Bellavista: un siglo siendo barrio en Sevilla

Bellavista cumple un siglo de historia tras su creación en 1925

Sevilla acogerá un nuevo festival de música en el Cortijo de Cuarto, en Bellavista

Bellavista celebra su centerio / José Ángel García

El reloj apenas marca las nueve de la mañana. En el bar de la abuela Luisa los vecinos se saludan. Preguntan por sus nietos, por los problemas que solo un barrio hecho pueblo saben los unos de los otros. Escuchas, en silencio, mientras Luis te sirve una de esas tostadas que tienes que salir del centro histórico de la ciudad para poder encontrar. Los carros se empujan hacia el mercado de abastos de Bellavista. Ese que se edificó, provisionalmente, en 1973, cuando el mercado de la Encarnación ya no daba abasto en lo que a espacio se refiere. Fue ahí cuando la cooperativa, presidida en aquel entonces por Manuel García, levantó lo que ahora es la plaza de abastos de todo un barrio.

Nueve y media de la mañana. ''Niña, me ha llegado hoy un producto exquisito, te he apartado un poco que sé que en casa os gusta'' Es lo primero que se oye nada más cruzar las puertas que dan paso a los puestos de la plaza de Calle Guadalajara. Llama la atención la cercanía, el trato y la exquisita presencia de los más de 20 módulos que allí se concentran. Entre ellos, es inevitable acercarse –aunque ciertamente a todos– al de la frutería Ramos. Antonio, el dueño, heredó el puesto de su padre. Llevan abiertos 50 años, uno de los más antiguos de los allí reunidos. Precisamente ese es uno de los traspasados del mercado de la Encarnación. Para Antonio, el barrio ha evolucionado mucho. Recuerda los malos tiempos que sus calles pasaron entre los años 70 y 90, cuando los problemas de adicción fueron uno de los principales inconvenientes para los vecinos de Bellavista. Como mercader, agradece la evolución que tuvo el mercado en su definitiva edificación en 2009, aunque echa en falta –al igual que otros muchos– un buen aparcamiento que haga de aquel un lugar al que sea más fácil acceder para todos. Menciona también el crecimiento de sus habitantes, sobre todo la llegada de gente joven a un barrio que, cada vez, está más vivo.

Vecina comprando en el mercado de Bellavista
Vecina comprando en el mercado de Bellavista / José Ángel García

Algo similar narra Ildefonso Merlo, presidente del mercado de Bellavista, y que lleva al frente de su pescadería la cantidad de años suficientes para saber que, por suerte, todo ha ido a mejor. El presidente, que iba a estar al frente del cargo tan solo unos meses, lleva a sus espaldas cerca de 10 años de liderazgo. Para él, es una alegría ver cómo la gente –y cada vez más jóvenes– siguen viniendo al mercado cada día. No obstante, asegura que son más los pedidos de reparto que tiene que hacer, no solo a Bellavista, sino a distintos lugares próximos a la zona. Uno de los principales problemas que ve para que los clientes que piden a domicilio no acudan al puesto es, como Ramos, la falta de aparcamiento del que disponen los usuarios para poder acceder con comodidad.

Ir a comprar a la plaza de abastos del barrio da pie a, posteriormente, poder hacer una parada reglamentaria –y necesaria, en muchos casos– en uno de los más de cuatro bares que hay alrededor de toda la nave que alberga el mercado. Sentada en uno de esos taburetes altos de bar, y con un café humeante en su mesa, estaba Manuela. Carmín rojo en sus labios y una alegría contagiosa. Lleva cerca de 60 años viviendo en el barrio. No recuerda, apenas, una vida lejos de él. Hablaba de sus calles sin asfaltar y, con admiración, observaba como toda una edificación se había ido construyendo en torno a lo que antes era inexistente. Narraba comercios que ya son un recuerdo, pero que dieron mucho empleo en la época, entre ellos el de ella. Contaba cómo sus días favoritos son los de asistir a la parroquia y, después, escaparse al bar Herencia con su familia –otro de esos establecimientos históricos que albergan las calles de Bellavista–. Al hablar de su parroquia, los ojos de Manuela se iluminaron con el brillo que te da lo que verdaderamente te emociona. Fue ahí cuando un nombre inundó toda la conversación: Dulce Nombre. Para ella, la Virgen de la Hermandad de su barrio es el motivo que abarca todas sus visitas anteriormente nombradas. Pese a que la imagen fue tallada por Luis Álvarez Duarte en 1969, su dulce mirada enamoró no solo a Manuela, sino a todo un barrio. Hablar del Viernes de Dolores en Bellavista es sinónimo de gala. De nervios. De preparación. El día grande de un barrio que se vuelca con su Hermandad. El día de unos niños que se visten de nazarenos, de monaguillos, de acólitos. De las fotos en los balcones y una Plaza del Retiro abarrotada pese a que el día hace horas que decidió hacerse noche. Fue en 1969. Un año después llegaría otro de los vecinos más antiguos del barrio, el Señor de la Salud y Remedios. En palabras de la vecina de la Plaza de las Cadenas, el Señor es ''el mejor enfermero que tenemos'', y es que el nombre hace justicia a tal calificación.

Un vecino con la chaqueta de la Hermandad de Bellavista
Un vecino con la chaqueta de la Hermandad de Bellavista / José Ángel García

Para Joaquín Nieto, su barrio lo es todo. Lleva años esperando que el calendario marcase 2025. Celebra los 100 años de un lugar que le ha visto nacer y crecer. Actualmente, es el presidente de la Asociación Cultural Centenario de Bellavista. Presentará hoy, en el salón Colón del Ayuntamiento de Sevilla, el programa de actos oficiales que llevarán a cabo con motivo de tan importante celebración para ellos. El centenario, que arrancará el próximo mes de septiembre, contará con un logotipo oficial, la inauguración de un parque dedicado a tal efeméride, un monolito que se colocará en la ciudad, y muchos actos más. Destacaba Nieto que, entre otros, quieren darle un carácter especialmente simbólico a la Cabalgata de Reyes Magos del próximo 2026, e intentar que todos la recuerden como la cabalgada del siglo de vida de un barrio con tanta historia. Se han creado también siete comisiones de trabajo que impartirán talleres históricos, de trabajo, de recuperación y, en especial, unos de carácter educativos que se darán en los colegios del barrio, indagando así en las profundidades de Bellavista para dar a conocer la vida de unas calles que albergan tanta historia.

Joaquín Nieto en Bellavista
Joaquín Nieto en Bellavista / José Ángel García

Estas celebraciones finalizarán en junio de 2026. Un año completo. Según cuenta el presidente, el Ayuntamiento de Sevilla y todos los vecinos del barrio al sur de la capital hispalense se han volcado con el programa de actos y con la celebración de un siglo de historia que iniciara el sevillano Francisco Morillas tras su regreso de Argentina, donde tuvo que residir por motivos laborales. Fue en septiembre de 1925 cuando –y haciendo un guiño a Quintas de Bellavista, su lugar de residencia en el país latinoamericano– llegase de nuevo a su tierra natal, y crease lo que ahora se ha convertido en uno de los barrios más populares de Sevilla y que, alejado de la turistificación, sigue teniendo una vida entre vecinos que, inclusive, llega a dar la cercanía que un pueblo puede dar.

Un barrio que creó diferentes puntos de ayuda para ayudar en los tiempos donde las adicciones estaban a la orden del día entre sus calles. Asociaciones como LIMAN hicieron una labor excepcional por ayudar a estas personas que, durante cerca de 20 años, provocaron muchos de los problemas principales que los vecinos más antiguos recuerdan a la hora de hablar de la evolución de Bellavista en todos estos años. A día de hoy, asociaciones como esta siguen apoyando en problemas de dependencias y, además, dan apoyo en tratamientos y en los procesos de incorporación social entre sus vecinos que lo requieran. Además, imparten actividades en institutos, dan atención psico-socio-laboral, y promueven ayudas específicas para mujeres en búsqueda de la igualdad, entre otras acciones sociales.

Un barrio que se rodea de vecinas como Caty Miura que, a sus 91 años, sigue paseando por sus calles, charlando de puerta en puerta, y sosteniendo entre sus manos las entradas para el pregón de Bellavista, acto propio de los tiempos cuaresmales en los que nos encontramos. Caty, con la visión que te da llevar toda una vida paseando calles de barro y, con el tiempo, de adoquín, convive con negocios y vecinos más jóvenes que también se han adaptado al centenario lugar.

Caty charlando con Joaquín
Caty charlando con Joaquín / José Ángel García

Es el caso de Fernando Rodríguez –Kaco, como le conocen allí–. El sevillano se mudó hace ya más de 20 años a Bellavista, no obstante, decidió emprender su negocio hace apenas 8 años. Un estudio de tatuajes en una de las calles principales del barrio. A día de hoy, Kaco Rodríguez Tattoo es uno de los locales que más público atrae, entre muchos motivos por la buena fama del sevillano tatuador. Tal y como expresaba su dueño y fundador, él se sintió completamente acogido por sus vecinos, y muestra constantemente su gratitud a Bellavista por dejarle hacer lo que le gusta con tanto cariño, cercanía y buen trato.

Kaco en su estudio de tatuajes
Kaco en su estudio de tatuajes / José Ángel García

Convive en la misma acera con Casa Amparito, uno de los negocios más antiguos. La tienda de juguetes sigue en pie después de más de 50 años. Al igual que el taller mecánico de la misma calle Guadalajara, que lleva 75 años levantando la persiana cada día para servir a un barrio al que deben todo, siguiendo el ejemplo que su padre les dejó a los dos hermanos al frente de talleres López.

Los hermanos López en su taller, con más de 75 años de historia
Los hermanos López en su taller, con más de 75 años de historia / José Ángel García

La misma suerte corren establecimientos como el Polvero de Ruíz, el restaurante de Seple, Azcona, Casa Moreno, o la escuela de baile de Pepe Moreno. La mismo que los módulos más nuevos del mercado, la peluquería Nuevo Stylo, o tantos rincones que, pese a no tener el peso de la historia a sus espaldas, tienen el apoyo y el cariño de un barrio que jamás abandona a sus vecinos.

Bellavista cumple 100 años. Un siglo de historia de aquel rincón que se separó de Dos Hermanas. Del barrio de Felipe González, a quienes los vecinos recuerdan con cariño. Cien años de anécdotas, de vivencias, de construcción y remodelación. De esos 100, 56 años queriendo a su Virgen del Dulce Nombre, y 55 al Señor que les da Salud.

El reloj marca las dos del mediodía. El bar de la abuela Luisa sigue albergando alguno de esos vecinos que apuran la mañana hasta la hora de la cerveza. Las conversaciones se van disipando al ritmo que los carritos, ya llenos tras sus compras en el mercado, se alejan hacia sus hogares. Un barrio que está de celebración. Aunque la celebración es que, en Sevilla, sigan existiendo rincones como Bellavista.

stats