La odisea de tres policías en busca de médico
Los agentes reanimaron a un hombre que no tenía pulso ni respiraba en un bar del Polígono de San Pablo y lograron mantenerlo con vida hasta que llegó el 061
Recibir una felicitación pública por intentar salvar una vida y pasarse dos días de clínica en clínica para tratar de proteger la suya es la paradoja que vivieron tres policías locales de Sevilla la semana pasada. Los agentes reanimaron a un hombre que no tenía pulso ni respiraba en un bar del Polígono de San Pablo y lograron mantenerlo con vida hasta que llegó el 061, pero luego nadie les atendió cuando fueron a asegurarse de que no habían contraído ninguna enfermedad infecto-contagiosa.
Los hechos ocurrieron a la una de la tarde del 20 de mayo en la calle Juan Espantaleón, donde los policías fueron requeridos por los clientes del bar en el que se encontraba desfallecido un hombre cuya hermana aseguraba que consumía heroína y padecía hepatitis. Los agentes practicaron una reanimación cardiopulmonar al enfermo, a quien mantuvieron las vías respiratorias abiertas con un abrebotellas del bar hasta que llegó el 061 y lo trasladó al Virgen del Rocío, donde falleció al día siguiente.
Tal y como exponen los agentes en una queja elevada a la Jefatura, una vez terminado el servicio acuden al centro de salud de la calle Jerusalén para informarse sobre un posible contagio. Aquí les niegan información sobre el paciente por motivos de confidencialidad. Al ser ya las tres de la tarde, los policías no pudieron acudir a la inspección médica de la Jefatura hasta el día siguiente, ya que este servicio cierra a la una y media. El 21 de mayo se dirigen a la inspección, donde ese día no estaban los responsables del departamento de riesgos laborales, y de allí les derivan al Virgen del Rocío. En el hospital les dicen que no atienden los accidentes laborales del Ayuntamiento salvo petición expresa de la mutua. Antes de salir del hospital se acercan a Urgencias para interesarse por el estado del paciente, que había fallecido poco antes. Tras contarle lo ocurrido a una médico, ésta accede como caso excepcional a solicitar una extracción sanguínea para realizar el test del virus del sida y otras enfermedades.
Los agentes van luego a la clínica Fremap, pero aquí tampoco les atienden. Un responsable del centro les indica que sólo se encargan de traumatismos, heridas, contusiones y urgencias, pero que para casos así deben trasladarse al servicio de Urgencias del Virgen del Rocío. Vuelven al hospital y esperan tres horas para ser atendidos. En la consulta les niegan la asistencia otra vez y los policías ya les piden la negativa por escrito. Es entonces cuando el hospital accede a realizarles una extracción de sangre y una radiografía del tórax antes de remitirlos al servicio de infecciosos del mismo centro.
Un médico de este departamento se alarma de la tardanza de la visita y les informa de que la persona a la que reanimaron no era portadora del VIH pero sí de la hepatitis C tras contrastar los datos con los de la cárcel –en la que este hombre estuvo interno–, con el servicio de Urgencias del Virgen del Rocío y con su propio archivo. Finalmente, este doctor manda a los policías a su inspección médica para que les hagan un control de la hepatitis C. Cuatro días después, recibieron una felicitación pública por su actuación en la orden del cuerpo.
El Sindicato Profesional de Policías Municipales de España (Sppme) en Sevilla lamentó ayer que no exista ningún protocolo que garantice la integridad de los agentes cuando realizan este tipo de servicios humanitarios. El secretario general del sindicato mayoritario en la plantilla, Carlos Guerra, pidió que se cree urgentemente un plan para casos como estos y lamentó que los agentes sean felicitados por un lado pero abandonados por otro.
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