Una colina de 5 metros de altura 'cobijará' la memoria y los restos del antiguo barrio
La urbanización incluye una lámina de agua para representar la presencia histórica del antiguo cauce fluvial del Tamarguillo
Uno de los rasgos más significativos del nuevo proyecto urbanístico que persigue la reconstrucción integral de la antigua barriada de Regiones Devastadas, situada en la Ronda del Tamarguillo, es su vocación simbólica. Casi se diría que poética. Pretensión que se concreta en dos singulares dotaciones artificiales: una colina de 5 metros de altura que funcionará como elemento estelar de la propuesta de urbanización; y la creación dentro de la futura plaza pública que se configurará junto a los nuevos bloques residenciales de una lámina de agua. O lo que es lo mismo: un lago artificial.
Ambos elementos buscan conectar de alguna manera con el pasado de esta zona de Sevilla, condicionada primero por la presencia del antiguo cauce del río Tamarguillo -ya soterrado, causante de las últimas grandes inundaciones que se vivieron en Sevilla a mediados del pasado siglo- y, después, por la proliferación de toda una serie de promociones residenciales de auxilio social promovidas por el entonces régimen dominante, el franquista.
Ambos factores son los que explican la configuración urbana de buena parte del sector Este de Sevilla. Los dos han sido incluidos por el equipo ganador del concurso de ideas dentro del proyecto de reconstrucción de Regiones Devastadas para que la nueva urbanización de Emvisesa no nazca en realidad de cero, sino que contemple una parte de la memoria urbana de la Sevilla extramuros.
Quizás el elemento más significativo sea la colina. La propuesta del equipo técnico que ha ganado el concurso es que con parte de los restos de la demolición del barrio se construya este hito paisajístico. El derribo de Regiones de Devastadas, acometida sobre aproximadamente el 50% de los antiguos bloques residenciales, permitiría, si la decisión se toma ahora por parte de los responsables municipales, acumular suficiente material para configurar la colina. Su aspecto, en todo caso, será verde: su diseño plantea que se recubra con un manto de vegetación, ya que su uso habitual será el propio de una zona libre.
El segundo hito es el lago. Los técnicos plantean su construcción no sólo por su carácter de evidente referencia histórica -el Tamarguillo-, sino porque consideran que mejorará la calidad ambiental del futuro espacio público, que se completará conservando la vegetación existente y plantando nuevos árboles de porte suficiente para suministrar a la plaza zonas de sombra y estancia. Los ganadores del concurso incluso le han puesto nombre al ágora: Plaza del Tamarguillo. Paradójicamente, en esta parte de Sevilla no hay ninguna plaza consagrada al elemento geográfico que más ha condicionado el devenir del Oriente de Sevilla. Al igual que la citada colina artificial, el lago busca reforzar la identidad de la nueva urbanización para que actúe como nuevo centro de esta parte de la ciudad. Algo lógico si se tiene en cuenta que junto a las viviendas de protección oficial la presencia comercial será bastante intensa: el citado edificio terciario y, además, los bajos de los edificios, que serán espacios para la venta al por menor.
La apuesta por la sostenibilidad, que vertebra todo el proyecto, se plasma en lo que se refiere a este estanque en su sistema de abastecimiento: los técnicos han diseñado un mecanismo para que las aguas procedentes de los bloques residenciales, recogidas en una red independiente, pueda ser reutilizada tanto para regar las zonas comunes como para abastecer la plaza y el estanque. Un sistema basado en la herencia en los antiguos aljibes.
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