“Lo debimos hacer bien, no se puede andar con tanto turista”
María Teresa Garrido | Plaza Nueva
Fue delegada de Turismo entre 1991 y 1994 en el Ayuntamiento que Rojas-Marcos encabezó en coalición con Soledad Becerril.
Ha sido cónsul consorte de Costa Rica y trabajó en la cartografía de Puerto Rico
DELEGADA de Turismo en la Sevilla de la Expo, María Teresa Garrido (Sevilla, 1941) era la número 9 en la lista del PA. Nunca sacaron tantos concejales. Cuatro hijos. Seis nietos.
–No era política profesional...
–Mi marido, Nicolás Valero, me dijo: no te pongas tan contenta. Desengáñate, Alejandro (Rojas-Marcos) te llamó porque no ha encontrado a otra mejor. Y Alejandro me dijo que eso era verdad.
–¿Pero valió la pena?
–Alejandro es un hombre tan trabajador, tan capacitado.
–¿Nos hemos perdido un gran ministro?
–Por lo menos. Lo que pasa es que nunca fue chaquetero. Nos ponía a trabajar a las ocho de la mañana. Dos tardes a la semana nos reuníamos en la calle Castelar para estudiar todos los puntos del orden del día de los plenos. A las seis de la mañana se iba a correr y además era muy internacional. Todos los años iba a ver a su hermano Luis a Nueva York.
–Y usted tiene una hermana en Canadá...
–Mi hermana Rosa está jubilada y pasa mucho tiempo en Alicante.
–Le tocó el Turismo de la Expo...
–Lo debimos hacer bien porque no se puede andar por la calle con tanto turista. Entonces nadie sabía nada de turismo. No había ni estadísticas. Iba a venir mucha gente a Sevilla, pero no les daba tiempo de ir a los museos. Hice carteles con monumentos y los repartíamos por los hoteles.
–¿Qué tal con los socios del PP?
–No nos llevábamos mal, pero no nos llevábamos bien. Soledad Becerril estaba celosa de Alejandro. Tenía un buen equipo, pero era muy personalista. Lo que le gustaba era calentar la silla. Lo único que recuerdo de ella es su empeño en que se vallaran los parques.
–¿En qué Sevilla creció?
–En el Prado. Mi padre era funcionario municipal. No dejaba pasar una, y el alcalde, quizás fuera el marqués de Contadero, no lo quería tener tan cerca. Mi hermana Rosa, antes de irse a Canadá, también fue funcionaria municipal. Y como premio a la memoria de mi padre, el Ayuntamiento le pagó la carrera de ingeniero de Caminos a mi hermano Andrés. Cuando me llamó Alejandro para ir en la lista, era la única de mi familia que no estaba vinculada al Ayutamiento.
–¿Periodista o historiadora?
–Hice Filosofía y Letras, rama Historia de América, y ya casada y con cuatro hijos, estudié Periodismo.Me lo exigía Javierre para trabajar en El Correo.
–Conocía al alcalde Uruñuela...
–Era el socio y mejor amigo de mi marido, Nicolás Valero.
–¿Con Nicolás se doctora usted en Turismo?
–Me dijo que era muy joven para dar clases en el Centro Español de Nuevas Profesiones. Después les diría a mis alumnos de Historia de la Cultura, asignatura de Turismo, que me tuve que casar con el director para darles clase.
–Tiene un libro sobre el Palmar de Troya con Manuel Barrios.
–La que iba al Palmar era yo. Una vez me llevé a mi suegra, estaba Clemente en éxtasis y empezó a llamarla por su nombre, Pastora. Yo no creía en esas cosas, pero bueno... hasta que mi cuñado Rafael, que era cura, me contó que mi suegra iba a visitarlo al seminario de San Telmo cuando estaba allí Clemente. De milagro nada. La conocía de esas visitas.
–Casada y con cuatro niños...
–Nuestra primera casa fue en Miguel de Mañara, encima de la librería de Alfonso Guerra. Veíamos entrar a Felipe González, se reunían veintitantos hablando hasta las tantas en un patio interior. Le tuve que decir a Alfonso que arriba dormían niños chicos.
–Hubo un proyecto de Monteseirín y Torrijos de desalojar a los vecinos de calle San Fernando.
–Esas cosas que hacen los alcaldes. Nunca fue un plan. Querían que se vieran los jardines del Alcázar desde la calle San Fernando.
–La calle donde estudió...
–Me quedé con Morales Padrón, que me dirigió mi tesis de licenciatura sobre el virreinato de Nueva Granada. Terminé hasta el gorro de virreinato y la tesis doctoral, con el mismo director, la hice sobre la prensa satírica.
–Firmó algún libro con él...
–Fui a Londres a aprender inglés y por las tardes iba al Museo Británico a tomar notas para una Cartografía de Puerto Rico.
–¿Visitó ese país?
–Fui con mi hermana a Puerto Rico de camino a Costa Rica. Mi marido era cónsul de ese país, pero la que atendía a los costarricenses en Sevilla era yo. No podías hablar de un país sin conocerlo.
–¿Se volvieron a ver los nueve?
–Alejandro no se ha ocupado de reunirnos. No sabía que Emilio Lechuga había fallecido.
–¿La vida es una sátira?
–Los periódicos normales del siglo XIX estaban sometidos a la censura. Los satíricos prohibían uno, lo cerraban y la misma gente hacía uno nuevo con otro nombre. La Tía Norica, El Tío Clarín.
Aquellos tiempos
Su despacho de delegada de Turismo estaba en el Alcázar. En la imagen, en una visita del presidente del Gobierno, Felipe González, que hace 36 años ganó las elecciones (28-X-82).
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