Entre el más acá y el más allá

Calle Rioja

Regla Contreras, casi octogenaria, se da un baño de juventud con un libro de tributo a seres queridos con el que llenó de público y de emoción la librería La Isla de Papel

Regla Contreras, firmando un ejemplar de su libro.
Regla Contreras, firmando un ejemplar de su libro. / Juan Carlos Muñoz

COMO una reina. Regla Contreras Rodríguez-Jurado presentó ayer su segundo libro, Desde el más acá (Samarcanda), y le quitó un buen puñado de público a Eduardo Mendoza, que a la misma hora presentaba El rey recibe en Sevilla. Para algo sirven las familias numerosas. En la librería La Isla de Papel, en la Puerta Osario, se dieron cita, amén de muchos amigos, lectores, familiares y allegados, cinco de los nueve hijos de la autora. Regla nació el 12 de agosto de 1939, el día que vuelvan a bailar las Perseidas cumplirá ochenta bien vividos años.

Fue una presentación nada convencional, como tampoco lo es la autora, que para su anterior libro, Mejor nos atrevemos, utilizó en la portada un fragmento de una foto de un pastor de gansos que hizo en un viaje a Bali con Gloria Rodríguez, la excelente fotógrafa y la mayor de sus nueve hijos. que regenta en los Remedios un consulado del buen gusto llamado El desván de Bartleby, un título muy de Vila-Matas.

La regla de nueve es múltiple de tres, con lo que el éxito estaba garantizado. De su prole estuvieron Pepe, un sevillista que sacrificó la goleada de su equipo al Standard de Lieja, Regla, una de las mellizas, piragüista de postín, Luis (Yusuf), capitán de la Marina destinado en Gibraltar, Ángela, representada por su esposo, Juan Inciarte, en la presentación, y Juan, el octavo, conductor de autobuses de Tussam y coleccionista de conciertos de los Rolling Stone. En los últimos meses los ha visto en Estocolmo, Munich y Praga el 4 de julio. Faltaron Macarena, Manolo y Javier.

El acto tuvo toques de humor anglosajón. El libro lo presentó el yerno de la autora y entre el público estaban la viuda del prologuista, Ignacio Darnaude Rojas-Marcos, y la madre del editor de Samarcanda, Daniel Pinilla. “Estoy aquí como amiga de la autora”, decía María del Rosario. Mari Luz, viuda de Ignacio, no ocultó su emoción cuando Regla recordó a su marido en primera fila cuando Emilio Carrillo le presentó su anterior libro en el Círculo Mercantil.

La autora goza de un humor envidiable. Temía que la voz le traicionara, “no sé si ha sido el aire acondicionado o los nervios”. O el ruido de la frenada y los embragues del 15, el 27 o el 32, esos paquidermos que conduce como timones de barco su hijo Juanito y que pasaban por la Puerta Osario como líneas de un cartón de bingo. “Si fuera un tertuliano diría dicho lo cual...”. Agradeció la presencia de tanta gente, en especial la de su amiga Victoria, que vino en tren desde Valencia, se releyó los dos libros de su amiga en el trayecto y leyó en público una de las páginas. “Lo que más valoro es el tiempo, dicen los ingleses que es oro, para mí vale mucho más”.

No le gusta repetir las cosas “porque no me gusta que me las repitan”, pero volvió a contar la noche que pensó en Ignacio Darnaude, el ufólogo más divertido de la galaxia, el autor de su prólogo, y a la mañana siguiente la llamaron para decirle que Darnaude había muerto. “Ignacio (Chachi) nos va a ayudar más desde el más allá que desde el más acá”. Al autor del prólogo le gustaría lo que dijo a continuación: “El más allá no es una distancia lejana, es una dimensión que se diferencia de la nuestra por la frecuencia de las vibraciones”. Una dimensión “sin egos, sin timideces, sin prejuicios”.

El libro, advirtió su autora, “ha tenido detractores y detractoras, porque ahora hay que hablar en femenino”. “Se me acusaba de que es una biografía. Niego la mayor. No soy nada importante para escribir mis memorias. Tampoco es una novela. Son cinco relatos, cinco elegías, monólogos que mantengo con cinco seres muy queridos. No son diálogos porque nadie me ha contestado desde el más allá”. Aunque a veces ha tenido la impresión de que se lo dictaban. “Cada monólogo lo he escrito de un tirón”. Gloria bendita, allí estaban su hija Gloria y su amiga Gloria, que elogió el realismo de que hace gala la autora del libro. “Es que lo vives, estás en Chipiona, ves a su bisabuelo”. Regla defiende su territorio narrativo. “Escribir me sale mejor que hacer una cama”.

Dijeron del libro que es un tratado de amor “y de física cuántica”. El yerno presentador dijo que plantea preguntas universales: “¿qué hacemos aquí?, ¿para qué hemos venido?”. Preguntas sin respuesta para náufragos de esta Isla de Papel. Entre el público, el abogado Miguel Cuéllar, a cuyo padre, Adolfo Cuéllar, abogado, bético y candidato conservador de Izquierda Unida al Ayuntamiento, primo de la autora, le dedica la autora uno de los relatos “in memoriam”.

Tiene ojos de Carmen Martín Gaite y templanza de Patricia Highsmith. Regla Contreras recibió parabienes de propios y extraños, en La Isla de Papel vendió ayer muchos más libros que Eduardo Mendoza y también que Jöel Dicker o el sueco Henning Mankell, al que alguna vez ha fotografiado su hija Gloria en una de las visitas del escritor a Madrid. Pusieron dos sillones para la presentación, pero la autora permaneció de pie todo el rato. Habló sin notas, “las palabras traicionan”. Hizo el sillón para no hacer la cama.

En el exterior, seguía el flujo de autocares. Metáfora de la literatura: freno, embrague, acelerador. Arranque, cambio de registro, parar en seco, a no ser que los textos te los dicten tus personajes desde el más allá, el gran hallazgo cortazariano de este más acá cuyos capítulos se pueden leer sin orden ni concierto, como los de Rayuela. El libro fue un homenaje al prologuista. Un epílogo donde la madre Coraje estuvo rodeada de nietas y sobrinas.

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