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Sevilla

El cardenal Amigo y las cofradías de Sevilla: un amor mutuo y un par de espinas

El cardenal Amigo presidiendo la salida del Buen Fin.

El cardenal Amigo presidiendo la salida del Buen Fin. / D. S.

El cardenal Amigo Vallejo siempre trató a las hermandades desde el respeto, el cariño mutuo y la exigencia bien medida. Su llegada a la Archidiócesis de Sevilla en el año 1982 le llevó a encontrarse con varios centenares de estas asociaciones de fieles que se pusieron desde el primer momento a su servicio. De hecho, el cardenal tiró de las hermandades para montar todos los fastos de la primera visita del Papa Juan Pablo II a la ciudad con motivo de la beatificación de Sor Ángela de la Cruz. En ese momento de su incipiente episcopado comenzó a fraguarse la relación de amistad con José Sánchez Dubé, presidente entonces del Consejo de Hermandades, que se extendería a lo largo de lo años.

Amigo Vallejo convivió con hasta seis presidente del Consejo: el propio Sánchez Dubé, José Carlos Campos Camacho, Luis Rodríguez-Caso, Antonio Ríos, Manuel Román Silva y Adolfo Arenas. Con todos mantuvo esta estrecha y leal colaboración compartiendo la organización de eventos y citas tan destacadas como los 500 años de la evangelización de América y la serie de exposiciones Los Esplendores de Sevilla, la Asamblea Diocesana de Hermandes o el propio Congreso Eucarístico Internacional que clausuró el Papa en su segunda visita a la ciudad.

Amigo Vallejo con Sánchez Dubé. Amigo Vallejo con Sánchez Dubé.

Amigo Vallejo con Sánchez Dubé. / D. S.

El cardenal se dio cuenta pronto de la importancia que las hermandades tenían para el desarrollo de la vida de la Archidiócesis y del poderoso instrumento de evangelización que suponían. Las trató siempre como entidades maduras y responsables, con mucha mano izquierda, por eso siempre huía de la imposición. Solía decir: "Ya sabéis lo que opino, por tanto, actuad en consecuencia". Esa actitud y esa manera de actuar podría parecer que conllevaba una falta de decisión y, por tanto, de gobierno, pero no era así. Él prefería que las cofradías maduraran y aceptaran su ideas, pero si no era así no le temblaba el pulso a la hora de tomar decisiones duras o de calado.

Las Normas Diocesanas de 1997

Quince años después de su llegada a la Archidiócesis, el arzobispo Amigo, todavía no había sido creado cardenal, promulga las nuevas Normas Diocesanas para las Hermandades y Cofradías en las que jugó un papel muy importante el que fuera uno de sus hombres fuertes, el vicario general Antonio Domínguez Valverde. En ese texto normativo se fijaba a las hermandades como instituciones públicas de fieles, cerrando un debate entre su carácter público o privado, como defendían muchos. Este hecho suponía, por ejemplo, que en virtud de las disposiciones del código de Derecho Canónico, todo el patrimonio de las cofradías era de titularidad eclesiástica.

La Hermandad del Gran Poder se opuso frontalmente a este hecho llegando hasta el mismo Vaticano. Finalmente, el Pontificio Consejo para los Laicos se declaró no competente, devolviendo el asunto al Arzobispado de Sevilla que no volvió a encontrar más oposición.

Tras esta primera espina, el cardenal se tuvo que enfrentar a otro desagradable asunto en el verano de 2001. Por sorpresa, las hermandades del Baratillo, la Carretería, el Calvario y la Pastora de Santa Marina, recibieron una carta en agosto en la que se les aconsejaba modificar varios aspectos de sus reglas para que fueran aprobadas. En el fondo de la cuestión estaba la incorporación plena de las nazarenas a las estaciones de penitencia, un proceso en el que las hermandades estaban inmersas.

Amigo Vallejo en la Hermandad del Gran Poder. Amigo Vallejo en la Hermandad del Gran Poder.

Amigo Vallejo en la Hermandad del Gran Poder. / D. S.

Fue el propio arzobispo quien había impulsado la salida de las nazarenas a los pocos años de su llegada a Sevilla. Corría el año 1985. Cinco hermanas de los Javieres efectuaron la estación de penitencia por primera vez, a modo de prueba. Aquello sólo lo sabía la junta de gobierno y el arzobispo. Tras esta grata experiencia, la corporación aprobó oficialmente la incorporación en 1986.

Fruto de la misiva enviada por el vicario general en el verano de 2001, el hermano mayor del Baratillo, Joaquín Moeckel abanderó la revuelta que terminó con la presentación de un recurso en el que se defendía en última instancia la soberanía de los cabildos de hermanos para decidir sobre las cuestiones de gobierno de la corporación.

El famoso exhorto pastoral

El arzobispo nombró mediador para resolver esta cuestión enquistada al canónigo Manuel Benigno García Vázquez, uno de sus más estrechos colaboradores que acababa de pilotar la compleja venta del palacio de San Telmo a la Junta de Andalucía. Fueron muchas las conversaciones mantenidas entre el canónigo y los hermanos mayores implicados, que concluyó ese mes de octubre con la promulgación de un exhorto pastoral en el que el arzobispo admitía la reforma de dos de los puntos discordantes -la edad de los hermanos mayores y el nombramiento de los directores espirituales- e "invitaba" a las hermandades que todavía no lo contemplaban a reflexionar sobre la idoneidad de la participación de las hermanas en la estación de penitencia. 

"Desde mi responsabilidad pastoral exhorto a que se reconozca la plena igualdad de derechos de los hermanos y las hermanas de nuestras hermandades y cofradías", decía el decreto firmado por Amigo Vallejo. Se superaba así la segunda espina.

La llegada de la total igualdad entre hombres y mujeres tuvo que esperar y llegó ya bajo el episcopado de monseñor Asenjo, que la decretó. 

La creación de nuevas hermandades

Amigo en la Hermandad de los Dolores de Torreblanca. Amigo en la Hermandad de los Dolores de Torreblanca.

Amigo en la Hermandad de los Dolores de Torreblanca. / D. S.

El episcopado de monseñor Amigo también estuvo marcado por la creación de nuevas hermandades y cofradías, muchas de ellas en barrios alejados del centro de la ciudad donde hacía mucha falta. Un ejemplo es la Hermandad de los Dolores de Torreblanca, que recientemente ha celebrado el 25 aniversario de su erección canónica. El cardenal siempre tuvo un especial predicamento con esta cofradía. 

Durante sus años como arzobispo se consolidaron también las jornadas procesionales del Viernes de Dolores y el Sábado de Pasión.

Con la caridad como pilar bien atendido por parte de las hermandades, el arzobispo impulsó la celebración de la Asamblea Diocesana de Hermandades y Cofradías y su congreso entre los años 1998 y 1999. Fue la primera gran apuesta por la formación, elaborándose importantes materiales y marcando las líneas que había que seguir en este campo en el que todavía queda por hacer.

Las coronaciones y las salidas extraordinarias

Más allá de todas las reformas de calado que el cardenal Amigo pudiera hacer en relación a las hermandades y cofradías, los cofrades recordarán su episcopado por las numerosas coronaciones y salidas extraordinarias llevadas a cabo, aunque en este último caso no tuvo una postura muy diferente a la llevada a cabo en tiempos anteriores.

La coronación canónica de la Virgen de la Palma. La coronación canónica de la Virgen de la Palma.

La coronación canónica de la Virgen de la Palma. / D. S.

A los dos años de su llegada, en 1984, impuso la presea a la Esperanza de Triana, una coronación que fue aprobada directamente por el papa Juan Pablo II, y por tanto tuvo un rango pontificio. A partir de entonces, se sucedieron las coronaciones: Virgen de las Angustias (1988), Virgen de la Encarnación (1992), Virgen de la Estrella (1999), Virgen del Valle (2002), Virgen de los Dolores del Cerro del Águila (2002), Virgen del Rosario de Montesión (2004), Virgen de la Palma (2005), Virgen de la Esperanza de la Trinidad (2006) y Virgen de la O (2007), sin contar las imágenes letíficas de Sevilla y otras Dolorosas de la provincia. 

Además, en 1997 elevó a canónicas tres coronaciones litúrgicas, las de la Virgen de las Mercedes de Santa Genoveva, la de Gracia y Esperanza de San Roque, y la de la Virgen de la Caridad del Baratillo.

El cardenal Amigo en la Hermandad de la Macarena. El cardenal Amigo en la Hermandad de la Macarena.

El cardenal Amigo en la Hermandad de la Macarena. / D. S.

La vinculación con el Buen Fin

Aunque el cardenal profesaba un profundo amor y devoción a todas hermandades, siendo hermano de muchas de ellas, por su carácter franciscano y por su enorme obra social a través del Centro de Estimulación Precoz, la hermandad de Amigo Vallejo era la del Buen Fin, hasta el punto de promover la coronación canónica de la Virgen de la Palma. Un gesto con el que reconocía la labor de la corporación.

Era habitual verlo en la tarde del Miércoles Santo presidiendo la salida de la cofradía desde la iglesia del convento de San Antonio de Padua, donde este año se le echó de menos y se le dedicó la primera levantá del paso de palio.

Una de sus últimas visitas a Sevilla, en octubre del año pasado, fue para presidir una de las misas solemnes celebradas por la Hermandad del Gran Poder en Tres Barrios con motivo de la Misión del Señor.

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