El patio de mi casa

Reflexión de un vecino de Bellavista a partir de su dibujo, ahora recreado a tinta a partir de uno que realizó a lápiz en su niñez

Bellavista: un siglo siendo barrio en Sevilla

El patio de mi casa. Dibujo de Domingo
El patio de mi casa. Dibujo de Domingo / Domingo, vecino de Bellavista
Domingo Martínez, vecino de Bellavista

09 de abril 2025 - 09:51

El patio de mi casa es tan particular…

Cuando llueve también se moja, pero no es como los demás.

Recuerdo la jaula del pájaro que mi abuelo Domingo me enseñó a cuidar y el gato que trataba de alcanzarla desde el alero del tejado. Un tejado de uralita que tanto trabajo daba y tantos disgustos trajo.

El búcaro colgado al fresco en el escueto pasillo entre la cocina y la puerta de mi tía Carmen.

Agáchate y vuélvete a agachar…para recoger a mi hermano que andaba con dificultad.

La silla en la puerta dispuesta para que mi madre se sentara a hacer “sus labores” mientras nos protegía con su atenta mirada.

Mi abuela Dolores pelando habas o haciendo rosquitos…siempre en la cocina.

Mi bisabuela Catalina soportando estoicamente el inexorable paso del tiempo, acordándose de su Ambrosio y de sus olivas.

Corre, corre que te pillo. 

A jugar con los amigos a la calle, pero cuidado con la regata.

La parra que da sombra y me hace observar la retahíla de hormigas que desfilan incansables en perfecta comunicación.

Chocolaaate, moliniiiillo,…

El patio de mi casa es pequeño pero entrañable, lo justito para celebrar allí mi comunión.

Hacer cometas con mi abuelo con las cañas de las que usábamos para coger higos chumbos, papel y cola hecha con agua y harina, restos de lana y trozos de tela de mi abuela para la cola,…y a volarlas al Cortijo de Cuarto con toda la chiquillería alrededor.

Ir a coger caracoles con Mercedes, la abuela de mi amigo José Luis.

El escalón en el que se sentaba mi tío Antonio y con la monda de una naranja se hacía una especie de dentadura postiza para asustarnos bromeando a mis primas y a nosotros.

Ya no nos salimos a la acera a comer pipas apoyando las dos patas traseras de las sillas a la fachada.

Ya no pasan las vacas de la lechería de Rafael.

Ya no esperamos a mi padre que había echado una partidita de dominó con el Polvero en el Casino después de terminar en la barbería.

Ya no jugamos con las niñas de las monjas que venían a bailar a lo de Pepe Moreno. H, I, J, K,…L, M, N, A…que si tú no me quieres, otro novio me querrá.

Ya no nos amontonamos Kisco, Bernardo, Alonsito, Manolín,…palma arriba palma abajo al cielo voooy ni embarcamos la pelota.

Ya no venden trompos, estampitas ni tebeos en el quiosco del Vito.

Ya no vamos a por pan al Maestro Leo.

Ya no nos pregunta Manola qué queremos en su tienda donde había casi de todo.

Ya no nos mandan nuestros padres a traerles una garrafita de vino de Pepillo Roldán.

Pero ahora vive ahí mi hija y estoy a menudo en mi patio.

Vuelvo a estar en el patio de mi casa, de donde en realidad nunca me fui.

A estirar, a estirar…que el demonio va a pasar, uhhhhhh.

stats