiento.

Lucía Nieto, de 25 años, no dio crédito a la notificación que recibió hace tres semanas. Esta joven vive con su pareja, José María Vílchez, de 27 años, y con los dos hijos de ambos (de 6 y 4 años), en un piso de mediados del siglo pasado en San Jerónimo. En abril pagaron 3.000 euros por un año de alquiler de este inmueble. A principios de noviembre les llegó una carta en la que se anunciaba el embargo de la vivienda por el impago de sus propietarios. El lanzamiento se producirá hoy, a las nueve de la mañana, cuando esta familia puede quedarse en la calle y no disfrutar de cuatro meses de arrendamiento que ya han abonado. El casero sigue sin dar "señales de vida".

"Pagué un año entero y en efectivo a los caseros porque en ese momento tenía dinero. Sabía que pronto los dos íbamos a estar en el paro y surgirían las dificultades para pagar el alquiler. Así me garantizaba, al menos, un techo por 12 meses", explica Lucía Nieto. El estado de nerviosismo en el que vive desde que le "dieron" la noticia le ha afectado "psicológicamente". "Ahora sólo recibimos cada uno 426 euros de ayuda, un dinero que se nos queda en 300 euros, porque estamos pagando todavía un coche que ya no disfrutamos al quedar destrozado en un accidente", aclara esta joven.

La situación de esta familia se ha visto agravada en los últimos meses. Su pareja perdió el empleo. "Le pagaban 800 euros en un gran almacén. Cuando iban a hacerlo fijo lo echaron porque se enteraron que compatilizaba este empleo con el reparto de pizzas, ya que para alimentar cuatro bocas no teníamos suficiente con ese sueldo", detalla Nieto, quien también perdió su trabajo de teleoperadora.

El desempleo provocó que ambos se mudaran de piso al ser imposible pagar los 500 euros de alquiler del anterior inmueble. A ello se une la agorafobia (miedo a los espacios abiertos y vacíos) que sufre Nieto, lo que le obliga a estar siempre cerca de algún familiar, motivo por el cual decidió mudarse al mismo bloque donde vive su madre. "También favoreció el hecho de que el alquiler fuera bastante barato, al ser un piso muy antiguo". El estado en el que se encontró su vivienda fue casi ruinoso. Realizaron muchas obras para hacerlo habitable. A la hora de amueblarlo contaron con la ayuda de familiares y de las Hermanas de la Cruz.

Pese a todas las dificultades, la familia vivía con cierta "tranquilidad" al conformarse con tener garantizado un techo, al menos, hasta abril, cuando expiraba el contrato de alquiler. Sin embargo, esta "única suerte" también se acabó hace tres semanas al recibir la notificación del embargo del piso por la deuda contraída por sus propietarios. La pareja se puso de inmediato en contacto con la entidad bancaria que se quedará con el inmueble. "Estaba dispuesta a pagar el débito. Mi marido cuenta con el grado superior de cocina y es muy posible que dentro de poco consiga un trabajo, por lo que me arriesgué a dar el paso, pero cuando me dijeron que había que abonar 230.000 euros descarté quedarme con el piso".

Desde entonces hay preguntas sin responder. Por un lado, el propietario "no da señales de vida", al parecer está en el País Vasco, pero no les atiende al teléfono. Consideran que les engañó al no decirles el débito pendiente, una cantidad que consideran "desorbitada" por un piso antiguo. Por otro lado, la entidad bancaria tampoco se ha reunido con ellos para ofrecerles una solución.

La pareja pensó incluso en convertirse en "ocupas". "No estoy dispuesta a dejar un piso por el que he pagado. Volveré a él aunque lo precinten", manifestó antes de conocer que finalmente no serán desalojados.

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