Homenaje a Ignacio Echeverría

En patín del Támesis al río Guadalquivir

  • Joaquín y Ana María, padres de Ignacio Echeverría, asisten a la rotulación de una plaza con su nombre l Su padre recordó emocionado a dos ascendientes sevillanos

La madre de Ignacio Echeverría descubre la placa junto al padre del héroe y Fátima Azmani. A la izquierda, Cabrera, Millán y el autor del grafiti.

La madre de Ignacio Echeverría descubre la placa junto al padre del héroe y Fátima Azmani. A la izquierda, Cabrera, Millán y el autor del grafiti. / José Ángel García

Hace quince años, Joaquín Echeverría y Ana María Miralles de Imperial vinieron de visita a Sevilla con sus hijas Ana e Isabel. Recorrieron la ciudad en bicicletas de alquiler. No vino con ellos Ignacio, el pequeño de los tres varones, que por esa época estaba estudiando en la Sorbona. Sus padres volvieron ayer a Sevilla para inaugurar con el nombre de su hijo el Skate Park de Plaza de Armas donde muchos jóvenes practican el mismo deporte que él hacía en Londres cuando fue apuñalado por unos yihadistas a los que se enfrentó salvando la vida de varias personas. En esta ocasión, Ignacio Echeverría (As Pontes de García Rodríguez, Coruña, 25 de mayo de 1978-Londres, 3 de junio de 2017) sí ha venido a Sevilla con sus padres.

Juan Carlos Cabrera, delegado de Movilidad y del distrito Centro, felicitó a Joaquín y Ana, tocayos de los padres de la Virgen María, por tener un hijo como Ignacio. El Ayuntamiento acogió la propuesta de Voceando por ti Sevilla, que preside Fátima Azmani, maestra de profesión, hija de un médico marroquí de Alhucemas que vino a estudiar a Sevilla. Al acto acudieron Javier Millán, portavoz de Ciudadanos, miembros de Vox, y Luis Duarte y José Antonio Fernández Rincón, del Distrito Casco Antiguo.

Junto a la placa, Skate Park Ignacio Echeverría, Luis Muñoz, grafitero y tatuador, dibujó a una joven sobre un patín en un puente que simboliza el que cruzaba Ignacio cuando perdió la vida. “Lo he hecho con mucho cariño pensando en sus padres”, dice el artista, viajero como Ignacio. “Yo llevaba siete años en Tailandia, vine a Sevilla para firmar unos papeles, conocí a mi chica y me quedé en Triana”.

En la familia de Ignacio Echeverría hay dos antecedentes sevillanos. Jacinto Bengoa, su tatarabuelo, era maestro armero de la Maestranza de Artillería y su hija atravesaba todos los días el puente de Triana para llevarle la comida. Al evocar al segundo antepasado, la emoción le traicionó a Joaquín Echevarría. “El otro ascendiente viene por su madre. Era un escocés criado en Sevilla, John Dawnie, que formaba parte del Batallón Tradicionalista que con un grupo de sevillanos se enfrentó a los franceses en la batalla del Puente de Triana de 1812. La marquesa de la Conquista, descendiente de Pizarro, le dio la espada del conquistador del Perú. Prefirió lanzarla al agua antes que rendirse...”. Los aplausos mitigaron las lágrimas del padre de Ignacio. “Con ese capote de palmas triunfa cualquier torero”.

Ignacio Echeverría era un experto en desenmascarar y desarmar a los malos. Su heroísmo y valentía es la prueba empírica, frente a lo políticamente correcto, de que los buenos y los malos existen. Los desarmó primero en su especialidad, la de detectar el blanqueo de dinero que las organizaciones yihadistas intentaban introducir en los bancos desde Yemen, Irán o Arabia Saudí. Esa tenacidad le costó más de un disgusto y le llevó a la cola del paro. “Estuvo siete meses en las listas del Inem”, recuerda Fátima Azmani, “que aprovechó para ayudar a gente sin recursos”. Como tantos jóvenes, se tuvo que ir a trabajar fuera de su país. En noviembre de 2015 se incorpora a HSBC en las oficinas de Londres, departamento de soporte jurídico de prevención de blanqueo de dinero. “Vivía en un barrio de población mayoritariamente pakistaní”, según su progenitor.

Ana y Joaquín asistieron en Londres al doble homenaje que le hicieron a su hijo. Por primera vez, al entregarle el 30 de octubre de 2017 la medalla del Gran Londres, se unieron las policías de Inglaterra, Escocia, Gales e Irlanda del Norte. El 4 de diciembre, las tres policías de Londres se unían para galardonarlo. Joaquín Echevarría ha leído el sumario y le consta que de las tres vidas que salvó el arrojo de su hijo, dos eran policías británicos. “La tercera, una señora francesa”. Más las que salvó después, “porque Ignacio los golpea y los entretiene y dos de ellos lo apuñalan por la espalda. Querían matar mientras iban bailando, habían tomado anabolizantes”.

Sevilla se incorpora a otras ciudades que han incluido a este Daoíz gallego al callejero. “En Madrid todavía no han puesto la placa”. Joaquín y Ana tienen nueve nietos. “Sus sobrinos no dejan de hablar de su tío”. Los dos hermanos mayores, Joaquín y Enrique, nacieron en Madrid. Ignacio y sus hermanas, en As Pontes de García Rodríguez, pueblo industrial de Coruña donde se trasladó su padre, que se jubiló recientemente de profesor de Proyectos en la Escuela de Minas.

Descubierta la placa, trasvase emocional del Támesis al Guadalquivir, llegaban patinadores aprovechando la tregua de agua. Un hombre saludaba a Joaquín y le decía a su hijo, un niño con casco y patines: “Salúdalo, es el padre de un héroe”. José Delgado luce una camiseta que imprimieron en Jaén a raíz de la muerte de Ignacio. Es de 1978, quinta de la Constitución y del héroe del puente de Londres. También trabaja en el sector de la banca. La nueva espada de Pizarro es un monopatín trianero. Lección de vida de quien la dio porque, como dijo su padre, “no dejaba pasar de largo las injusticias”.

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