Johannes Geis o el espíritu del juego

El alemán cumple como central, pese a comerse el marrón del novato en el gol del Celta, y apunta mucho fútbol gracias a su criterio con el balón, justo lo que está buscando Berizzo

El alemán Geis sale con el balón jugado tras controlar con el pecho ante el goleador de los célticos, Maxi Gómez.
El alemán Geis sale con el balón jugado tras controlar con el pecho ante el goleador de los célticos, Maxi Gómez. / Fotos: Antonio Pizarro
Eduardo Florido

19 de noviembre 2017 - 02:33

Para el que guste de la música clásica el nombre de Johannes es sugerente. Es imposible no acordarse inmediatamente del genio del Barroco, Johann Sebastian Bach, el creador de creadores. Y así se llamó también Brams, pieza clave en la evolución romántica de la música desde Beethoven en adelante. Más de un aficionado tararearía alguna cantata de Bach cuando el Sevilla anunció el fichaje por sorpresa de Johannes Geis, cuyo apellido también es sugerente: geist en alemán es espíritu. Sin alcanzar a saber si su apellido está relacionado con la raíz etimológica de espíritu, o de fantasma, sí que se pudo comprobar en el primer partido completo del teutón que tiene algo que le puede faltar al Sevilla, buen criterio de juego.

Johannes Geis sabe jugar al fútbol y llama la atención que Eduardo Berizzo lo haya condenado a jugar de central, pese a que apenas jugó algún partido aislado en la Bundesliga ahí, por la necesidad de cubrir la agujereada zaga sevillista. Con Kjaer y Mercado entre algodones, el Liverpool asomando la oreja y casi nadie acordándose ya de Pareja y Carriço -ay, los cansinos agoreros del verano-, el técnico argentino optó por darle a Geis el puesto de central en la prueba de Cartagena, repitió un rato en el Camp Nou y ante el Celta lo eligió como pareja de Lenglet.

Apunta buenas maneras el mediocampista de 24 años. Sin siquiera entender apenas español, según desveló el propio técnico, a Geis no le tembló el pulso para aceptar el reto de ser central y cumplir. Aun así, se comió el marrón del novato. Le tocó marcar al máximo goleador del rival en una de las especialidades del Celta, un equipo que ha marcado siete goles de cabeza, ocho con el de ayer, y es el segundo máximo realizador desde el saque de esquina. Pues en una falta lateral, bien botada por Pione Sisto, a Geis, de 1,81 metros, le tocó marcar a Maxi Gómez, de 1,86. N'Zonzi se quedó mirando la jugada como hombre libre desde atrás. Y David Soria hizo el resto al comerse el remate combado.

El 0-1 no amilanó al alemán, aunque sí desluce su buen partido. Sin desentonar en una defensa que sufrió en los centros y en las cómodas combinaciones por el medio, por esos pasillos que dejan la forzada pareja de N'Zonzi y Pizarro, Geis mostró buen criterio en el juego y veneno a balón parado, mucho más que juego aéreo. Y dejó en el aire la duda de si no aportaría mucho más en su posición natural. Porque el Sevilla, pese al anuncio de su técnico, no dominó con lo que "mejor sabe hacer, el buen uso del balón", no. El partido fue un correcalles en el que pudo marcar el 0-2 el Celta primero y empatar después. También falló el Sevilla goles, verdad, pero lo que es evidente es que no supo controlar el partido con el balón.

Geis, entretanto, siguió a lo suyo, la disciplina alemana. Tras la lesión de Corchia, Kjaer salió al eje y el alemán se situó como lateral derecho. Y no sólo cumplió. Ahí, más adelantado, es donde afloró el espíritu del verdadero Geis, un futbolista que sabe anticiparse al juego, que sabe desahogar a la primera, que sabe usar con criterio el balón... Justo lo que pide Berizzo. Quizá lo tiene sin verlo.

La suerte de la fea: Nolito y el infortunio del Mudo ante el gol

A veces enjuiciar el rendimiento de un futbolista no es fácil para el ojo rutinario, condicionado por el juicio domingo tras domingo a unos jugadores del que va reteniendo sus vicios. En un análisis neutral, quizá Franco Vázquez le ganara la partida a Nolito por participación, reparto de juego, ese toque invisible a la primera de espaldas, y llegada al área, buscando las sombras de la defensa rival. Cuatro veces se puso de gol el Mudo, y cuatro veces se quedó ídem. Muriel le dio dos pases de gol: en el minuto 3 la estrelló en Rubén Blanco; en el 34, rozó la escuadra tras templar un gran pase de la muerte. Antes, en el 20, su volea de zurda se fue alta y en el 24 Jonny le tapó otro disparo claro de zurda. Nolito, sin llegar a tanto, tuvo una de cabeza y la coló con mucha clase. La suerte de la fea la guapa la desea, dice el refrán.

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