La piedra se deshace
Hay pináculos, gárgolas y cresterías que se han deshecho por completo · La mala calidad de la piedra y la polución son las causas de una patología preocupante
La Catedral se redondea, pierde sus perfiles y su primera piel lentamente, su piedra se areniza, se desmenuza, casi parece albero en muchos pináculos y cresterías. Hay mucha piedra de este templo que está enferma, que sigue padeciendo un mal inexorable a pesar de que el tráfico rodado quedó suprimido por la Avenida hace ya cuatro años. El problema no es sólo exterior, también se aprecia en muchas capillas. Un siglo de tráfico con intensidad creciente no se arregla en un lustro. Una inspección por las alturas del templo metropolitano basta para comprobar que el mal de la piedra de la Catedral, del que advirtió el ingeniero Manuel Alcalde en su tesis doctoral, se acentúa por años. Las razones de esta patología son dos bien definidas: la mala calidad de mucha de la piedra original y la acción corrosiva generada por la contaminación ambiental. Los constructores de la Catedral emplearon una piedra barata, procedente del Puerto de Santa María, que podía transportarse en barco. La piedra de mejor calidad estaba entonces en localidades como Osuna y Estepa, pero para trabajar con ella se requería un transporte más costoso, realizado en carreta y por caminos en mal estado de conservación e imposibles de recorrer en invierno, lo que hubiera obligado a trabajar sólo en verano. Esta circunstancia, sumada al ambiente agresivo del entorno del templo, ha sido letal para provocar una patología que requiere continuamente de medidas correctoras.
El arquitecto conservador de la Catedral y maestro mayor del templo, Alfonso Jiménez, está ya acostumbrado a recoger material del suelo de las cubiertas. "Había prisas por terminar la Catedral y se escogió el material más rápido y económico". Un simple golpe manual en las rejillas protectoras de muchas vidrieras basta para que caiga una cascada de arena. "Podemos afirmar que la arenización es un problema preocupante en zonas localizadas de la Catedral, sobre todo en las cresterías y en las cubiertas, donde llega a ser escandaloso, en lugares que en general están expuestos a la lluvia".
El diagnóstico de la arenización ya ofrece algunas cifras. El 10% de la piedra de las cresterías se ha convertido en albero. Hay casos en los que no quedan restos ni de cresterías, ni de pináculos, ni de gárgolas. Se han consumido. "Incluso tenemos dudas de cómo eran a la hora de afrontar sus reconstrucciones". Las zonas más arenizadas se localizan en las cubiertas de la nave central y de la capilla real.
El arquitecto Jiménez admite que el cierre al tráfico rodado de la Avenida de la Constitución ha sido todo un acierto: "No cabe duda de que ha sido una medida absolutamente beneficiosa, no hace falta realizar ningún estudio especial para llegar a esa conclusión. Pero debemos tener claro que los efectos de todo un siglo de tráfico generando basura en el medio ambiente, además cada vez más creciente, no se arregla en cuatro años".
El primer beneficio del cierre al tráfico ha sido el resultado de la comparación de las fachadas que se limpiaron a finales de los años 90 -con autobuses y coches aún por la Avenida- con las limpiadas en los últimos tiempos. El rápido ennegrecimiento de las primeras contrasta fuertemente con la durabilidad de la limpieza de las segundas. Algo se ha avanzado, aunque resta por mucho hacer en este aspecto.
La arenización obliga a ejercer un control periódico de las cubiertas y de algunas zonas del interior como determinadas capillas. "La basura del tráfico ha entrado en la Catedral en muchos momentos. La contaminación ha llegado a inundar el interior del templo. Los efectos se notan, aunque no sean tan bestiales como en el exterior. Siempre he defendido que las personas que han vivido en la Avenida y han dormido con las ventanas abiertas han tenido más riego de enfermedades. Con la piedra ocurre lo mismo". Un equipo de operarios repasa al menos dos veces al año las cubiertas. Los objetivos: retirar la suciedad, revisar la estabilidad de elementos y alertar de los efectos del mal de la piedra.
La arenización tiene un tratamiento definido: la limpieza de la piedra mediante un mecanismo de aspiración de la basura superficial (evitando siempre el cepillado) y la aplicación de una sustancia química que consolida el material. Este proceso se convierte en una suerte de tormento de Sísifo dadas las dimensiones del edificio. Pero no queda otro remedio para evitar el redondeo de perfiles de un templo que por su condición gótica y su vocación tradicionalmente espiritual es de trazas eminentemente verticales.
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