Sevilla FC

El motor está en la segunda línea

  • Que los delanteros del Sevilla, llámense como se llamen, no vean puerta es cuestión de un modelo que explota más la llegada y la asociación de interiores y extremos.

  • Franco Vázquez, sus goles y sus ocasiones, fue el ejemplo.

Análisis táctico.

Análisis táctico. / Departamento Infografía.

Los arietes del Sevilla no tienen gol, pero no es un problema de hombres ni de nombres. No lo tiene ni con De Jong ni con Dabbur, ni con Chicharito ni con Munir porque no es un problema de delanteros sino del modelo. El motor de este equipo ha quedado claro que está en la segunda línea, esa fuerza en la que se juntan los centrocampistas de llegada, digamos los interiores, y los falsos extremos. De esto último empezó jugando el reclamado Dabbur y en esa posición le cayeron tres balones para el remate y en esa demarcación también acabó jugando Munir cuando cazó con la zurda el balón del 3-0.

En este sistema, el jugador que acaba condenado a la nada parece ser el nueve, al que le cuesta –porque es verdad que le cuesta– ponerse de gol. La excepción de la regla fue el cabezazo de De Jong al Levante.

Pero no debería ser un problema si esa segunda línea tiene esa llegada tan arrolladora como demostró ayer Franco Vázquez, que, libre de marca en sus subidas, marcó dos goles como pudo hacer cuatro. Es esa franja de campo en la que se lucen Ocampos cuando juega, donde Nolito ve puerta y hace un juego que convence a Lopetegui más que el de Dabbur, o donde también pone su calidad Óliver Torres. El motor del Sevilla no son sus delanteros, sino ese batallón que tiene por detrás.

Defensa

El trabajo de Gudelj fue magistral cuando el Dudelange intentó salir en una fase en la que el Sevilla bajó el ritmo en ataque. Fue al final de la primera mitad, donde se juntaron los únicos momentos de apuros de un sistema defensivo que ayer estaba llamado a no sufrir. Sergi Gómez también mostró un magnífico tono antes de marcharse lesionado.

Ataque

La salida fulgurante del Sevilla aprovechó el pánico inicial del Dudelange para encerrarlo en su área y merodearla incluso con ocasiones claras. El repliegue intensivo del equipo luxemburgués facilitó las llegadas de Escudero y Rony Lopes fundamentalmente en algo más parecido a un 1-4-4-2 sin serlo, pero faltó la claridad de ideas en los últimos metros. La esperada aportación de Dabbur no fue resolutiva (el israelí tuvo dos en las que no acertó y una tercera en la que no llegó a rematar) y De Jong no encontraba su sitio.

Franco Vázquez detectó pronto que nadie lo seguía en sus subidas por dentro y tuvo varias ocasiones antes de marcar el 1-0. Dabbur se enredaba solo, Rony Lopes se apagaba muy pronto y De Jong no aparecía. Pero el bajón físico previsible que el Dudelange iba a experimentar acabó de entregarle al Sevilla la llave del partido. Con Bryan Gil y Munir más frescos, los de Lopetegui sentenciaron con relativa placidez.

Virtudes

Tener paciencia y esperar que el desgaste del rival llegara.

Talón de Aquiles

Cuando se cambian tantos jugadores en un mismo once se corre el riesgo de que si los goles no llegan pronto aparezcan la ansiedad y los nervios. Hubo un conato de algo de eso en los últimos 20 minutos de la primera mitad, en los que el Dudelange se estiró.

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