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Papu Gómez: "Me mato entrenando, soy 'recontra' profesional"

  • A sus 33 años, el centrocampista argentino se muestra muy dispuesto a seguir dando guerra y da buenas sensaciones en el inicio de la temporada

Papu Gómez y Lamela se felicitan por el triunfo ante el Rayo.

Papu Gómez y Lamela se felicitan por el triunfo ante el Rayo. / Antonio Pizarro

Cuando llegó al Sevilla en el mercado invernal de la pasada temporada, Papu Gómez se tuvo que contentar con un dorsal que quedaba libre, el 24. Y no le fue mal. Lo curioso es que luego, cuando marchó con la selección argentina, le pasó algo muy parecido. Lo cuenta en una entrevista en el Diario Olé: "Al llegar al Sevilla en enero, a mitad de temporada, estaban todos los números ocupados y la 10 ya la tenía Rakitic, entonces me dieron la 24. La verdad es que no me gusta para nada... O no me gustaba, je. En la selección usaba la 7 y un día vino Rodrigo (De Paul) y me dijo si la podía usar él. Obviamente que le dije que sí, es un número, no pasa nada, y si se siente cómodo... Además Rodri es mi amigo. Y para la Copa América me dieron la 24, así que, con la 24 ojo, eh. Ahora me gusta mucho, je".

Y con ese cabalístico dorsal 24 saltó el pasado domingo por la noche a la yerba del Ramón Sánchez-Pizjuán para cuajar ante el Rayo una notable segunda parte, siempre con su acusada personalidad: hay que tenerla para dejar pasar el balón dos veces en una misma jugada, la que acabó en el 2-0, el primer gol de su paisano Lamela como sevillista.

El Papu, tras su desencuentro en diciembre del pasado año con el entrenador del Atalanta, Gian Piero Gasperini, se quedó fuera de la convocatoria en los nueve partidos siguientes del club bergamasco, para dolor de los miles de seguidores que lo tienen por un ídolo. Monchi estuvo hábil para llegar el primero a esa puerta que seabrió y el Papu recaló en el Sevilla. Pero su déficit físico forzó a Julen Lopetegui a dosificarlo. Salir en la segunda parte ante un Rayo que actuaba con diez desde el minuto 15 no es la mejor vara de medir si el argentino ha ganado en ese fondo físico que necesita para ser titular en este Sevilla tan exigente, pero su propósito quedó patente. Tuvo mucha verticalidad, chispa, ritmo.

Quizás la clave la da en esa entrevista a Olé: "En las eliminatorias (sudamericanas), le corté el pelo a De Paul, no me tocó jugar y empezaron a decirme el peluquero… Y yo me mato entrenando, soy 'recontra' profesional, tengo 33 años y ya no soy un pendejo… Por eso pensaba: “La puta madre, que me toque jugar y demostrar porque si no me van a tomar para la joda (para la broma)”. Y, por supuesto, que también ayudan los resultados…".

Poco tiempo le ha bastado a Alejandro Gómez para ser todo un referente en el vestuario sevillista. Y no sólo por ese perfil distendido que él mismo no quiere convertir en el centro de su vida. También por su enorme compromiso deportivo. Además, tanto él como su mujer Linda disfrutan de la hospitalidad y los encantos de Sevilla, como bien expresan de vez en cuando en las redes. Están dispuestos a que el vínculo sea profundo.

Tras la toma de contacto de la pasada campaña, quiere dar el paso y sentirse tan importante como lo ha sido en el Atalanta. Tendrá dura competencia, incluso de algún compatriota como Ocampos o Lamela, o de otros que están a punto de llegar, como Delaney. La polivalencia del Papu lo lleva a ello. Pero él va muy en serio. Nada de joda.

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