Las lecciones de médicos y enfermeros sevillanos que se fueron al extranjero

El año pasado salieron de España 19 facultativos sevillanos y 33 profesionales de la enfermería

Las soluciones del SAS pasan por ofrecer más estabilidad, conciliación familiar y tiempo para la formación y la investigación

Médicos de familia que renuncian en Sevilla: "Han sido los peores meses de mi vida"

Ilustración: Danel Rosell
Ilustración: Danel Rosell

“Trabajo para dos años nada más llegar”. “Contratos indefinidos”. “Un empleo para la pareja del que la tenga y ayuda para los niños”. “Cursos de idiomas”. “Atención Primaria multidisciplinar”. “Una continua evaluación sobre la especialidad”. “Posibilidad de hacer una superespecialización más específica”. “Tiempo para la familia”.

Hablan médicos y enfermeros sevillanos en el extranjero. Llevan años, incluso décadas, fuera. Para ellos, volver no es una opción. “Me sería muy difícil adaptarme a las condiciones laborales”, coinciden cuando se les pregunta el porqué.

Facultativos y profesionales de la enfermería sevillanos o formados en Sevilla se aventuran cada año a salir a otros países en busca de mejores condiciones laborales y retributivas cuando el déficit en nuestro país, especialmente en medicina de familia y enfermería, condiciona cada vez más la calidad del sistema.

No es casual que para el sistema sanitario público andaluz el éxodo de personal sanitario en un momento de déficit de profesionales reconocido por las administraciones se haya convertido en un verdadero dolor de cabeza. Sobre un censo superior a los 8.000 médicos colegiados en activo en Sevilla, el año pasado emigraron 240. De ellos, 19 salieron al extranjero, mientras que 221 optaron por otras ciudades de España.

Lo mismo ocurre con los enfermeros. Cerca de 300 dejaron la sanidad sevillana en 2024 y se marcharon a otra región o país en busca de un futuro laboral con más garantías y con mejores condiciones para desempeñar su trabajo. De esos, 257 lo hicieron a otra provincia o comunidad autónoma. El resto, 33, iniciaron los trámites para ejercer en otros países.

Este es un problema al que desde la Consejería de Salud han ido haciendo frente a través de diferentes ideas y soluciones. Las tres medidas que mejores resultados están obteniendo, aunque el proceso es lento, reconocen quienes trabajan para aminorar el fenómeno de la emigración sanitaria, son las mejoras en las condiciones laborales, la estabilidad y otras medidas para cubrir los puestos de difícil cobertura.

En el primer bloque, el sistema sanitario público andaluz está avanzando en el aumento retributivo de los profesionales sanitarios, lo cual se refleja en un crecimiento de la inversión en el capítulo de gastos de personal de 6.600 millones en 2024. Otro ejemplo de la mejora de la cuantía de la jornada complementaria, que también ha aumentado desde 2019 una media de un 43%.

La estrategia del SAS

Para evitar la fuga de talento y completar las plantillas sanitarias, el Servicio Andaluz de Salud (SAS) apuesta por el incremento del personal estructural, que, hasta la fecha, se ha traducido en 2.382 profesionales más, la estabilización de 1.278 profesionales que eran temporales, la contratación de 3.175 refuerzos asistenciales Covid y la creación de 157 nuevas plazas MIR. Por otro lado, las progresivas estabilizaciones de empleo realizadas durante el último sexenio han conseguido incrementar más de un 64% el empleo fijo desde 2018.

En Atención Primaria, se han tomado medidas para hacer más atractivos los puestos en las zonas de difícil cobertura. Desde la Consejería apuntan a la actualización de las plantillas presupuestarias, baremar con mayor puntuación el tiempo trabajado en estos puestos con efectos en las bolsas y en las ofertas de empleo público o la permanencia en concursos de traslado. Otras medidas adoptadas han sido implantar sistemas y programas de telemedicina; establecer sistemas que favorecen la rotación voluntaria de los profesionales, con un mes de duración al año en el resto de los centros asistenciales hospitalarios de la misma provincia, que permiten el perfeccionamiento y la formación de los profesionales que están en puestos de difícil cobertura. Además, también se facilita en estas zonas la formación continuada e investigación.

No es casual esta ambiciosa apuesta en Primaria. Los gestores de la sanidad en Andalucía tienen en cuenta que las zonas rurales son las que más precariedad tienen a nivel de plantilla, sobre todo, médica y de la dificultad de encontrar a sustitutos para vacantes por diversas razones.

La estabilidad laboral

Pero, ¿qué más se puede hacer? Para los médicos y enfermeros en el extranjero consultados, y en base a su experiencia, el mejor remedio pasa por la estabilidad laboral. “Es lo que falta en España y, lo grave, es que es un problema sostenido en el tiempo. No se ha avanzado nada. Ni ahora, ni cuando yo salí, ni cuando lo hicieron compañeros que he conocido fuera y que salieron antes”, afirma rotundo Diego Olmo Ferrer. “En Inglaterra, una vez que empiezas la especialidad sabes que tienes trabajo fijo y eso te da una estabilidad suficiente como para que, como yo, con el primer sueldo te compres una casa”, remarca.

El urgenciólogo Diego Olmo Ferrer y la anestesista Rocío Ochoa Ferraro viven desde hace 24 años en el condado Norfolk, en Inglaterra.
El urgenciólogo Diego Olmo Ferrer y la anestesista Rocío Ochoa Ferraro viven desde hace 24 años en el condado Norfolk, en Inglaterra. / M. G.

Este urgenciólogo no ha ejercido en España. Estudió Medicina en Sevilla al igual que Rocío Ochoa Ferraro, su esposa. Pensando que el MIR podía separarles y reacios a iniciar un nuevo proceso de formación tras seis años de carrera universitaria, decidieron emigrar juntos para realizar la especialidad en Inglaterra. Él, médico de urgencias hospitalarias; ella, anestesista e intensivista. “No veíamos adecuado que después de estudiar seis años tuviéramos que volver a formarnos otros tantos años”, indica Rocío, que se autodefine como la primera promoción del seis igual a cero. “Hacer el MIR supone coger una plaza en un hospital determinado y no moverte. Entonces, sólo aprendes a hacer las cosas dentro de tu especialidad en función de ese servicio determinado”, añade.

Hoy, llevan 24 años viviendo y trabajando en Inglaterra. Ahora, en el Norfolk and Norwich University Hospital, y tienen pocas ganas de volver. Llegaron con el cambio de siglo, en el 2001. Para Rocío, la calidad de la formación en la especialidad es otro atractivo del sistema sanitario inglés. “Inmediatamente en el momento que llegué a Inglaterra y me dieron el puesto, empecé a formarme”, indica. Se encontró con otra puerta abierta. Las dos especialidades por las que siempre bebió los vientos, Anestesiología y Cuidados Paliativos, se hacían juntas.

Allí se valoró su experiencia vital. “El sistema de formación va por entrevistas. Es decir, lo que te valoran son tus méritos. Me parece mucho más justo que jugártelo todo a un examen en el que no se valoran otras cualidades que tiene que tener un médico en su fin último de tratar a un paciente”, apostilla. La formación allí pasa por dos años en una especialidad generalista (medicina, medicina de urgencias, cirugía o pediatría). A continuación, pasas a la rotación de la especialidad elegida donde se hacen evaluaciones por etapas hasta los cinco años. Al finalizarlas, se garantiza un puesto de especialista permanente.

Subraya que el sistema sanitario inglés cuida muchísimo la calidad de la especialidad. “Una vez estás trabajando, vas teniendo exámenes de especialidad y eso es una forma de control de calidad. Es una evaluación continua con la que se asegura que los que terminan de formarse han conseguido las metas que desde el Colegio de Médicos y el colegio de la especialidad te marcan”, remarca. Otra ventaja es la rotación por diferentes hospitales. “Estás cambiando entre hospitales universitarios y comarcales, con objetivos diferentes”, apunta.

Más allá de la formación, la evaluación de la especialidad continúa para toda la vida profesional. “Cada cinco año tenemos que demostrar al Colegio de Médicos que cumplimos con los estándares, incluyendo la valoración de pacientes. Para ello nos dan tiempo libre y nos remuneran posibles viajes para asistir a congresos, cursos o seminarios. Es como parte de nuestro trabajo”, recalca.

También pone en valor unas condiciones laborales que en España se anhelan. Trabaja a la semana entre dos días y medio y tres, tiene 36 días de vacaciones, los festivos trabajados se los devuelven en días libres y le pagan toda hora de trabajo que eche fuera de su horario. “Tengo bastante tiempo para dedicar a mi hijo y un sueldo bastante bueno como para no tener que hacer sanidad privada. Sé que en España, para tener la misma calidad de vida que tengo aquí, tendría que hacerla y casi no tener tiempo de ver a mi hijo”, apostilla.

La conciliación familiar

Al otro lado de la conexión telefónica, desde la ciudad sueca de Skövde, la médica de familia y dermatóloga sevillana Arancha Laínez desprende entusiasmo por su situación profesional y se muestra convencida de que emigrar fue una decisión acertada. Aterrizó en el país centroeuropeo en 2001. Explica que siempre había tenido la idea de salir al extranjero. “Más que nada por estudiar otro idioma y aprender cómo se vive en otros lugares”, remarca.

rancha Laínez junto a su marido y dos de sus hijas en la ciudad sueca de Skövde, donde llegó para trabajar como médica de familia en 2001
rancha Laínez junto a su marido y dos de sus hijas en la ciudad sueca de Skövde, donde llegó para trabajar como médica de familia en 2001 / M. G.

Apunta a otro atractivo de la sanidad foránea: el respeto por la conciliación familiar. Resume en cinco palabras el porqué de mantenerse lejos de su tierra: “Tener tiempo para la familia”. En Suecia se casó con un fisioterapeuta gaditano que, como ella, buscó fuera un futuro mejor, y allí han nacido sus tres hijos. “Aquí la baja maternal y paternal son 480 días a repartir entre los dos progenitores. Luego, he podido adaptar el trabajo a la conciliación con mis hijos”, afirma rotunda. Llegó a Suecia reclutada por una suculenta oferta del país a médicos extranjeros ante la escasez del personal autóctono en zonas rurales y marginales, las llamadas aquí zonas de difícil cobertura. Lo que cuenta, podría servir de aprendizaje a los gestores andaluces.

“Me lo pusieron muy fácil. Nos dieron un paquete completo, nos buscaron la vivienda, si ibas con pareja le buscaban el trabajo y el colegio a los niños, te daban un salario mientras aprendías el idioma y, laboralmente, llegamos con un contrato de dos años que, automáticamente después, se convertía en fijo”, afirma. “Eso ahora ha cambiado para mejor, prácticamente te hacen fijo desde el principio. Vas con un periodo de prueba de seis meses y luego te hacen un contrato indefinido”, añade.

Formación e investigación

La enfermera María del Mar Fernández Delgado en el Basingstoke Hospital en el condado de Hampshire, al sur de Inglaterra, país al que llegó hace 25 años
La enfermera María del Mar Fernández Delgado en el Basingstoke Hospital en el condado de Hampshire, al sur de Inglaterra, país al que llegó hace 25 años / M. G.

María del Mar Fernández Delgado es enfermera de posoperatorio en el Servicio de Cirugía de Día en el Basingstoke Hospital en el condado de Hampshire, al sur de Inglaterra, país al que llegó hace 25 años. Ha tomado la decisión de regresar a Sevilla... pero no antes de la jubilación. Recaló en el Reino Unido por la necesidad de un contrato fijo que en Andalucía no estaba al alcance. “No estaba dispuesta a quedarme en mi tierra cogiendo contratos basura hasta tener puntos suficientes para que en el SAS me hicieran una contratación más contundente”, explica sobre su llegada.

Reconoce que los sueldos de la enfermería en el país “no son buenos” hasta que se alcanza cierto nivel de experiencia, de ahí la necesidad de buscar personal en el extranjero. Admite que pudo especializarse en alta dependencia en enfermería porque el hospital donde trabajó en Londres pagó esa formación. Otra ventaja. “Que te ofrezcan renovarte y crecer profesionalmente es muy atrayente”, remarca. “Poder elegir en función de tus intereses la especialidad que quieres y dónde quieres trabajar es algo que está muy lejos todavía en Andalucía”, insiste.

La oftalmóloga Marta Bautista ante la Royal Eye Unit de Londres.
La oftalmóloga Marta Bautista ante la Royal Eye Unit de Londres. / M. G.

Desde otro perfil, la oftalmóloga Marta Bautista reconoce con rotundidad que está en Londres “de paso”. Llegó hace nueve meses para hacer un fellowship, es decir, una formación adicional junto a un equipo mentor más experimentado para superespecializarse, que en España apenas se ofrece. Coincide en lo que aporta el sistema sanitario británico. Una estabilidad con contratos que, como mínimo, te ofrecen un año. “Habitualmente, en Andalucía los contratos son de un mes. Eso aquí es muy atractivo”, afirma.

A pesar de no ser perfectos, los sistemas sanitarios de los que hablan Diego, Rocío, Arancha, María del Mar y Marta, cada uno desde su perspectiva y desde su situación, tanto personal, como profesional, aportan ideas de éxito a imitar por una sanidad andaluza aún exhausta tras la pandemia y unos profesionales que se sienten defraudados y maltratados echándose a las calles ante soluciones que parecen no sentirse suficientes para salvar un sistema sanitario y, en especial, una Atención Primaria, que dice agonizar.

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