Las bodas civiles superan ya en un millar a las religiosas

Los matrimonios canónicos suponen menos de la mitad de los enlaces que se celebran en la provincia. Los casamientos repuntan tras mermar con la crisis.

Las bodas civiles superan ya en un millar a las religiosas
Las bodas civiles superan ya en un millar a las religiosas
Diego J. Geniz

14 de agosto 2016 - 05:03

Hasta hace tres años las bodas religiosas superaban a las civiles. La tradición se imponía. Sin embargo, desde 2013 esta situación ha cambiado. La mayoría de los sevillanos que actualmente deciden dar el "sí, quiero" lo hacen delante de un juez, de un notario o de un político municipal, hasta el punto de que este tipo de ceremonias supera en más de un millar a las católicas. Dicho sorpasso se produce después de varios años en los que los enlaces matrimoniales se habían reducido de manera notoria en la provincia a consecuencia de la crisis. Desde 2014 se ha observado un repunte que aún queda lejos de alcanzar las cifras de hace una década.

En 2005 se celebraban en Sevilla 10.885 matrimonios. Una década después -según los datos del Instituto Nacional de Estadística (INE)- esta cifra sólo alcanza en la provincia los 7.493. Es decir, se ofician casi 3.400 enlaces menos. Hay que tener en cuenta que en este cómputo sólo se incluyen los matrimonios entre personas de distinto sexo. Varias son las causas que concurren en la disminución. La más evidente es la crisis que ha asolado la economía española desde 2007. La reducción de los créditos hipotecarios por parte de las entidades bancarias y la sangría del paro han provocado que muchas parejas se piensen dos veces comprometerse a compartir una vida juntos. A ello se unen los gastos que lleva aparejados una boda, por lo que muchos sevillanos han preferido seguir sin formarlizar su relación.

Esta disminución tocó fondo en 2013. Aquel ejercicio fue el que menos matrimonios se celebraron en la provincia, sólo 6.643. También fue aquel año cuando, por primera vez, las bodas civiles se impusieron a las religiosas, una realidad impensable poco tiempo atrás. Sin ir más lejos, en 2005, en Sevilla se oficiaron 8.313 enlaces católicos, mientras que los civiles no superaron los 2.547. Es decir, los matrimonios delante de un juez, de un concejal o de un alcalde -entonces aún no se celebraban ante notario- no suponían ni una cuarta parte de todas las bodas. Las católicas, por su parte, suponían más del 76%, mientras que las que se celebraban por otro rito religioso apenas superaban la veintena, cifra que prácticamente se ha mantenido intacta estos años.

Dicha diferencia se ha ido reduciendo desde entonces. Los enlaces civiles comenzaron a ganar peso frente a los religiosos, hasta el punto de que en 2013 se produjo el adelanto. Los sevillanos prefieren ahora comprometerse ante una autoridad civil que religiosa. Sirva de ejemplo el cambio en un trienio. Hace tres años los matrimonios civiles superaron a los religiosos en poco más de 700. En 2015, la diferencia ha sido de 1.061. Si se retrocede una década, las bodas católicas han pasado de representar un 76% de los matrimonios en la provincia a un 42,6%, mientras que las civiles han tenido una evolución inversa: del 23,4% de 2005 a suponer casi el 57% de 2015, es decir, más de la mitad de las bodas. Enlaces, por otro lado, que en términos generales han experimentado un leve repunte los dos últimos años.

Varios son los factores que empujan cada vez más a los sevillanos a comprometerse en un edificio civil en lugar de hacerlo en un recinto sagrado. Al margen de los motivos puramente religiosos, se encuentran también los económicos y las obligaciones que establece la Iglesia para quienes quieran participar de este sacramento. Bien es cierto que muchos sevillanos que se confiesan católicos declinan un casamiento religioso ante la "comodidad" de hacerlo por lo civil. No hay que acudir a ningún cursillo previo y, ante una posible ruptura de la pareja, tampoco es necesario el largo -y costoso- trámite para lograr la nulidad en el Tribunal Eclesiástico de la Rota, ya que la Iglesia no reconoce el divorcio. Esto último lleva a que muchos divorciados, pese a ser católicos, se vean obligados a contraer un segundo matrimonio por lo civil ante la imposibilidad de hacerlo por lo religioso.

El factor económico, aunque se tiene en cuenta a la hora de elegir, es el que menos peso tiene, pues el coste de un enlace lo marca, principalmente, el convite, ya que las tasas civiles y la fijada por el Arzobispado apenas se diferencian. Otra cuestión es el templo donde se quieran dar el "sí, quiero", que puede llegar a duplicar este precio.

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