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tribuna de opinión

2023, un año para Don Fadrique

  • El autor destaca que este año se cumplen 800 años del nacimiento Don Fadrique, que nació en Guadalajara en 1223, y algunos de los aspectos de su vida están deformados por la leyenda

Vista aérea de la torre de Don Fadrique

Vista aérea de la torre de Don Fadrique

Este año han concluido los actos conmemorativos de los 800 años del nacimiento de Alfonso X el Sabio, que se han cerrado con una magnífica exposición en el antiguo Convento de Santa Clara. Este edificio, entre sus muros, aún conserva numerosos vestigios del personaje que nos ocupa, que no es otro que el infortunado hermano de Alfonso, el infante don Fadrique. Y no terminan aquí las coincidencias pues, en este año, se cumplen también 800 años de su nacimiento, dado que nació en Guadalajara, a finales de agosto de 1223. Buena ocasión esta para recordar algunos aspectos de su vida, muchas veces deformados por la leyenda.

Su madre, Beatriz de Suabia, nieta de Federico I Barbarroja, y prima del entonces emperador del Sacro Imperio Romano Germánico, Federico II Hohenstaufe, pretendía que, a su muerte, Fadrique heredase el condado de Suabia. Por esta razón, y sin cumplir aún los 17 años, fue enviado a la corte imperial, al sur de Italia, para hacer valer sus derechos.

El emperador Federico II era un monarca singular, adelantado a su tiempo, hablaba nueve lenguas, incluido el árabe, era estudioso en filosofía, astrología, matemáticas y letras orientales, gustaba de rodearse de poetas y sabios musulmanes, y sarracena era su guardia personal. Amante de la cultura islámica, residía en Palermo donde abundan las muestras de esta arquitectura. Con frecuencia se encontraba enfrentado con el Papa mientras que, por el contrario, estaba aliado con los sultanes de Túnez y Egipto.

En este ambiente culto y orientalizante, se educó Fadrique durante casi seis años, hasta que, en 1245, fue reclamado por su padre, Fernando III, para acompañarle en su campaña por Andalucía. Durante aquella etapa casó con una princesa rumana y nació su hija, Beatriz Fadrique. A poco de volver a Castilla, su hermano, el todavía infante Alfonso, reclamó para sí el condado de Suabia, lo que decepcionaría profundamente a Fadrique.

Tal vez, como apunta Manuel González Jiménez, quien mejor lo ha documentado, "en compensación por su renuncia forzada", se le adjudicó, en el Repartimiento de Sevilla, un importante número de tierras y señoríos, así como "unas casas" en la zona conocida como la Abbadía, situadas, significativamente, muy alejadas de la Corte, ubicada en el Alcázar. No debió disgustarle la concesión a Fadrique puesto que, al levantar la torre señorial que ya proyectaba, lo hizo, no solo respetando físicamente el edificio anterior, sino, además, manteniendo y potenciando sus ejes y líneas maestras, para integrar visualmente a ambos, palacio y torre, en un único conjunto.

Con sus 30 metros de altura, la torre dominaba todo el paisaje urbano de una amplia zona de la ciudad, sobrepasando no solamente el caserío sino las propias murallas, proclamando así públicamente la pujanza del Infante. Esta circunstancia no debía ser muy del agrado de Alfonso, así como tampoco que no se le mencionara como monarca reinante en la lápida de la torre y sí en cambio al "magnífico Fadrique" y "a su madre Beatriz le fue grata esta prole del rey Fernando, experimentado y amigo de las leyes".

Fue en esos años (1253) cuando Fadrique hizo traducir del árabe el Sendebar. Libro de los engaños y asayamiento de las mujeres, una colección de cuentos orientales, de carácter misógino para, como se dice en el prólogo "apercibir a los engañados de los mujeres".

Poco después, en las Cortes celebradas en Toledo en 1254, Alfonso X nombró heredera a su hija Berenguela, frustrando con ello cualquier expectativa sucesoria de Fadrique. También, unos años más tarde, se desechó su candidatura para contraer matrimonio con la princesa Cristina de Noruega, al decidir el monarca castellano que fuera su hermano Felipe el elegido.

Mientras, su otro hermano, Enrique, de quien se rumoreaba amoríos con su madrasta doña Juana, se levantó en armas contra el rey, fue derrotado, huyendo a Túnez, para entrar al servicio del Sultán. Años después (1260) Fadrique es desterrado y se une a Enrique en Túnez, donde permanecerá varios años hasta que, en 1266, abandona Túnez para unirse al bando gibelino de Enrique en Italia, contra los güelfos del Papa y Carlos de Anjou.

Tras su derrota en Tagliacozzo, Enrique es apresado, Fadrique huye y, durante unos años, alterna su estancia entre Italia y Túnez hasta que, en 1271, se le permite volver a Castilla. Alfonso X le restituye algunas tierras, pero no el palacio que se ha entregado a la Orden de Calatrava, y le concede la gobernación de Villa Real (actual Ciudad Real), manteniéndolo lejos de la Corte.

Su hija Beatriz se casa con Simón Ruiz de los Cameros. Fueron esos los años más turbulentos del reinado de Alfonso X, con continuas conjuras nobiliarias, en alguna de las cuales, se vería envuelto Fadrique y su yerno, por lo que el monarca ordenó finalmente dar muerte a ambos (1277), porque "el rey supo algunas cosas del infante don Fadrique su hermano".

Hasta aquí su vida. Han pasado ocho siglos y la ciudad, de la que fue vecino ilustre del barrio de San Lorenzo, le debe, en este año, algo más que el recuerdo de estas líneas. Tal vez unos nuevos estudios sobre su figura, un mayor respeto a su legado, la Torre, para que no se la oculte por un inoportuno bloque de viviendas y, especialmente, qué mejor celebración que completando la identificación y restauración de los restos de su palacio, enmascarados todavía entre los muros de Santa Clara.

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