El espectacular patrimonio de la Academia de Bellas Artes de Sevilla

La institución expone obras de Picasso o Salinas en su sede de la Casa de los Pinelo, un fabuloso palacio renacentista y desarrolla una importante labor de difusión y promoción cultural

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La Academia de Bellas Artes Santa Isabel de Hungría: un tesoro de Sevilla / Juan Carlos Vázquez
Vídeo y fotos: Juan Carlos Vázquez

26 de abril 2025 - 07:00

Una excelente colección de arte moderno y contemporáneo. La Academia de Bellas Artes de Santa Isabel de Hungría de Sevilla es una auténtica joya. Por la propia institución, que tiene su origen en el siglo XVII gracias a artistas como Murillo y Valdés Leal. Por su trabajo de promoción, difusión y protección de las disciplinas artísticas. Por el espectacular edificio en el que se encuentra, la casa de los Pinelo, un palacio que es una joya del renacimiento sevillano, construida en 1500 por el empresario genovés Francisco Pinelo y que ha sido a lo largo de su historia hogar de canónicos, se reconvirtió en una popular pensión y que fue regalada por El Corte Inglés a la ciudad. La Academia es uno de esos lugares de Sevilla imprescindibles para visitar. Entre su vasta colección hay muchas obras y bocetos de académicos y también obras del propio Picasso o de Salinas. Entre sus piezas de interés, también se encuentra el traje de luces con el que Curro Romero realizó su último paseíllo en la Maestranza.

Fue el 1 de enero de 1660 cuando Bartolomé Esteban Murillo, Francisco de Herrera el Mozo, Juan de Valdés Leal, Sebastián de Llanos Valdés y otros insignes pintores y artistas fundaron en la Casa Lonja (actual Archivo de Indias) una Escuela para la enseñanza de las Bellas Artes. “Las actas originales de su historia se conservan en el Archivo de esta Real Academia de Santa Isabel de Hungría y se han formado parte de distintas exposiciones por su importancia. La Academia se organiza posteriormente, a partir del siglo XVIII con Carlos III. El reglamento se hace con Isabel II, pero la institución proviene del siglo XVII y de aquella escuela”, explica el académico Juan Ruesga Navarro, actual tesorero.

Las salas expositivas de la Academia, con dos dibujos de Picasso en primer término.
Las salas expositivas de la Academia, con dos dibujos de Picasso en primer término. / Juan Carlos Vázquez

A lo largo de su dilatada historia, la Academia ha ido moldeando sus funciones a los tiempos. En su origen se dedicaba a la enseñanza del dibujo y la pintura al no existir las facultades de Bellas Artes. Posteriormente, adquirió competencias en la defensa y protección de patrimonio. Actualmente, al haber adquirido estas competencias las administraciones públicas, hace una importante labor de consultor especializado. Sus dictámenes y escritos son tenidos en cuenta en todas estas cuestiones de salvaguarda. Por ejemplo, hay que recordar la oposición que la Academia mantuvo al aparcamiento situado junto a la Torre de la Plata. La Academia es también un centro de investigación avanzada. Desarrolla una intensa actividad cultural a través de la programación de exposiciones, cursos, conferencias, conciertos, publicaciones, etcétera. Muy reconocidos son sus Premios de las Exposiciones de Otoño.

Juan Ruesga muestra la fantástica Inmaculada que preside el salón de actos.
Juan Ruesga muestra la fantástica Inmaculada que preside el salón de actos. / Juan Carlos Vázquez

A petición del pintor Virgilio Mattoni, reiterado por este y por José Sebastián Bandarán, se pide que la Academia se titule de Santa Isabel de Hungría, siempre en atención a la Santa Titular de la Reina Isabel II. La Academia se compone de 40 numerarios, que integran las secciones de Arquitectura, Escultura, Pintura, Música, Arqueología, Artes Suntuarias y Artes Escénicas y Audiovisuales. Su actual presidente es Juan Miguel González Gómez, catedrático de Historia del Arte de la US.

El último traje de luces vestido por Curro Romero.
El último traje de luces vestido por Curro Romero. / Juan Carlos Vázquez

Son muchas las joyas artísticas que atesora la Academia. Empezando por el propio edifico, compartido con la Academia de Buenas Letras, que ocupa la planta baja. En las paredes de sus salas de exposiciones cuelgan varios dibujos de Picasso relacionados con la Tauromaquia. También hay muchos bocetos de obras realizadas por académicos, como los de las esculturas de Curro Romero la Duquesa de Alba, obras de Sebastián Santos Calero. También hay proyectos en barro del genial Antonio Susillo, uno de los mejores escultores europeos del siglo XIX.

Una muestra del arte oriental que se puede ver en los Pinelo.
Una muestra del arte oriental que se puede ver en los Pinelo. / Juan Carlos Vázquez

Uno de los espacios más espectaculares es la sala de juntas, que cuentan con uno de los artesonados mudéjares del siglo XVI. Está sitiado en la entreplanta con acceso desde la escalera principal. Cuenta con blasones de los Pinelo, representados por piñas; y tres medias lunas alusivas al apellido de María de la Torre, mujer de Francisco Pinelo. El salón de actos tiene cuanta con una importante Inmaculada de Giuseppe Cesari, el Caballero de Arpino, fechada en torno a 1600. En la actual capilla nació San Juan de Ribera y conserva otro artesonado original y paños de azulejos. La biblioteca es otro de los grandes tesoros.

La biblioteca de la Academia.
La biblioteca de la Academia. / Juan Carlos Vázquez

La Academia también expone una importante colección de arte oriental (chino y japonés) que legó el académico jesuita Fernando García Gutiérrez. Pero todo el arte que se puede ver en la Casa de los Pinelo es una parte mínima del patrimonio de la Academia. La mayor parte de sus obras, las más importantes, están depositadas en el Museo de Bellas Artes, como el retrato de su hijo Jorge Manuel, del Greco (1600-1605); obras de Gonzalo Bilbao, como Las Cigarreras (1915) o La Casta Susana (1914). Cuadros de Esquivel como Las Ánimas del Purgatorio (1850) o José y la Mujer de Putifar (1854). O los retratos de Lucía Monti pintados por José Villegas.

Uno de los dibujos de Picasso expuestos en la Academia.
Uno de los dibujos de Picasso expuestos en la Academia. / Juan Carlos Vázquez

Como explica Ruesga Navarro, la Academia alquila sus importantes estancias para organizar actos culturales de cierta relevancia. Con estos ingresos se contribuye al sostenimiento de unas colecciones que necesitan de labores de conservación y restauración, a afrontar los gastos corrientes; o a realizar intervención de mantenimiento en el edificio, cuyo propietario es el Ayuntamiento, quien lo tiene cedido a la Junta de Andalucía, que a su vez lo tiene transferido a las academias.

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