Desde mi córner
  • Superar el reciente Tourmalet liguero ha provocado que hasta aclare la enfermería

Quique está sacando al Sevilla del pozo

CUANDO no hay harina, todo es mohína y eso se comprueba un día sí y otro también. Alguna vez le ha ocurrido a todo bicho viviente, difícilmente se escapa nadie de ese problema y en el Sevilla estamos viendo cómo en retorno de la harina, la pesadumbre salió por la ventana. No hay más que ver cómo a rebufo de los buenos resultados, la enfermería va vaciándose y la vida se mira con un talante diametralmente opuesto al anterior.

Con el subidón hasta ha disminuido el ruido externo y no sólo el que provenía de una clientela crispada, sino el que producía la lucha por hacerse con el puente de mando. Y en todo este cambio hay un hombre especialmente importante, el entrenador. Tras el tiro en el pie de la contratación de Alonso que sucedió al desafortunado cese de Mendilibar, la llegada de Quique Sánchez Flores ha cuajado en una buena operación. Y eso que el arranque fue ciertamente dubitativo.

La forma en que el Sevilla ha superado el Tourmalet que suponía los viajes a Valencia y Madrid más las visitas de Atlético y Real Sociedad es la confirmación de que al volante se encuentra un piloto de garantía. Ha superado con creces dichos puertos de montaña y ahora que viene la cosa más llana, la enfermería va despoblándose. La incorporación de Acuña potencia indudablemente la franja de babor, mientras que la vuelta de Lukébakio es motivo de ilusión.

El cambio de diseño a defensa de cinco cuando se resta y de tres en el momento de sumar ha sido clave para la buena marcha del equipo. No puede decirse que la situación se haya salvado en su totalidad, pero las sensaciones invitan al optimismo de cara a una escalada que lleve al Sevilla a un lugar más acorde consigo mismo. Siempre creí que tan erróneo fue echar a Mendilibar como contratar a Alonso, pero si todo sirvió para fichar a Quique, miel sobre hojuelas.

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