De la cava de los civiles al Vaticano

De la cava de los civiles al Vaticano
De la cava de los civiles al Vaticano

21 de julio 2008 - 05:03

LLEGÓ a Roma en mayo de 2007 en misión diplomática dejando temporalmente su destino en el cuartel de Eritaña. Desde entonces José Antonio Zarrías González es el jefe de seguridad de la Embajada de España cerca de la Santa Sede. Y dice lo de cerca apoyándose en el diccionario de la Academia. "La segunda entrada de esta palabra designa la residencia de un ministro en determinadas cortes extranjeras y pone como ejemplo precisamente el del embajador cerca de la Santa Sede".

Este sevillano criado en la cava de los civiles, en el cuartel de la calle Pagés del Corro, está al mando de un destacamento de seguridad que la Guardia Civil tiene en la Embajada. "Nos encargamos de la seguridad del palacio, del embajador y de las familias que viven en el interior, así como de todas las obras de arte de la legación, que pertenecen al patrimonio nacional, y de todas las autoridades que visitan la embajada".

Dice que lo más le gusta de Roma son los monumentos, iglesias y museos, entre los que destaca el Panteón. "Y cómo no, visitar de noche y sin turistas la Plaza de San Pedro. Definir Roma con pocas palabras es difícil, pero diré que es una ciudad que engancha, con lugares que permanecen como si los siglos no hubiesen pasado por ellos. Existen edificios diferentes, unos más modernos y otros devastados por el paso del tiempo, lo que convierte a Roma en esos contados lugares del mundo en los que uno quiere vivir y, muchos años después, morir". Pese a esa magia, José Zarrías dice que no cambia la capital italiana por su Sevilla, su Triana y su calle Betis y "el olor a azahar del Barrio León".

A los italianos los ve más pícaros que a los españoles. "Son anárquicos, aunque siempre hay excepciones, pero no se parecen en casi nada a nosotros y menos aún en el trabajo. A pesar de la fama de los andaluces, les superamos en seriedad y buen hacer". Cuenta que la cocina italiana tiene muy buenos platos, pero "no tiene una cultura de mesa". "Tampoco cambio la pasta por los garbanzos con langostinos o patatas fritas con bacalao que pone mi amigo Antonio en Casa Maera, en el Barrio León".

Entre Roma y Sevilla no ve similitudes. "El color del cielo, por ejemplo, no tiene nada que ver. La vivencia de la calle no es la misma. Lo único en similitud es la devoción a los cultos religiosos católicos. Roma es monótona y triste. Sevilla es alegre e irradia vida". Quizás por eso echa de menos a su familia, a sus amigos y a algunos de sus compañeros y por eso vuelve a Sevilla cada vez que la agenda de trabajo y recepciones oficiales se lo permiten, que viene a ser una vez cada 3 ó 4 meses.

Tiene varias anécdotas, algunas divertidas y otras más tristes, que contar. Quizás la más simpática le ocurrió en la festividad del Corpus Christi del año pasado en la basílica de Santa María la Mayor, en la que el Papa presidía la procesión eucarística. "Fue mi primer acompañamiento oficial con el embajador, don Francisco Vázquez. Íbamos en los vehículos de la delegación española en caravana. Al llegar a la explanada de la basílica imponía el riguroso silencio. Según nos acercábamos, observaba cómo parte de los allí congregados señalaban el banderín de España que iba colocado en el coche. Bajó el embajador y al momento bajé yo, con mi uniforme verde. Al ponerme el tricornio se rompió el silencio, un sector del público gritó 'Viva España' y 'Viva la Guardia Civil', miré hacia la gente y sonreí. Nunca se me olvidará aquello".

También conoce al cardenal Amigo Vallejo, con el que ha departido en varias ocasiones cuando éste ha tenido que desplazarse a la Santa Sede. "En una de las visitas del cardenal a Roma, el embajador estaba hablando con él y me señaló a mí y le dijo en broma: 'Eminencia, ahí está su cónsul de Sevilla", cuenta.

Los recuerdos más tristes son los del 6 de diciembre de 2007, cuando ETA mató a dos guardias civiles en Francia. En la Embajada se guardó un minuto de silencio y un clarín de la banda de carabineros hizo sonar un homenaje a los caídos. "Aquel acto confirmó aún más mi amor a la Guardia Civil y la defensa de los valores de todas las personas de bien".

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