Los chabolistas abandonan el puente de hierro y se trasladan junto al Copero
Las 41 familias, tras desalojar pacíficamente Tablada, intentaron asentarse en el Charco de la Pava, pero el Ayuntamiento les prohibió que ocuparan estos terrenos
Como auténticos nómadas. El destino de las 41 familias que residían hasta ayer junto al puente de hierro de San Juan sigue siendo una incógnita. Tras desalojar pacíficamente el asentamiento chabolista de Tablada, estos antiguos vecinos del Polígono Sur buscaron una nueva ubicación a menos de un kilómetro de la anterior, en los terrenos del Charco de la Pava que se habilitan anualmente como aparcamientos en Semana Santa y Feria. Su permanencia allí tenía las horas contadas.
La Policía Local, que se personó en este lugar, les comunicó que no podían acampar. A partir de entonces se sucedieron horas de debate y desesperación. Surgieron varias propuestas: resistir en el Charco de la Pava hasta que les llegue una orden de desalojo, volver al Polígono Sur o trasladarse a la Isla de Tercia, junto al Huevo de Colón. La jornada acabó con el traslado de 30 familias a unos terrenos junto a la base militar del Copero, en el término municipal de Dos Hermanas, aunque es probable que hoy cambien de ubicación para estar más cerca de la ciudad.
El desalojo del asentamiento de Tablada se produjo a primera hora de la mañana. Atrás quedaron tres meses de supervivencia en unos terrenos baldíos donde han tenido que combatir al calor y a las enfermedades contraídas por los menores. Allí sólo permanecen 10 familias que ya se encontraban anteriormente y a los que el Gobierno central les permite su continuidad al llevar viviendo más de un año, según la notificación que la Policía Nacional les entregó a los chabolistas la semana pasada, una medida “dispar” que también ha provocado las críticas de las personas procedentes de las Tres Mil.
El desalojo estaba anunciado para las once de la mañana. A esa hora lo que quedaba en el poblado eran innumerables escombros y pertenencias de las familias que todavía no habían podido trasladarlas hasta el Charco de la Pava. Desde que despuntara el alba el camino que une un lugar con otro se había convertido en un continuo trasiego de furgonetas y carritos de supermercado donde los chabolistas transportaban colchones, corchos, mantas, sillas, utensilios de cocina y animales de compañía como perros, gallos, tortugas y conejos.
Los hombres de la familia se reunieron la tarde del jueves para debatir qué decisión tomar ante el anuncio de expulsión. La respuesta fue unánime: abandonarían Tablada por la mañana y se trasladarían al Charco de la Pava, a pocos metros de su ubicación anterior. De esta forma, se evitaba cualquier conflicto con las fuerzas de seguridad. Pero la sorpresa llegó ayer cuando comenzaron a montar sus chabolas. Las patrullas policiales desplegadas en estos terrenos, cuya titularidad comparten el Ayuntamiento y la Confederación Hidrográfica del Guadalquivir, prohibieron que se instalara cualquier artilugio, de lo contrario se ocuparía la vía pública de forma ilegal. Uno de los motivos por el que las autoridades municipales impidieron el asentamiento en el Charco de la Pava es el temor a que se produzca un efecto llamada y la cifra de chabolistas acabe multiplicándose. Para Beatriz Carrillo, presidenta de la asociación Fakali, la intención de las administraciones es disolver al grupo y distribuirlos por distintos puntos de la ciudad, “de manera que se note menos su presencia”.
Las familias estuvieron esperando diez horas en el Charco de la Pava hasta tomar una decisión. Fueron momentos de incertidumbre y de tensión por parte de los integrantes de este clan que veían de nuevo cómo eran expulsados. “Ni a un perro se le trata así, somos personas humanas”, eran las quejas más comunes cuando el calor pegaba fuerte sobre el albero.
La última alternativa era volver al Polígono Sur, una idea descartada hace 20 días, cuando entraron en sus pisos precintados por la Consejería de Vivienda, pero que muchos sopesaron ayer ante la evidencia de que su estancia en el Charco de la Pava tenía las horas contadas. “Lo que van a lograr es que volvamos a la Tres Mil y entonces habrá una matanza”, aseguraba Horacio, quien recordó que la huida del barrio se produjo tras el tiroteo en el que murió un menor del clan de Los Marianos, del que recibieron amenazas.
Hubo quienes, como Ángel Jiménez, portavoz del clan de Los Caracoleños y mediador en este conflicto, pidieron que no abandonaran la nueva ubicación. “No nos pueden echar hasta que nos entreguen una notificación como la del Ministerio de Hacienda, donde nos informaban del desalojo junto al puente de hierro”, aseguraba Ángel. A su lado otras familias barajaron la idea de disgregar el grupo y asentarse en la Isla de Tercia, frente al Huevo de Colón, en unos terrenos situados en el término de Santiponce que son propiedad de la Junta. Por la tarde varios chabolistas visitaron el lugar, aunque lo descartaron como nueva ubicación.
Desde allí una caravana de furgonetas cruzó la ciudad en busca de un lugar para vivir. Al anochecer se llegó hasta una zona situada junto a la base militar del Copero conocida como el Lago de los Hippies, paralela a un brazo del río. Allí se desplazaron unas 30 familias, mientras que el resto permanece en el Charco de la Pava, esperando unirse con el grupo hoy. Este asentamiento se encuentra dentro del término municipal de Dos Hermanas, por lo que los chabolistas temen que tengan que abandonarlo de nuevo.
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