"A los españoles nos une la historia, la lengua y El Corte Inglés

Los invisibles

Volvió hace un mes de trabajar año y medio en la Moncloa, los dominios de Felipe y Guerra. Tiene un retrato de Obama y una obsesión: conocer todas las capitales de provincia españolas.

Emilio Guichot, en su casa de la Alameda.
Emilio Guichot, en su casa de la Alameda.

30 de octubre 2010 - 05:03

DEL 16 de febrero de 2009 al 15 de septiembre de 2010, Emilio Guichot (Sevilla, 1971), ocupó el despacho 209 del Palacio de la Moncloa. Es tataranieto del cronista de la ciudad.

-¿Cómo llegan los Guichot a Sevilla?

-Huían de la Santa Alianza. Se refugian en Sevilla, Gibraltar, Burdeos y vuelven a Sevilla. El padre de Joaquín Guichot era francés de Pau. Mi tatarabuelo es el primer Guichot español. Escribió las Historias de Andalucía y de Sevilla y el Ayuntamiento lo nombró cronista de la ciudad, con despacho en el propio Ayuntamiento.

-Y su tataranieto con despacho en la Moncloa...

-He sido subdirector general de Estudios y Propuestas Normativas en el Ministerio de Presidencia. Me llamaron para preparar la ley de Transferencia y Acceso a la Información del ciudadano.

-¿Le nombró la ministra María Teresa Fernández de la Vega?

-Mi nombramiento lo propuso cuando era secretario de Estado Francisco Caamaño, actual ministro de Justicia, gallego de Cee.

-Allí es profesor un nieto de Ramón Carande.

-Sevilla está llena de nietos, bisnieto y tataranietos. Es una ciudad muy familiar.

-28 años después de su triunfo electoral, ¿qué queda en la Moncloa de Felipe y de Guerra?

-Queda su recuerdo. Felipe González está en una labor de pensador y sus opiniones cuentan, aunque ha sabido distanciarse. Alfonso Guerra es presidente de la Comisión Constitucional del Congreso, sin el poder que tenía antes y viendo las cosas a cierta distancia. Sevilla ya no manda tanto en el PSOE.

-¿Hay sevillanos en la Moncloa?

-Alguno queda. El otro subdirector general que vino conmigo, Manuel Carrasco, también es de Sevilla. Lo dejamos el mismo día.

-¿Con el cambio de Gobierno?

-Nos fuimos un mes antes. Fue un cese voluntario y premonitorio. Nos llamaron para un trabajo y se hizo. Siempre he procurado armonizar la vida profesional con la personal. En Sevilla estaba mi familia, mi casa, mi sobrino, incluso mi gata Chanel, que se quedó con mi madre y murió en agosto.

-¿Qué le queda de los Guichot además del apellido?

-Los cuadros de Alejandro Guichot, el hijo del cronista. Muchas cosas. El espíritu de la familia en el sentido alemán, una forma de ser. Me queda la pasión por Francia, por su idioma, por su cultura, que me llevó a Proust. También el interés de mi tatarabuelo por los asuntos públicos, por la cultura, por la historia. Su pasión por la ciudad, que no me puede dejar indiferente ante lo que se está haciendo en la Encarnación. Tampoco me gusta cómo queda estéticamente la Alameda. Son dos oportunidades perdidas, aunque lo de la Alameda se arregla con un cambio de pavimento.

-¿Qué hace un retrato de Obama a tamaño natural en su casa?

-Me lo traje de Washington. En octubre del año pasado, fuimos invitados un grupo de periodistas y profesores a conocer la Ley de Acceso a la Información de Estados Unidos. Tienen algunos problemas como país, pero esa democracia de los ciudadanos la ha interiorizado la sociedad civil, un término discutible. Se preocupan por los asuntos públicos, ahí está lo que ha movido Wikileaks. La democracia de partidos políticos tiene muchas oscuridades.

-¿Vio a Zapatero en la Moncloa?

-Alguna vez bajando del helicóptero o en las calles interiores de la Moncloa. Y en el cóctel que da en Navidad a todos los empleados.

-¿Cambió su vida en Madrid?

-En un sentido que puede sorprenderle. He viajado mucho, sobre todo al extranjero. He pasado estancias breves de no más de dos meses en universidades como La Sorbona, Florencia, Múnich, Montreal. Como no tenía coche, conocía mejor el extranjero que España. Aproveché la estancia en Madrid para recorrer mi país los fines de semana. Como soy perfeccionista y obsesivo, me propuse visitar todas las capitales de provincia. Sólo me faltan Alicante, Castellón, Tarragona, Lérida, Huesca y Teruel. Aprovecho cualquier resquicio de mi agenda. Fui a Lugo a dar una conferencia sobre Protección de Datos, cogí un autobús y viajé hasta Orense.

-¿Ha visto España invertebrada?

-Hay diferencias y cosas que nos unen como la lengua, la historia común, El Corte Inglés o el grupo Inditex.

-¿Su biblioteca es un legado de su tatarabuelo?

-Comparto con él la pasión por los libros. Aquí tengo los míos y los de mi tía Regla, hermana de mi padre. Tiene 82 años y es la mayor lectora que he conocido. No tuvo hijos, se casó dos veces. Primero con un abogado del PSOE en la clandestinidad. Después con otro abogado conservador y nada clandestino.

-¿Su tía vivió con las dos Españas?

-Pues sí. Su biblioteca política es más de izquierdas. Los Guichot eran liberales genuinos, no el liberalismo económico actual.

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