El mayor museo privado de meteoritos de España está en Sevilla

Divulgación científica

El astrofisico José María Madiedo cuenta con una colección de más de mil piezas que también divulga en internet

El profesor José María Madiedo.
El profesor José María Madiedo.
María José Guzmán

03 de mayo 2020 - 06:00

Hay un trozo de la Luna e incluso otro de Marte que se custodian en un domicilio de Sevilla. Son rocas que forman parte de la mayor colección privada de meteoritos de España y pertenecen al profesor José María Madiedo. Más de mil piezas: rocas extraterrestres que, en algunos casos, se formaron en Vesta, el asteriode más grande del Sistema Solar y que permiten a este astrofísico hacer divulgación científica, su pasión desde que era un crío y que ahora intenta contagiar a niños y mayores con este recurso.

“Estar cerca de un fragmento de la Luna o de otro planeta e incluso poder tocarlo despierta en mucha gente una gran fascinación. Y esto no solamente le sucede a niños, sino también a educadores e incluso a otros investigadores. De hecho, estas rocas nos proporcionan información muy valiosa que nos permite conocer cómo se formó y evolucionó nuestro Sistema Solar y cómo pudo aparecer la vida en nuestro planeta”, comenta Madiedo, investigador que muchos conocen por la divulgación en redes sociales de las bolas de fuego y otros fenómenos astrofísicos.

El profesor, que nació en 1969 en Jerez de la Frontera, se crió en El Puerto de Santa María, donde se enamoró de la Astronomía una noche mientras caminaba por el campo. “Levanté la vista y vi, por primera vez, la Vía Láctea. Me paré en seco cuando me encontré con aquel camino de incontables estrellas bajo un cielo tan oscuro. Creo que aquello fue todo un flechazo”, recuerda con los ojos iluminados. Ya entonces se quedaba embobado de noche mirando por la vdentana sin sospechar que, varias décadas después, la Luna iba a jugar un papel tan importante en su vida profesional.

Imagen interior del meteorito Dar al Gani 400: rocoso, acondrita, anortosita lunar; cayó en Libia y fue hallado en 1998.
Imagen interior del meteorito Dar al Gani 400: rocoso, acondrita, anortosita lunar; cayó en Libia y fue hallado en 1998.

Doctor en Física y en Química, actualmente está vinculado al Instituto Andaluz de Astrofísica donde su labor como investigador y divulgador se centra en el estudio de la materia interplanetaria que impacta contra la Tierra y contra la Luna. Ha participado en importantes proyectos, actualmente el más relevante en el que trabaja es uno de la Agencia Espacial Europea denominado P3-NEO-I y que tiene como objetivo proteger a la Tierra del impacto de asteroides.

Pero hay un proyecto personal en el que tiene un empeño especial, la difusión de su colección de meteoritos. Una parte de esta colección se ha expuesto desde el año 2007 en distintos lugares del país en colaboración con universidades, museos y otras instituciones, como por ejemplo la Casa de la Ciencia de Sevilla y el Parque de las Ciencias de Granada. “Empecé hace ya muchos años esta colección, me regalaron el primer meteorito cuando era un crío y el resto los he ido consiguiendo después. Algunos los he encontrado yo mismo, rastreando el terreno después de que se hubiese detectado su caída. Otros, la mayoría de ellos de hecho, los he conseguido y comprado a través de otros coleccionistas”, explica Madiedo.

Reproducción de un cráneo de tiranosaurius rex.
Reproducción de un cráneo de tiranosaurius rex.

A las rocas procedentes del espacio añade también algún otro recurso que deja boquiabiertos al público: el cráneo de un tiranosaurio rex. Es una reproducción que le permite explicar los efectos que pueden tener estas rocas cuando impactan contra la Tierra y, aunque la mayoría de la gente ha oído hablar de cómo los dinosaurios desaparecieron hace unos 65 millones de años a chocar contra la Tierra una gran roca de varias decenas de kilómetros de diámetro, poder ver y tocar el citado cráneo se convierte en una experiencia fascinante.

El empeño de Madiedo es llegar a cuanta más gente mejor y, consciente de que el alcance que puede tener cualquier exposición presencial es limitado, ha optado también por la difusión a través de Internet. Por ello, en 2009 creó el Museo Virtual de Meteoritos (www.museodemeteoritos.es). “Lo desarrollé con mis propios recursos utilizando mi colección personal, incluyendo una versión en inglés para que tuviese también mucha más difusión fuera de nuestras fronteras. Actualmente se encuentra en fase de renovación para hacerlo más accesible a través de todo tipo de dispositivos y, también, para incluir en él un número mayor de rocas”, explica.

Meteorito Puerto Lápice (cayó en España en 2007 y procede del asteroide Vesta)
Meteorito Puerto Lápice (cayó en España en 2007 y procede del asteroide Vesta)

El museo está estructurado en varias salas virtuales, cada una de las cuales aborda una temática diferente. De esta forma, el visitante accede a una primera sala en la que se muestra información sobre el origen del Sistema Solar y de la vida en la Tierra. Posteriormente se accede a una sala virtual que trata sobre los efectos que tienen sobre nuestro planeta los impactos de estas rocas. Y en las salas restantes se muestran imágenes y datos sobre distintos tipos de meteoritos según su composición y procedencia.

Meteorito metálico caído en Primorskiy kray (Rusia) en 1947.
Meteorito metálico caído en Primorskiy kray (Rusia) en 1947.

“A todos los que participan en estas actividades de divulgación les fascina ver un trozo de otro mundo”, confirma el astrofísico, convencido de que los ingredientes químicos necesarios para que la vida pudiese aparecer en la Tierra pueden formarse y estar disponibles también en muchísimos más lugares del universo. “Siendo el universo tan enormemente grande, por una mera cuestión de probabilidad y estadística la vida ha debido surgir también en otros mundos. Algo que ya no comparto es eso de creer en seres que, como parece ser que se aburren en sus planetas y no tienen nada mejor que hacer, vienen a visitarnos en sus platillos volantes desde sus lejanas galaxias para construirnos las pirámides y no sé cuántas otras cosas más”, comenta el científico, que encuentra una explicación científica al fenómeno ovni que se popularizó hace unos años. “Estoy convencido de que la mayor parte de esos avistamientos eran bolas de fuego. Hoy este fenómeno está de capa caída porque hoy en día se cuenta con información muchísimo más fiable. Existen sistemas, como los del proyecto SMART, que permiten estudiar estos fenómenos con rigor científico y divulgar los resultados al público en general”.

Una de las exposiciones organizadas para mostrar la colección.
Una de las exposiciones organizadas para mostrar la colección.

La primera estación en Los Bermejales

Cuando inició el proyecto SMART hace 14 años no contaba con ningún tipo de apoyo y lo hizo con sus propios medios: una estación de observación en su propia casa, en la zona de Los Bermejales. Esa estación, que continúa activa, es el germen de las 10 estaciones con las que cuenta el proyecto en la actualidad en distintos observatorios de Andalucía y del centro del país.

En estos tres lustros la situación ha ido cambiando y cada vez hay más divulgadores que hacen grandes esfuerzos para organizar eventos. “Y, además, muchos de ellos lo hacen con un enorme ingenio y en formatos bastante entretenidos, para conseguir así llegar a más gente. Incluso durante el confinamiento que estamos viviendo se están desarrollando actividades de divulgación de forma virtual, aprovechando las redes sociales y plataformas como YouTube”, comenta el astrofísico, que celebra que entre las pocas cosas que no ha conseguido quitarnos esta pandemia está el poder observar el cielo nocturno desde las ventanas.

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