Al otro lado de los quirófanos

Sistema sanitario Es la sexta prueba de un ambicioso programa de incremento de Personal

Más de 2.000 opositores se examinaron ayer en Viapol de las pruebas para acceder a las plazas de pinche de cocina, lavandería, planchado y telefonista en la oferta de empleo del Servicio Andaluz de Salud

Una de las 65 aulas de Viapol habilitadas para las oposiciones a personal del SAS.
Una de las 65 aulas de Viapol habilitadas para las oposiciones a personal del SAS.
Francisco Correal

20 de octubre 2008 - 05:03

A pesar de la crisis y de las inquietantes cifras de desempleo, casi un 40% de los admitidos para las oposiciones a una plaza fija a pinches de cocina, lavandería y planchado y telefonistas del Servicio Andaluz de Salud no se presentaron ayer a las pruebas que tuvieron lugar en el campus de Viapol de Sevilla, que junto con Málaga asumió los exámenes para cubrir un total de 744 plazas convocadas.

A las Facultades de Económicas, Empresariales, Filosofía, Psicología y Pedagogía -las tres últimas en un mismo edificio- se presentaron ayer un total de 2.041 opositores. Es la sexta prueba de la OPE (Oferta Pública de Empleo) convocada por el SAS para cubrir al final del proceso más de trece mil plazas, que permitirá dar estabilidad al 95% de la plantilla de los centros sanitarios de Andalucía, la tasa más elevada de todo el Estado.

El SAS movilizó a 125 personas para la organización de los exámenes y utilizó un total de 65 aulas, incluidas las utilizadas en el anexo Murillo de la Escuela de Empresariales para alumnos con problemas de audición, limitaciones psíquicas y cuatro alumnos que con la colaboración de la ONCE hicieron un examen adaptado al sistema Braille.

Para que los aspirantes a estos puestos de gestión y servicios no se encontraran con el laberinto propio de la nomenclatura universitaria -por ejemplo: Aula 1, Metafísica y Corrientes Actuales de Filosofía-, personal especializado señalizó patios y pasillos con el sistema de los hoteles "para que el opositor no tarde más de un cuarto de hora en llegar a un sitio donde probablemente no ha estado nunca", según Mariano Flores, jefe de servicio de la Dirección General de Personal del SAS.

Buena parte de los que se presentan están en el sistema sanitario en régimen de interinidad. Pilar Orozco, 36 años, madre de dos niñas, casada con el encargado de una fábrica de salazones, entró en el sistema sanitario el 2 de enero de 1992. Se estrenó con dos días en un consultorio de las Letanías y después pasó por casi todos los hospitales de la ciudad y metrópolis. Lleva año y medio en la cocina central del Virgen del Rocío. Acudió a la prueba con su compañera de turno María Ángeles Zambrano. También la acompañó su madre, Julia, que trabajó cuarenta años en el mismo hospital donde es interina su hija. "Entré en 1967", dice Julia, "esa semana se inauguró Trauma. La prueba nos la hicieron en la puerta principal de García Morato".

Juan Carlos vino en tren desde San Fernando en compañía de su mujer, Esther. Ella es funcionaria en el juzgado; él, que era el opositor, está en el paro desde 2002. Su último trabajo fue ordenanza de instituto. Acaban de ser padres en septiembre. Ismael Vidal ha sido cocinero toda su vida. No se le caen los anillos por aspirar a pinche. "Si hay que dar un paso atrás, se da", dice Ismael, de Villamartín. "Con la crisis todos queremos un trabajo fijo. Nadie quiere la empresa privada".

María Luisa, Conchi y Celia son compañeras y sin embargo amigas. La primera, telefonista en el Virgen del Rocío. La segunda, en el hospital de Valme. La tercera, en el paro. "A ver lo que sale", dice Celia. En las pruebas para telefonista no se permitía el móvil. María Luisa entró de pinche de cocina en 2000 y se pasó a telefonista. Su marido es ayudante de un profesor de Bellas Artes.

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