El cantautor, la tonadillera y la aristócrata

Calle Rioja

Sorpresa. Anoche volvió Paco Ibáñez a la ciudad donde celebró su 80 cumpleaños el día que murió Cayetana de Alba, fue a la cárcel Isabel Pantoja y Zoido precintó La Carbonería

Paco Ibáñez, durante su actuación del miércoles en el teatro Lope de Vega
Paco Ibáñez, durante su actuación del miércoles en el teatro Lope de Vega / Juan Carlos Muñoz

NINGUNO de los que allí estuvieron olvidará aquella noche en La Carbonería. Paco Ibáñez había apagado las ochenta velas de su cumpleaños con un recital en el teatro de la Maestranza. La guinda vino después. Sus amigos, sus músicos, una orquesta internacional, su familia, le habían preparado una fiesta sorpresa. Contaban con que acudiera porque habría terminado cansado y no llegaba.

Esta crónica la podían escribir al alimón redactores de Triunfo, ya desaparecida, y del ¡Hola!, que celebra sus 75 años de historia. La prensa del corazón. Como diría Marx de la religión, el corazón de un mundo sin corazón. Ya cerrada la noche, el coche apareció por la plaza de las Mercedarias y aparcó en Levíes. Cuando Paco Ibáñez entró, el local estaba lleno de gente disfrazada cantándole el Cumpleaños Feliz.

Esa música familiar sí le hacía levantar. Fue la noche del 20-N de 2014. Unas horas antes había fallecido la duquesa de Alba y un coche celular se llevaba a la prisión de mujeres a Isabel Pantoja. Todo en el mismo día. Las noticias una detrás de otra como en el baile de La gran belleza de Sorrentino. Yo me colé, como la canción de Mecano, y me senté entre Rafael de Cózar y Natalia, su esposa, y un matrimonio francés divertidísimo. De hecho, fue la última vez que vi con vida a Fito Cózar, que veinte días después falleció intentando salvar del fuego los libros de la biblioteca de su casa de Bormujos.

Pisco Lira hacía las veces de anfitrión, porque Paco Lira, su padre, que tantas veces le había abierto las puertas del local a estos iconos de la canción-protesta, estaba muy malito. Apenas dos meses después, el 23 de enero de 2015, moría dejando el legado de la generosidad de un Médicis del rojerío y el desgarro.

La noche era fría fuera y muy cálida dentro. La gente no tenía prisa. De pronto, alguien aporreó la puerta. Dos números de la Policía Local llegaban con la orden de precintar el local dictada personalmente por el alcalde, Juan Ignacio Zoido. Cuando Paco Ibáñez cumplió 80 años, el PP gobernaba en la Moncloa y en el Ayuntamiento de Sevilla. Cumplirá 85 diez días después de las próximas elecciones del 10 de noviembre.

Pisco Lira salió a parlamentar con los agentes, que dejaron atónitos a los invitados al cumpleaños. El vástago de La Carbonería, que de niño vivió otras visitas míticas de cantantes como la de Pete Seeger, les dijo a los policías que iba a avisar a su abogado, que estaba en una de las mesas como uno de tantos admiradores de Paco Ibáñez. El abogado en cuestión era Baltasar Garzón, que acompañó a Pisco Lira a la entrada de La Carbonería, la que poco después se cerraría al público por el pleito de propiedades con el duque de Segorbe.

Baltasar Garzón se quedaría con ganas de cantarles ¡A galopar, a galopar! La noche era joven, olía a jazmines.

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