Desde Barcelona se ve La Flor de Toranzo

Recuperan en la esquina de Trifón con Jimios el antiguo nombre de calle Tintores. El azulejo lo ha donado Javier Sánchez-Marco, empresario que trabaja en Arabia y está de vacaciones en Sevilla con su familia

Foto de grupo con los dos rótulos. Javier Sánchez-Marco es el primero por la izquierda.
Foto de grupo con los dos rótulos. Javier Sánchez-Marco es el primero por la izquierda. / M.G.

27 de diciembre 2025 - 06:59

Desde Barcelona se ve La Flor de Toranzo. Desde la calle Barcelona, que desemboca en la Plaza Nueva, se lee en el escaparate la palabra Trifón y también se aprecian las dos nomenclaturas de la calle donde está este palacio del paladar que vino del valle del Pas: la que existe desde 1913, Joaquín Guichot, y la antigua, que se remonta al siglo XV, la de calle Tintores.

Es la decimoquinta calle donde la Asociación Niculoso Pisano, con azulejos de la firma Rocío Triana de la calle Antillano Campos, sigue este proceso de que convivan las dos denominaciones, para que quien las vea se adentre “en el alma y en la historia de Sevilla”, en palabras de Juan de la Rosa, delegado de Urbanismo del Ayuntamiento. Es el nombre más próximo a la Casa Grande, a la Corporación Municipal. Esta zona de Joaquín Guichot esquina con Jimios pertenecía al convento Casa Grande de San Francisco, que se extendía por las calles Zaragoza, Albareda y Carlos Cañal, estas dos últimas antes calle Catalanes en el callejero.

“Un convento que era tan grande como una ciudad, como dijo el loco Amaro en su sermón 33”, en palabras de Reyes Pro, que volvió a oficiar de historiadora para contar los orígenes de la calla Tintores, oficio al que se dedicaban “sobre todo judeoconversos”. Un gremio que dio nombre a una de las puertas del Convento, la que daba al atrio y por la que se comunicaba con tres capillas: la de la Concepción, la de San Antonio de los Portugueses y la de San Onofre, la única que permanece.

Calle número quince de este recuperado callejero de Olavide. La niña bonita. Cada calle tiene un donante que sufraga el azulejo que sale del taller trianero de Lola Gómez y Rafael Muñiz. En este caso, detrás hay una hermosa historia de amor. La donación procede de Javier Sánchez-Marco Pablo Romero, que ha aprovechado sus vacaciones navideñas para venir con su familia desde Riyad, capital de Arabia Saudí, donde lleva dos años trabajando en el sector de la alta tecnología.

Javier nació en Pamplona en 1971 pero es más sevillano que la Giralda. Salió de nazareno en San Esteban (ayer fue la festividad de este santo), estudió en el Portaceli, es bético y aficionado a los toros, hasta el punto de que en Arabia forma parte de una peña taurina. Llegó a Sevilla con cinco años, cuando su padre, empresario navarro, se convirtió en el pionero del cultivo de ese tipo de lechuga conocida como iceberg.

La Flor de Toranzo se ve desde Barcelona. La ciudad natal de Blanca. Con otras nueve amigas todos los años venían a Sevilla desde Barcelona en la Feria de Abril. La ruta de Narciso Bonaplata. El cuarto año, creen que fue en una caseta de la calle Joselito el Gallo, conoció a Javier. El romance fue en 2005. La boda dos años después, en el Sagrado Corazón de la barriada barcelonesa de Sarriá. Recién casados, se marcharon a México. Blanca y Javier estuvieron en la ceremonia de rotulación, acompañados por sus hijas Alejandra y Gabriela, nacidas las dos en Barcelona, y de Tara, un hermoso perro de la raza Braco Húngaro.

La Flor de Toranzo abre en 1942 en Santa Marina, junto a la iglesia de la que sale el Resucitado. En 1953, Triunfo Gómez, el padre de Rogelio, se traslada a la calle Joaquín Guichot. Al acto, además de Rogelio, acudieron ilustres colegas del sector como José Yebra, acompañado de su inseparable Paco Gallardo, amigo y biógrafo de su hermano Ismael, Jesús Becerra, de Becerrita, o Emilio Vara, de Casa Moreno. Martín Carlos Palomo, de la Asociación Niculoso Pisano, celebró las quince rotulaciones y anunció que la próxima será en la calle Pedro Caravaca, donde está el Círculo de Labradores, que recuperará el nombre de calle San Acacio.

No faltó Amidea Navarro, delegada de Casco Antiguo, “madrina de los azulejos”, en palabras de Martín Carlos. Cada vez acude más gente a este ritual de los nombres compartidos: artistas como Ricardo Suárez, Miguel Caiceo, Teresa Lafita. Ya son fijos Fernando Vázquez, gerente de Urbanismo, y Carmen Cruzado, directora del distrito. La vida seguía su curso en esta esquina donde se aproximan Zaragoza y Barcelona en el callejero: dos hermanas de la Cruz caminaban por Gamazo junto al cartel de Cerrado por Jubilación de la Cervecería La Internacional; la voz de Reyes Pro se hacía inaudible con el estruendo de un carro con barriles de cerveza, esa onomatopeya que describía Joyce en el ‘Ulises’.

Joaquín Guichot Parody nace en Madrid en 1820 y muere en Sevilla en 1906. En 1913 la calle Tintores empezó a llevar el nombre de este humanista que fue cronista oficial de Sevilla y de su provincia; autor, según los datos de Reyes Pro, de la primera Historia de Andalucía, de una historia del Ayuntamiento de Sevilla y un curioso libro titulado ‘Cicerones de viajeros por Sevilla’. Fue dibujante, periodista y miembro de la Academia Sevillana de Buenas Letras. Le divertiría saber que la calle que lleva su nombre recuperaba el anterior por el gesto magnánimo de un sevillano de Pamplona que se casó en Barcelona, vivió en México y ha venido desde Arabia, como adelantado de los Reyes Magos, para estar presente con su familia. Dos hijas barcelonesas. Olivia nació en Sevilla, pero es un ángel en el cielo.

La calle Tintores aparece en ‘El Diablo Cojuelo’ de Vélez de Guevara y en ‘Rinconete y Cortadillo’, de Cervantes. También en una novela titulada ‘La orgía’ que publicó en 1919 José Mas, hijo de BenitoMas y Prat. En la calle hubo una Fonda San Fernando y en el siglo XIX abundaban las tiendas de bacalao, con las quejas de los vecinos. Los cicerones del libro de Guichot no darían abasto para guiar a las mesnadas de turistas que a diario pasan por la zona.

Las calles de Sevilla se han convertido casi en un género literario: están en el libro de Félix González de León, en el de Manuel Ferrand, en los reportajes televisivos de Ángel Vela, pura antropología urbana, en el Diccionario de las Calles que coordinó el cartógrafo Joaquín Cortés José con Salvador Rodríguez Becerra, Josefina Cruz Villalón, Rogelio Reyes y Antonio Collantes de Terán. Estuvo Nuria Canivell, decana del Colegio de Arquitectos de Sevilla.

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