La química de un agnóstico
Calle Rioja
EN su última clase antes de jubilarse, Antonio Cascales Ramos (Sevilla, 1940) habló del espacio de los lugares y el espacio de los flujos. La fórmula es de Manuel Castells. Un lugar, por ejemplo, es la Avenida, "donde durante quinientos años han pasado cosas". Una de ellas fue su propio nacimiento frente a la Giralda. "Mi padre era portero del edificio de La Aurora, una compensación por haber perdido una pierna en la batalla del Ebro". Un flujo, por ejemplo, es la isla de la Cartuja en la que se ha jubilado como profesor. "Allí no hay buzones de correos, porque todo se hace con ordenador".
Van a echar de menos a este profesor de Comunicación Intercultural. Las tres culturas de su asignatura no tienen nada que ver con el aggiornamento clásico que da nombre a una Fundación, judíos, musulmanes, católicos, "una síntesis que en la Edad Media funcionó bastante bien". Sus tres culturas emergen en los años sesenta en Estados Unidos: la de los chicanos abanderados por Chaves, un líder carismático que convoca una huelga de los recogedores de frutas de California que contó con el apoyo de Bob Kennedy en plena campaña electoral. "Lo apoya porque Chaves era profundamente católico, se sabía la Rerum Novarum de memoria y se la creía". Las otras dos culturas son más populares, la de la negritud alentada por Martin Luther King y la cultura joven, un semillero que tiene como detonante el baby boom de los veinteañeros hijos de los soldados que vuelven del frente de la II Guerra Mundial. Cantera sociológica de Berkeley y del mayo francés.
Cascales es un personaje intercultural. En Sevilla se enamoró de una alemana, Ingeborg Speer, "la perseguí por varias ciudades europeas, tenía un cuerpo de Juno, que diría Byron, fuerte, marmórea. Es profundamente católica y lleva a mi lado, que soy agnóstico, desde hace 44 años".
El hijo de un picapedrero autodidacta que aprendió a leer en el Ateneo Libertario de Gerena se casó con la hija de un intérprete de croata que formaba parte de la expedición de alemanes que en una diáspora repobladora bajaron desde la Selva Negra por el cauce del Danubio. En el homenaje que le han hecho sus compañeros, le sorprendió un vídeo con la voz de Alfonso Guerra. "Mencionó una por una todas mis novelas". La trilogía de heterodoxos -Los tornadizos, Rodafortuna, Crónica londinense del reverendo Blanco White- y El cuarteto de Praga, la más contemporánea.
El libro que más notoriedad le dio a Cascales se lo publicó Lara "en una colección en la que aparecía detrás de Willy Brandt". Lo tituló Otoño electoral, un repaso de los procesos electorales norteamericanos "hasta el Watergate". Como su viaje amoroso, su dedicación a la publicidad es también un viaje intercultural, un tránsito de flujos y espacios.
"Cuando acabé mi carrera de Ciencias, lo que quería era investigar. Pedí una beca a la Fundación Juan March, que me denegaron. Me puse a hacer prácticas de químico en el Instituto de la Grasa y descubrí que en el laboratorio nunca sabría lo que sabían allí de las almazaras. Cambié el chip". Viaja por Italia y Alemania "y veo que es más interesante el consumo que la producción".
De vuelta en Sevilla, le encargan la dirección técnica de la agencia publicitaria Cid. En 1971 creó su propia empresa, Expansa, a la que dedicó 25 años de su vida profesional. Ha sido militante y simpatizante para descubrir "la debilidad estructural de la izquierda". Fue andalucista en la antesala del PSA y lo dejó en el congreso de Torremolinos. "La izquierda tenía ideales, generosidad y muy pocas cosas más".
Decide ingresar en el PSOE un día de noviembre de 1979 al escuchar una conferencia de Felipe González en el hotel Los Lebreros. "Estuvo una hora y media hablando de la importancia de la moral del trabajo y me llevó al huerto". Llevó la campaña andalucista al Congreso de los Diputados en las elecciones de 1977, "un fracaso", y las municipales del PSOE en 1979. El más votado fue su candidato, Antonio Rodríguez Almodóvar, pero la permuta de Sevilla por Granada le dio la Alcaldía al andalucista Uruñuela.
Dedicó muchas horas de su trabajo a convencer a los líderes socialistas de que el mercado electoral es distinto del comercial. "Electores somos todos, los ricos y los pobres, los viejos y los jóvenes". Y demostró la eficacia electoral de las cabinas de teléfono, esa antigualla arqueológica. "No sólo para votar a un candidato, sino para sensibilizar a la gente de que no quemen el monte".
El agnóstico y la católica tuvieron tres hijos: Beatriz, profesora de Alemán en Jerez, Daniel y Elvira. Dedicará el tiempo libre a novelar la vida de Antonio Machado Núñez, el abuelo de los Machado, "el primer catedrático que habló en Sevilla de Darwin". A Cascales le dieron una cena de homenaje en el Puesto Los Monos. Vida de flujos y lugares. Una noche en autobús para manifestarse en Madrid contra la OTAN y un año después pidiendo firmas en la plaza de América para entrar en la Alianza. Una vida de enseñanzas. Una de ellas: no hay reto más complicado para un publicista que llevar la campaña de un candidato enamorado.
No hay comentarios