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Detectan amianto en las parcelas de los huertos del Parque del Guadaíra

  • División entre los hortelanos ante la propuesta del Ayuntamiento de echar de 20 a 25 centímetros de tierra sobre todos los huertos

  • Otros hortelanos piden el cierre de los huertos y su traslado a otro lugar del parque

  • Al ser residuos peligrosos, se ha pedido a la Junta que decida qué medidas hay que tomar para garantizar la salud de los hortelanos   

Los huertos del Parque del Guadaíra que cultivan 78 hortelanos.

Los huertos del Parque del Guadaíra que cultivan 78 hortelanos. / Juan Carlos Muñoz

Los huertos del Parque del Guadaíra contienen amianto por la presencia de restos de uralita en una tierra que antaño acogió un vertedero. Así lo ha certificado el Ayuntamiento de Sevilla en un reciente estudio encargado a la única empresa homologada para amianto en Andalucía, situada en Málaga. El análisis se realizó en septiembre con una recogida de muestras de algunas parcelas donde ha aparecido uralita y los resultados se han conocido este mismo mes de febrero. El hallazgo afecta a los 78 hortelanos adjudicatarios de los huertos.

El amianto es peligroso cuando se respira, pero no se transmite a los cultivos. Es diferente a los metales pesados, que sí se transmiten a los cultivos. La solución que da el Consistorio es traer tierra vegetal para extender una capa de 20 centímetros sobre toda la superficie de los huertos, y así evitar teóricamente el contacto con el amianto por parte de los hortelanos. El Ayuntamiento mantiene que la uralita se halla enterrada a más de 30 centímetros y que esa capa nueva de tierra supondrá ampliar a 50 centímetros la tierra sin uralita.

La solución municipal, sin embargo, ha causado una profunda división de opiniones entre los hortelanos. La alternativa de la capa de tierra ha sido aceptada por la dirección de la asociación de hortelanos del Parque del Guadaíra, pero no contenta a todos los usuarios de los huertos.

Un grupo de hortelanos reclama medidas que garanticen a medio y largo plazo una protección de la exposición al amianto. Piden como solución alternativa que se trasladen los huertos a otra zona del parque que no haya sido antes usada como vertedero, por ejemplo, la zona más cercana a la avenida de la Raza, junto a Heliópolis y a la avenida de Italia, en Los Bermejales.

El caso se ha puesto en conocimiento de la Junta de Andalucía, administración responsable en la gestión de residuos peligrosos, para que esta indique al Ayuntamiento qué medidas hay que tomar para garantizar la salud de los hortelanos y si recomienda analizar los suelos para ver si existen también metales pesados.

Los argumentos en contra de echar tierra

Muchos hortelanos se oponen a la capa de tierra que quiere echar el Ayuntamiento porque no es lo suficientemente segura y supone un riesgo grave para la salud de todos. Arar o laborear un huerto con partículas de amianto afecta al hortelano que mueve esa tierra y a todos los huertos, pues las partículas permanecen en suspensión largo tiempo y se desplazan con el viento. Dado que las partículas en suspensión de amianto pueden ser inapreciables, estar un día en los huertos no es problema, pero sí lo es permanecer allí 5 horas a la semana durante varios años.

Otro de los argumentos en contra de echar una capa de tierra es que hay abundantes trozos de uralita a mucha menos profundidad, en algunos casos a 15 centímetros. El Ayuntamiento presupone que la uralita se encuentra enterrada a más de 30 centímetros de profundidad, por lo que si se añaden 20 centímetros más de tierra de fuera, habría 50 centímetros de tierra no contaminada sobre la capa de escombros.  

Además, los reticentes a echar tierra argumentan que hay amianto más superficial que a 30 centímetros de profundidad, ya que el suelo de los huertos está labrado y volteado por lo que muchas partículas podrían estar en la superficie. Así pues 20 centímetros de tierra no sería suficiente para aislar el amianto. A ello se añade que los trabajos de laboreo constante que necesita un huerto precisan de 40 centímetros de profundidad de suelo no contaminado para sembrar patatas, tomateras y las cebolletas pueden profundizar 25 centímetros. Hay muchos hortelanos que trabajan la tierra en surcos, y eso implica labrar la tierra al menos a 20 cm. de profundidad.  

Otro argumento contrario a echar tierra apunta a que la uralita puede estar ya partida o en trozos minúsculos en la tierra y no se percibe por parte de muchos hortelanos porque muchos han arado con la mula mecánica al principio y sucesivas veces. La uralita enterrada es un material ya muy degradado y se desintegra con mucha facilidad, lo que es aún más peligroso.

La expansión de esta capa de tierra a los caminos con el paso de los años es otro argumento contrario a la opción municipal, ya que los huertos están a un nivel superior a los caminos. La presencia de grama en los huertos, una mala hierba con raíces muy profundas que hay que quitar de raíz para poder sembrar, se añade como otro argumento. Si el suelo tiene amianto, no pueden quitar la grama.

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