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El autor del atropello de Tablada alega que conducía bien tras 5 copas

  • El joven acusado de la muerte de Silvia Reyes dice que no vio a la víctima y el copiloto ratifica que "amagó" con arrollar a varios grupos de personas y le pidió que no condujera

El autor del atropello ocurrido el pasado 28 de noviembre a las puertas de la discoteca EM de Tablada aseguró ayer en el juicio que no vio a la víctima, Silvia Reyes, y aunque reconoció que había tomado cinco o seis copas aquella noche, afirmó que se encontraba bien y que no condujo de forma temeraria, porque no circulaba a más de 20 kilómetros por hora en el momento del impacto.

El acusado, Javier Gómez Ávila, que se enfrenta a una petición del fiscal de nueve años de prisión por los delitos de homicidio imprudente, contra la seguridad vial y omisión el deber de socorro, afirmó al inicio de la vista oral, en el juzgado de lo Penal número 5 de Sevilla, que aquella noche tomó "cinco o seis copas" pero que se encontraba en buen estado para conducir, dado que en caso contrario no habría cogido el coche. En la prueba de alcoholemia a la que fue sometido, arrojó un positivo de 0,73 miligramos por litro de alcohol en aire espirado, casi el triple de la tasa permitida.

Según su versión el atropello, éste se produjo a los pocos metros de haber salido del aparcamiento de la discoteca, cuando circulaba a unos "20 kilómetros por hora", ya que era imposible correr en esa zona por la gente que había y los vehículos que hacían cola en la zona. El acusado dijo que oyó el ruido de un golpe mínimo, como si hubiese impactado contra un espejo retrovisor o hubiese pisado algo, pero negó que tuviera constancia de que había arrollado a una persona. "Si soy consciente de que he atropellado a una persona, yo me paro. No vi nada", precisó el acusado para negar el delito de omisión del deber de socorro, por haberse marchado del lugar sin auxiliar a la víctima, Silvia Reyes, de sólo 20 años.

Javier Gómez, de 24 años, también rechazó haber acelerado fuerte y conducir de forma temeraria antes del impacto. "No soy buen conductor ni me veo capacitado para derrapar o hacer trompos como se ha dicho", ha aseverado.

La versión exculpatoria del acusado fue tumbada tan sólo unos minutos después de su declaración con el testimonio de Manuel S. L., amigo del procesado y la persona que le acompañaba en el coche en el momento en que se produjo el atropello. El testigo ratificó que el conductor tomó unas cinco copas aquella noche y sostuvo que le dijo que "no cogiera el coche porque iba mal" y que se fueran en taxi, pero no hizo caso de su consejo.

Tras salir del aparcamiento, el conductor realizó un par de "amagos" como de atropellar a un sendos grupos de personas hasta que impactó con un tercero, dijo el testigo, que insistió en que el Mini en el que viajaban circuló "haciendo eses", no en línea recta hasta que se produjo el impacto. "¡Le dije para, para, para, que le has dado!, pero siguió para adelante", añadió el testigo, que sostuvo que oyó el impacto pero no lo presenció, aunque sí pudo observar poco antes al grupo en el que estaba Silvia. El testigo señaló que el conducto "no iba muy rápido", aunque sí se puede considerar que esa velocidad era rápida para salir de un aparcamiento.

El testigo añadió que cuando se marcharon del lugar, el conductor le pidió que "no dijera nada" de lo ocurrido por que él "lo pagaba todo", en relación a lo ocurrido.

Tras el testimonio del copiloto, prestaron declaración los cinco amigos -cuatro chicas y un chico- que acompañaban a Silvia Reyes cuando se produjo el atropello y que coincidieron en afirmar que el vehículo causante del atropello, un Mini, iba rápido y que oyeron cómo aceleraba y derrapaba.

Una de las amigas de Silvia, que iba cogida de su mano, declaró que escuchó el golpe, momento en que cerró los ojos y cuando volvió a abrirlos observó como la joven "estaba muy mal o muerta".

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