Los vecinos del Polígono Sur: "Suprimir paradas de autobús es retroceder unos años"
Los residentes en las Tres Mil Viviendas lamentan la decisión de Tussam de modificar los recorridos de las tres líneas que pasan por el barrio
"Lo hicieron sin informar antes", critican algunos de los usuarios afectados
Tussam cambia los itinerarios de sus líneas en el Polígono Sur tras varios incidentes
La lista de agravios del Polígono Sur en los últimos años podría rellenar un libro tan gordo como El nombre de la rosa, la obra maestra de Umberto Eco, que es también el nombre de una calle del barrio, desde que hace unos años el Ayuntamiento decidiera rotular las vías del barrio más deprimido de la ciudad con los títulos de grandes obras de la literatura universal. En la calle El nombre de la rosa huele fuerte a marihuana y los cables van de un bloque a otro, pero si queda alguna familia normalizada, cada vez lo tiene más difícil para poder tratar de salir de este ambiente marginal.
Primero fue la creación de un comisionado sin apenas competencias, hace ya más de veinte años, una figura que se tambaleó con la llegada de los chabolistas de Los Bermejales, que compraron los pisos con el dinero que el Ayuntamiento les dio a cambio de levantar el asentamiento. Luego vendría un plan integral que tuvo resultados muy discretos y una larga serie de decisiones erróneas, como la de sacar la comisaría de la Policía Nacional (prometida desde los años ochenta) del barrio para instalarla junto al apeadero de Renfe en el Virgen del Rocío, así como eliminar oficinas de servicios públicos como Correos y AVRA (Agencia de Vivienda y Rehabilitación de Andalucía).
Llegó la era de la marihuana y el barrio se convirtió en un vivero, con la consiguiente proliferación de apagones, que por supuesto no afectan únicamente a quienes cultivan las plantas sino también a las muchas familias que pagan sus facturas religiosamente y no disfrutan del suministro de luz como en el resto de la ciudad. Un estudio de la plataforma Nosotros También Somos Sevilla cifró en 1.964 los cortes de electricidad que sufrió el Polígono Sur entre los meses de mayo y octubre de 2024. A una media de casi once incidencias diarias.
Para colmo, llevan años padeciendo carreras ilegales, fiestas en la calle hasta altas horas de la madrugada y tiroteos para celebrar o amedrentar por parte de los clanes de la droga, que son los que tienen las armas de fuego. Algunos tienen armas de guerra, como el fusil AK-47 que se empleó en los tiroteos del 12 de octubre, unas imágenes que se hicieron virales por el uso de balas trazadoras, como si en vez de un barrio de Sevilla fuera uno de un país en guerra.
El siguiente grano de arena en esta montaña cada vez más alta que tienen que escalar día a día los vecinos del Polígono Sur es el recorte del recorrido de las tres líneas de autobuses urbanos que recorren el barrio, la 30, la 31 y la 32. Una serie de incidentes (apedreamientos y disparos de lo que parecen ser balines contra los autobuses) han llevado a la empresa Tussam a modificar los itinerarios de sus vehículos para garantizar la seguridad de sus conductores y viajeros. Eso ha condenado a cientos de usuarios a tener que recorrer a pie distancias mucho más largas para poder coger el autobús que los lleve a sus puestos de trabajo, centros de estudio o simplemente al centro de la ciudad para dar un paseo.
Carmen es una usuaria de la línea 31 que espera el autobús en la calle Padre José Sebastián Bandarán. "Me obliga a venir andando desde el final del barrio, donde vivo, y donde antes lo cogía. Ahora tengo que llegar caminando hasta aquí, y como aquí no paraba antes el 31, tampoco aparece en la aplicación de Tussam cuánto tiempo falta para que llegue. Lo único que espero que no nos lo quiten y tengamos que ir fuera del barrio a cogerlo", explica la mujer, mientras aguarda la llegada de su autobús, la tarde del pasado miércoles.
En la misma parada están Miguel Nolasco y Adela Reyes, que se suben a la línea 32. "Sí, antes el autobús giraba a la izquierda en la rotonda y llegaba hasta el final, pero ahora sigue recto y gira a la derecha, han quitado toda esta parte del recorrido", explican ambos, justo en el momento en el que llega su autobús.
Una de las paradas suprimidas es la del centro cívico El Esqueleto, que presenta un estado mejorable. Tiene una luna rota y sacada de sus ejes, y sólo un papel informa de que la parada no está en funcionamiento de forma temporal. Afecta mucho a la población que acude a este edificio para participar en los talleres municipales que se imparten en el mismo. Uno de ellos es el de costura, cuyas usuarias tuvieron bastante notoriedad después de que denunciaran que el Ayuntamiento había retirado el curso del Esqueleto y lo había mandado a una zona mucho más conflictiva, muy cerca del lugar en el que se produjeron los tiroteos del 12 de octubre. Finalmente salieron vencedoras y acuden cada martes a su taller en el centro cívico El Esqueleto, como los años anteriores.
"La retirada de estas paradas afecta a gente que viene de otros barrios, no sólo a los vecinos. Después de la lucha para conseguir el taller, nos quitan el autobús. Si ha habido incidentes, la solución es más presencia policial, no puede ser suprimir servicios. Ni siquiera tenemos claro qué paradas han suprimido. Tussam no da información. En la aplicación aparece todo como antes. Hemos llamado al 010 y no conocen cuáles son las paradas eliminadas", dice una de las usuarias de este taller de corte y confección.
La falta de información es una gran queja entre los usuarios. Muchos de ellos acudieron a sus paradas habituales una mañana y sólo se dieron cuenta de que los autobuses no entraban cuando pasaban los minutos y no venía ninguno. No había ni un papel, ni una comunicación a través de las redes... Nada. Eso llegaría después. Y todavía hay quien espera el autobús en alguna de las paradas suprimidas, como es el caso de un hombre que permanece sentado en la parada del 30 de Escultor Sebastián Santos, junto al parque de bomberos. Lleva un buen rato ahí, hasta que dos chicas se acercan y le informan de que el autobús no pasa por ahí, que tiene que ir hasta la avenida de la Paz a cogerlo.
"Al otro lado de la carretera, yo que vivo en la otra punta del barrio y no puedo andar", dice una señora, a la que ha fastidiado especialmente la medida. "Haced algo, por favor, sacadlo en los periódicos, esto no puede ser lo que están haciendo con nosotros. Somos ciudadanos como otros cualquiera, pagamos nuestros impuestos y ahora, porque han tirado unas piedras, ya no pasa el autobús". En el mismo sentido se pronuncia una vecina que llamó hace unos días al periódico, pero que no quiso dar su nombre por temor a represalias. "Yo si me coges por el barrio esperando el autobús no me importa salir, pero el nombre no por favor, porque tengo hijos jóvenes y no sé si les puede pasar algo", asegura, dejando ver el miedo latente que hay entre la población del barrio a formular cualquier denuncia pública que pueda molestar a quien no deba.
Rafael Pertegal Santiago es uno de los representantes vecinales del Polígono Sur, en concreto de las 624 viviendas de la barriada Martínez Montañés, la zona más deprimida de todas y conocida popularmente con el sobrenombre de Las Vegas. "Creo que es una medida perjudicial, sobre todo para las familias que están normalizadas, que tienen que ir a su trabajo en el centro o en cualquier otra zona de Sevilla. Esto les condiciona bastante. Hay personas que estudian fuera del barrio".
Para Pertegal, "esto lo que hace es volver a los años anteriores, en vez de mejorar, lo que se hace es empeorar, retroceder en lo poco que se había mejorado". "No olvidamos que el Ayuntamiento intentó también que Lipasam no entrara a realizar sus servicios en ciertas calles", explica el portavoz vecinal, en referencia a la polémica generada tras los tiroteos del 12 de octunre, cuando el alcalde, José Luis Sanz, anunció que Lipasam entraría en determinadas vías sólo con la escolta de la Policía Nacional. Finalmente no fue así.
"Presencia policial hay, y así sí están haciendo su trabajo. Pero intentar perjudicarnos, lo han intentado. Y el servicio de recogida de basura no se puede eliminar, porque si no sería un caos. Y el de transporte tampoco, porque si antes tenías que levantarte media hora antes, ahora hay que hacerlo una hora y media porque hay que ir a la otra punta a coger el autobús", añade Pertegal.
Le acompaña José María Algora, director de la Asociación Familiar La Oliva. No es éste el barrio más perjudicado por la medida, pues los autobuses siguen pasando por sus calles, pero sí quiere hacer una reflexión sobre la inseguridad que hay en el barrio, que poco a poco va provocando la retirada de los servicios. "Los vecinos lo único que hacemos es hacer escritos para que retiren los bancos y otros elementos del mobiliario urbano, pero nosotros defendemos un modelo de barrio y de ciudad que sea habitable para los mayores, para los niños, con zonas de juego y demás. No podemos perder derechos y servicios públicos por problemas de seguridad. Y lo del autobús es un ejemplo".
"Para nosotros es una preocupación muy grande, porque se empieza por los conductores de los autobuses y puede llegar a cualquier cosa. De hecho, los servicios privados, como mensajeros y repartidores, ya cuesta trabajo que entren en el barrio. Los servicios públicos no pueden abandonar a los vecinos del Polígono Sur, porque al final terminaremos en que esto va a ser mucho más preocupante", apunta este representante vecinal.
Algora asegura que no sólo se refiere al gran problema del tráfico de droga que padece el barrio, sino al vandalismo y los problemas de convivencia. "Tenemos carreras ilegales, tenemos candelas que hacen en cualquier sitio y destrozan el mobiliario urbano, cualquier zona de juegos infantil o deportiva se usa al final para una candela o para una botellona. Nos cuesta mucho trabajo mantener nuestras propias zonas comunes de la barriada".
El representante vecinal recordó que hace unos días visitó el barrio el subdelegado del Gobierno, Francisco Toscano, que estuvo reunido con más de 30 entidades de la zona. "Le expusimos el problema que tenemos y le pedimos más presencia policial. Creemos que debe haber más presencia, tanto de la Nacional como de la Local, que deben coordinarse más, porque hay muchas materias que son competencia de la Policía Local, como botellonas, ruidos o las carreras ilegales".
Sin embargo, presencia policial hay bastante y sólo hace falta dar una vuelta por el barrio para comprobarlo. En una vuelta en coche por las principales avenidas se observa un furgón de la Unidad de Prevención y Reacción (UPR) de la Policía Nacional y dos patrulleros de la Policía Local. "Sí es cierto, pero no hay presencia siempre que la necesitamos. A veces llamamos para denunciar un problema de convivencia, y no vienen. Por el día sí se ve mucha policía, pero cuando oscurece no hay tanta, y se cierran los bares y comercios y se hace hasta difícil andar por las calles, porque todo está vacío".
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