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calle rioja

Por Tarantos, Soleás y Bulerías

  • Urbano. En las bodas de oro del Polígono de San Pablo, una persecución policial en este barrio se escenifica hoy en el Teatro Central, escenario de las bodas de plata de la Expo 92

Pedro G.Romero, en la plaza donde sitúa la historia 'El winstonero'.

Pedro G.Romero, en la plaza donde sitúa la historia 'El winstonero'. / Belén Vargas

Tarantos. Seguirilla. Soleá. Bulerías. Caña. Estos palos del flamenco son nombres del callejero del Polígono de San Pablo en los que el 27 de noviembre de 1994 se vivió una trepidante persecución policial. Ésa fue la génesis de El winstonero, la historia que a partir de ese asunto ha trenzado Pedro G. Romero (Aracena, 1964) y que hoy se revivirá con los mismos palos que pueblan remitentes y destinatarios de Correos en el Teatro Central, ciclo Flamenco Viene del Sur.

En las bodas de oro del Polígono de San Pablo, este barrio se cuela en las bodas de plata de la Expo y uno de sus principales contenedores culturales. "La historia se confunde", dice Pedro G. Romero, "los artistas de Triana primero se fueron al Polígono San Pablo, lo del Polígono Sur fue posterior". En esa prehistoria, los primos Juan José y Raimundo Amador y el tema Dame Veneno como hit de la barriada.

El indio de Kansas City señala el camino. Por la Avenida El Greco, vecino de calles que tienen por nombres cuadros de Murillo y Velázquez, empiezan a abrirse los nombres artístico del barrio A del Polígono: Sevillanas, Cartagenera, Malagueña, Garrotín. La plaza de los Tarantos donde empezó la persecución por un alijo de tabaco rubio americano se llama como la película que dirigió Rovira-Beleta con Carmen Amaya y Antonio Gades.

Entre iglesias futuristas decoradas por Santiago del Campo y el sky line de las afueras de antaño, el cielo donde no gobiernan los canónigos, la vida fluye paralela a la muerte: ayer mismo se produjo una muerte por infarto donde las calles Carcelera y Tanguillos se cruzan con la Avenida de la Soleá. Toda la toponimia del barrio remite al cante, el toque y el baile, una pura Bienal cotidiana. Churrería Flamenco, Bar La Alegría donde despacha una mujer que vino al barrio A de los flamencos del barrio D de los toreros, "el Coca-Cola". De Curro a Camarón, puntales del fallido proyecto de Távora en el 92.

Le fascina a Pedro G. Romero este tránsito "de la Ciudad Jardín a la ciudad Polígono" que le lleva a Le Corbusier, "que no habla de calles, sino de espacios rodeados por edificios, pero algún nombre hay que ponerles para no marear a los carteros". Además de El winstonero, con Antonio Moreno, el Central vivirá en el espectáculo Al Golpe otras dos historias ambientadas en el Polígono San Pablo: Los gamberros y El insumiso, donde se revive un episodio castrense de la guerra de África de Chacón y el Mellizo..

Horas después de la presentación en el Central, Romero irá a Nueva York y prepara nuevos proyectos: Máquinas de Vivir, "como llamaba Lorca a las casas de Le Corbusier", y presencias en Atenas y la Dokumenta de Cassel con El Niño de Elche e Israel Galván. Está en el año Murillo con un proyecto de Luis Montiel.

"Rodeado por la Policía, agotado por la carrera...". Así terminó el winstonero en aquella carrera contra el destino que inició en la plaza de los Tarantos y acabó en la de la Caña. Muy cerca del indio que vive en la reserva de la Avenida Alcalde Manuel del Valle, que fue vecino del Polígono.

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