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Guillem Colom. Profesor de Ciencias Políticas de la UPO

"Las guerras del futuro van a ser con robots y muy pocas personas sobre el terreno"

  • El Estado Mayor del Ejército ha premiado uno de sus trabajos dedicado a la llamada 'Segunda Guerra Fría'. Es experto en defensa, una materia no muy frecuentada por los docentes civiles.

La primera vez que el plumilla vio a Guillem Colom fue en una foto, rodeado de generales y coroneles, el día que recibió un premio del Estado Mayor por un artículo de la revista Ejército, una publicación con solera en el ámbito de las Fuerzas Armadas. Colom pertenece a ese pequeño grupo de civiles preocupados por los temas de defensa, seguridad y estrategia, materias en las que el déficit de nuestras universidades es alarmante, más teniendo en cuenta la endémica inestabilidad del mundo en que vivimos. Pese a ser catalán de Vic, este profesor de Ciencias Políticas de la Pablo de Olavide vive entre Utrera y Madrid, "aunque donde pasa más tiempo es en el AVE". Al plumilla, que fue artillero durante su mili canaria y que se sabe de memoria algunos pasajes de 'Un puente lejano' o 'Apocalypse Now', le divierte la conversación sobre misiles, estrategias, despliegue de tropas, historia militar, nuevas tecnologías, posibles escenarios bélicos, soldados biónicos, etcétera. El profesor Colom, aunque reconoce que está un poco estresado por el mucho trabajo y el poco tiempo, también parece divertido. Un plumilla andaluz y un profesor catalán hablando de la defensa nacional. ¿Quién ha dicho que todo está perdido?

-La Jefatura del Estado Mayor acaba de premiar su artículo 'El balance de la Segunda Guerra Fría', publicado en la revista 'Ejército'. Al contrario de lo que pasa en otros países de nuestro entorno, en España no es muy normal ver a universitarios trabajando e investigando sobre temas estratégicos y militares.

-En este país falta todavía mucha cultura sobre seguridad, defensa y estrategia. Ahora se está empezando, pero hace apenas 20 años no existía prácticamente nada en este campo. Esta carencia está también muy vinculada a la falta de conocimiento que, en general, existe sobre política exterior.

-Un desconocimiento histórico. El historiador Rafael Sánchez Mantero comentó en estas mismas páginas cómo España, en el siglo XIX, lisa y llanamente no tuvo política diplomática.

-En el siglo XIX España optó por el llamado "recogimiento". Es decir, se hizo pequeña y optó por ser muy poco activa en el panorama internacional.

-Algunos dicen que fue Felipe González el que recuperó para España una política exterior propia y con objetivos.

-En la II República hubo una política exterior interesante, pero poco realista y demasiado idealista... Creía que la Sociedad de Naciones lo iba a solucionar todo. La del franquismo fue demasiado reactiva, muy condicionada por sus enemigos, pero Franco tuvo la gran suerte de la Guerra Fría y los consiguientes pactos con EEUU.

-De Adolfo Suárez decían que no le interesaba nada la política exterior y que, además, se acomplejaba frente a sus homónimos europeos... Quizás tenía demasiados problemas en el interior como para mirar hacia fuera.

-Cierto. Ni le interesaba ni sabía de política exterior. Como usted estaba diciendo, fue Felipe González el que empezó a normalizar y orientar las relaciones exteriores de España. El problema que tiene el país es que damos demasiados bandazos en esta materia. La política exterior, de seguridad y defensa no deberían cambiar tan a menudo.

-Volvamos a su artículo, ¿qué es la Segunda Guerra Fría? Yo creía que sólo hubo una.

-La Segunda Guerra Fría empezó en 1979, cuando la URSS desplegó los famosos misiles SS-20 apuntando al resto de Europa y el pensamiento estratégico soviético cambió completamente y planteó la posibilidad de hacer una guerra y ganarla en el Viejo Continente, lo que suponía el riesgo de que degenerase en un conflicto nuclear total.

-¿Se llegaron a plantear esto en serio?

-Sí. Con la desclasificación de muchos documentos de la OTAN y de Rusia se está viendo que, aunque nadie la quería, todo el mundo se estaba preparando para hacer una guerra limitada en Europa y ganarla. Junto al despliegue de los SS-20, los soviéticos alentaron los movimientos pacifistas de Europa occidental para forzar una retirada de armas nucleares de la OTAN.

-¿Y cómo respondió Occidente ante esta amenaza?

-El nuevo escenario coincidió con la subida al poder de Ronald Reagan en EEUU y de Margaret Thatcher en Reino Unido.

-No se arrugaron ante el envite soviético.

-No, en absoluto. EEUU planteó lo que se llamó la doble decisión, algo que avaló la OTAN. Consistía en exigir a la URSS la retirada inmediata de los SS-20 y otros más viejos; si no se cumplía con este planteamiento se les amenazó con desplegar misiles de alcance intermedio, como los pershing y los tomahawk con ojivas nucleares. Este armamento podía alcanzar Moscú en cuatro minutos y acabar con todo el Politburó, decapitar a la URSS... Esto para los soviéticos eran un problema muy grande.

-¿Cómo acabó el pulso?

-Con la firma del Tratado de Fuerzas Nucleares Intermedias (INF) en 1987. Rusia retiró sus SS-20 y los americanos no desplegaron los pershing.

-Siempre se ha dicho que uno de los factores más importantes para derrotar al comunismo fue el programa llamado 'La Guerra de las Galaxias', una iniciativa casi futurista con la que EEUU garantizaría su defensa con satélites espaciales coordinados con los sistemas de defensa ubicados en la Tierra. Se acabaría así con lo que se llamaba "la destrucción mutua asegurada". EEUU podría sobrevivir, Rusia no.

-La Guerra de las Galaxias fue una jugada de póquer magistral. Todo el mundo sabía que era imposible desarrollar un sistema de defensa estratégica como éste con la tecnología de 1983. De hecho, todavía hoy sería imposible. Sin embargo, la URSS picó y se impuso unos esfuerzos brutales que su economía era incapaz de mantener. Tampoco tenían las capacidades tecnológicas. Estamos en el momento del boom de la informática y los rusos no podían competir con EEUU en esta materia. Las Fuerzas Armadas de los EEUU ya habían comenzado desde hacía tiempo a cambiar la cantidad por la calidad y a explotar las tecnologías de la información.

-¿Menos infantes con subfusiles y más electrónica?

-Exactamente. El resultado de todo esto se vio en la Primera Guerra del Golfo.

-La gente no sabe hasta qué punto muchas de las tecnologías que usan son de origen militar, empezando por internet.

-El origen de internet fue Arpanet, un sistema creado en los años cincuenta por el pentágono para garantizar las comunicaciones entre los mandos en caso de un ataque nuclear. El GPS es otro ejemplo claro.

-Alguna vez leí que la logística fue creada por el Ejército Alemán en la II Guerra Mundial.

-Siempre se dice que los aficionados se dedican a la estrategia y los expertos a la logística. La logística de los ejércitos es muy complicada: que todo el mundo tenga comida, munición o combustible en el momento necesario no es nada fácil. Antes se vivía del terreno y de la población y fue Napoleón el que empezó a reducir esta dependencia, pero es verdad que fueron los alemanes los que inventaron la logística moderna.

-Otro ejemplo de tecnología con origen militar son los drones, tan de moda en estos días.

-Se crearon en los años 70, aunque se han puesto de moda recientemente. El gran avance de ahora es que muchos de estos drones no son ya tripulados por control remoto, sino que funcionan con inteligencia artificial.

-Juguemos a la ciencia ficción. ¿La guerra del futuro va a ser entre robots?

-Sí. La guerra entre países avanzados del futuro se compondrá de robots de combate, muy poca gente sobre el terreno (sobre todo de operaciones especiales), y muchísimos elementos cibernéticos. Serán las guerras de Terminator. Las opiniones públicas de las democracias avanzadas ya aguantan poco lo de mandar gente fuera a matar y a morir. Es un problema político y social. Una de las lecciones aprendidas de Iraq y Afganistán es que los despliegues de muchos años son políticamente insostenibles.

-También se habla mucho del soldado biónico: mitad hombre, mitad robot.

-Sí, con exoesqueletos y completamente integrados en red. Pero para esto se necesitan muchas pilas, muchas baterías... Es un auténtico lío logístico y, además, el enemigo te puede introducir un virus en la red y acabar contigo. También dependerá mucho del escenario. A ver cómo opera un soldado en la selva con un equipo de cincuenta kilos encima. Tenga en cuenta que un combatiente talibán va con lo puesto y un fusil de asalto, pero se conoce el terreno, tiene inteligencia humana...

-Es lo que le quería decir. Hoy en día las guerras no son entre potencias avanzadas. Los conflictos, como la guerra contra el 'yihadismo', son completamente asimétricos y se han convertido en uno de esos cánceres que no te matan pero que siempre te acompañan.

-Los americanos son los primeros en creer que la tecnología lo soluciona todo, sobre todo después de ganar de forma tan contundente en la primera Guerra del Golfo. Incluso en la segunda Guerra del Golfo, hasta la derrota oficial del ejército iraquí fue así. El problema ahora es que se combate contra un enemigo consciente de sus deficiencias, que sabe adaptarse y que, sobre todo, sabe explotar las carencias de Occidente. Una de las más importantes es la dependencia de la opinión pública. Utilizan muy bien la parte comunicativa.

-¿El 11 de marzo fue un ejemplo claro?

-Fue un ejemplo. Ahora lo estamos viendo también con el Estado Islámico. Pese a todo lo que está pasando, Occidente apenas tiene fuerzas terrestres allí y las que hay son de apoyo al ejército iraquí.

-Además, pese a todas las amenazas, todavía vende ante las opiniones públicas occidentales, especialmente la española, decir que se va a reducir el gasto en defensa.

-Vende y venderá durante muchos años. Esto no tiene solución y menos en Europa. Yo aumentaría el gasto en defensa, pero antes deberíamos plantearnos entre todos para qué queremos nuestras Fuerzas Armadas y, a partir de ahí, darle los mejores materiales y capacidades posibles. Hay que tener en cuenta que, en los países avanzados, las Fuerzas Armadas son una herramienta de la política exterior. Sin embargo, en los países no democráticos son una herramienta de control interno, una policía-plus, por decirlo de alguna manera.

-¿Cómo ve a nuestras Fuerzas Armadas? ¿Se acertó con la profesionalización?

-La profesionalización del Ejército español se hizo rápido y mal por un compromiso político entre un PP en minoría y CiU. Ahora tenemos un Ejército mucho más pequeño y con muchísimas unidades que están en cuadro. La crisis económica ha reducido mucho el dinero para adiestramiento y alistamiento. Tenemos mucho material que no responde a las necesidades actuales y sí a las de la Guerra Fría. Los mismos militares son conscientes de que si el Ejército va a operar en algún sitio va a ser en el Sahel y para eso se necesitan fuerzas ligeras y con capacidad de golpe, integradas en red, con apoyo aéreo... como hacen los franceses. Deberíamos avanzar más en la plena integración de los drones y en el desarrollo de cibercapacidades... Todavía hay gente que sigue pensando en grandes batallas con unidades acorazadas.

-Antes hemos hablado de la derrota de la URSS. Sin embargo, la Rusia de Putin vuelve a dar claras muestras de su voluntad imperial, como se ve en Ucrania. ¿Debemos preocuparnos?

-Hombre... las Repúblicas Bálticas, Polonia, etcétera tienen motivos para preocuparse. Con el fin de la Guerra Fría, la OTAN y la UE se han expandido hacia el Este y esto, evidentemente, preocupa a Rusia, un país que desde Pedro el Grande está obsesionado con su seguridad, porque tiene unas fronteras enormes e indefendibles. También está claro que Putin ha aprovechado lo de Ucrania para conseguir réditos internos y legitimidad, porque es la vuelta a la Gran Rusia. Sin embargo, Rusia es un gigante con pies de barro, con unos problemas internos brutales. Demográficamente, exceptuando el eje San Petersburgo-Moscú, el país está muy despoblado, y en pocos años han entrado en sus fronteras más de 10 millones de musulmanes, lo que le crea importantes problemas de seguridad. Además, desde un punto de vista económico, Rusia no es un imperio. Tienen una economía muy dependiente de los hidrocarburos y ahora, después de unos años de alegría que les ha permitido modernizar sus fuerzas armadas, con la caída de los precios todo se está resintiendo mucho. Rusia es un gigante con los pies de barro, pero al fin y al cabo tiene armas nucleares y una política exterior asertiva, que se ubica entre la pasividad y la agresividad. Esto se complementa con que la OTAN ya no disuade como antes, que EEUU está más pendiente de Asia que de Europa y que la UE, con sus problemas internos, no sabe dónde está. Todo el mundo sabe que Ucrania no vale una guerra y todo el mundo sabe cuál es su futuro.

-Yo no, ¿cuál es? ¿Se dejará que caiga?

-Caerá entera o la mitad, pero todo el mundo sabe que Ucrania no vale una guerra. ¿Alguien está dispuesto a mandar a sus muchachos allí? Creo que no. La suerte está echada desde mucho antes de cruzar el Rubicón. La Unión Europea cometió un error estratégico cuando planteó el tratado de asociación con Ucrania sin hablar con Moscú. Evidentemente, esto nos lleva al problema de que si dejamos caer a Ucrania...

-¿Podríamos empezar a crear un monstruo, como en la Segunda Guerra Mundial?

-Exacto.

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