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Un modelo alternativo a las residencias

El gran problema de las viviendas colaborativas es la financiación

El terreno en el municipio de Gines donde se levantará el complejo de viviendas colaborativas.

El terreno en el municipio de Gines donde se levantará el complejo de viviendas colaborativas. / Cuslar Sevilla

La cooperativa Cuslar Sevilla ha buscado sin éxito financiación en la banca ética (Fiare y Triodos) y la banca tradicional, en las administraciones (Ayuntamientos, Diputación, Junta de Andalucía, organizaciones de economía social). Les queda como última opción “si no hay más remedio” acudir a los inversores privados.

Cuslar Sevilla está intentando que la Junta los avale para lograr los préstamos

En efecto, la financiación es el gran problema de estos proyectos de viviendas colaborativas en todo el país, cuyos socios acaban teniendo que buscarse cada uno el dinero por su cuenta o vendiendo sus casas. La banca no entra finalmente en la financiación porque estima que se trata de una operación “con mucho riesgo” y por la edad de los que lo solicitan, una media de 62 a 63 años, aun cuando se trata de socios de la cooperativa con alto poder adquisitivo y pensiones máximas. El presidente de la cooperativa, Joaquín Lima, lamenta que esto suceda cuando el crédito es para la cooperativa no para los socios. Están intentando que la Junta de Andalucía los avale para lograr esos préstamos.

“Estamos promoviendo este proyecto con un gran esfuerzo personal y con una falta de apoyo por parte de la administración y la banca, pese a que estamos resolviendo un problema social de este país teniendo en cuenta la situación de las residencias de la tercera edad”, se queja Lima.

El plan de vivienda nacional contempla aportaciones a proyectos de cohousing aunque únicamente para usuarios con ingresos limitados (IPREM).

Así pues los socios de la cooperativa Cuslar Sevilla están atrapados: por un lado tienen una renta superior al límite que fija la administración para dar ayudas, y por otro tampoco tienen dinero suficiente para construir las viviendas colaborativas en solitario.  

El Ayuntamiento de Sevilla promueve proyectos de viviendas colaborativas pero, según Lima, se queda con el dinero que aportan los usuarios y no le dan importancia al grupo de personas usuarias, a diferencia del modelo que siguen las cooperativas, para las que el grupo humano es clave y el dinero se entrega a la cooperativa y se puede recuperar. “El Ayuntamiento de Sevilla no sigue la filosofía del cohousing”, aclara Lima. 

Por ello, la cooperativa reclama a las administraciones públicas:

  • que incluyan el modelo de vivienda colaborativa en sus políticas y estrategias
  • que promuevan partenariados público privados para este tipo de proyectos de co-housing,
  • que favorezcan la financiación mediante préstamos blandos o hipotecas verdes o bien avales para facilitar los préstamos de entidades privadas,
  • que apoyen frente a otras administraciones públicas, incluida la Junta de Andalucía, para implantación efectiva de proyectos de co-housing,
  • que favorezcan la inclusión de esta tipología de proyectos en el acuerdo europeo “Next generation” (NGEU) y su incorporación a los fondos de recuperación y resiliencia.

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