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Scotta y el Mundial: el mito sevillista ve más favorita a España que a Argentina

Scotta bromea con su nieto Valentino en el estudio de SFC Radio.

Scotta bromea con su nieto Valentino en el estudio de SFC Radio. / Sevilla FC

Héctor Horacio Scotta suena para muchos sevillistas a leyenda lejana de los años 70, cuando llegó a un Sevilla que se reconstruía tras pasar el calvario de tres años en Segunda División, mientras se terminaba el Ramón Sánchez-Pizjuán y que pidió incluso dinero a sus socios para fichar a una leyenda como Daniel Ricardo Bertoni, que se proclamó campeón del mundo con Argentina en 1978 ya como jugador nervionense. Scotta suena también a "pst-pst, que viene, que viene", el grito con la que la grada amedrentaba a barreras y porteros rivales cuando iba a disparar el Gringo.

"Para mí es un placer estar con mi gente sevillista, que realmente siempre me acuerdo del Sevilla, me acuerdo de esta ciudad maravillosa que siempre me ha atendido muy bien. Uno no se puede olvidar de la gente cuando a uno lo aprecia. Y tengo acá a una figura, Valentino, mi querido nieto, que me hace levantarme a veces a las cinco de la mañana para verlo jugar", asegura Scotta, que está pasando unos meses en Sevilla, adonde ha venido a ver a su hija, afincada aquí, y a su nieto, que es uno de los capitanes del Sevilla Atlético.

Junto a él ha sido entrevistado en SFC Radio, donde ha dejado varias impresiones sobre el equipo de Jorge Sampaoli, del que se mostró seguro de que sabrá sacarle partido a la plantilla para salir del descenso, de su nieto, al que ve "jugando en Primera División, aunque no sea en el Sevilla, por las ganas y el empuje que tiene", y también del fútbol actual y del Mundial de Qatar.

Sobre estos dos asuntos fue llamativa su afirmación de que ve ya muy poco fútbol, más allá de seguir siempre a su nieto Valentino. El domingo, por ejemplo, lo pudo ver en directo, en el Nuevo Colombino. En Buenos Aires lo sigue por los medios oficiales del club. "Mi mujer me levanta a las cinco de la mañana para ver los partidos", asegura.

Pero Scotta echa de menos otro tipo de juego. "Veo muy poco fútbol por la tele, pero no sólo el fútbol de acá, en Buenos Aires tampoco veo. No me gusta el fútbol de ahora, todo es balón para atrás, a veces atacan con un solo delantero, y nosotros atacábamos con seis; no entran en el área, no hay tiros de media distancia...", dice algo protestón Scotta, quien sí se siente atraído por el juego de la selección española.

"España me gusta, porque tiene gente joven que se sacrifican, que corren, que van, que vienen, que tocan bien también. Lo voy a decir, a mí me gustan España, Francia y Brasil". ¿Son sus favoritas para ganar el Mundial? "Sí. No veo bien a Argentina, no sé qué le faltará. La selección argentina lamentablemente siempre cuenta con todos los jugadores que están en Europa, que nunca se ven y sólo los juntan antes del Mundial. Y en Argentina hay buenos jugadores en todos los equipos, en San Lorenzo, Boca, River, Vélez... Grandes jugadores. Que te vengan a buscar a Messi, bueno, es una cosa, pero venir a buscar a todos a Europa...", se lamentaba. 

"Messi, sí, como Maradona. Diego se cargaba la selección en el hombro y le daba para delante. Ojo, yo quiero que salga Argentina campeón, la camiseta la tengo en la sangre también, pero no lo veo con ese fútbol", añadía.

Su llegada al Sevilla en 1976

Scotta también recuerda cómo fue su fichaje por el Sevilla, con el que jugó entre 1976 y 1980 (120 partidos y 66 goles), tras una gira de la selección argentina de César Luis Menotti, que preparaba el Mundial 78, por Europa.  "Habíamos hecho una gira con la selección argentina en el 76, antes del Mundial... Kiev, Polonia, Alemania... y terminé en el Sánchez-Pizjuán. Ese partido estaba en el campo, me convocaron por los 60 goles que hice con San Lorenzo. En el segundo tiempo entré por Kempes, hubo una falta en la medialuna del área, pegó en el travesaño y ahí fue creo la idea de comprarme por parte de Montes Cabeza".

El Gringo no las tenía todas consigo cuando llegó en 1976. "Uno venía medio desconfiando, pensaba que los jugadores no me iban a aceptar pero me encontré con una plantilla espectacular. Entré enseguida en la dinámica, me atendían muy bien y eso me dio fuerza para adaptarme. Debuté en un Trofeo Ciudad de Sevilla con el Cruzeiro, el estadio estaba lleno hasta el margen del césped, y me tocó patear el último penalti y tenía que hacerlo para pasar y realmente iba con la cabeza gacha... Yo tenía una manera de pataear los penales, fuerte, a la izquierda del arquero y arriba. Lo hice. En la final con el Betis hice el primer gol, y ya ahí me hice una amistad muy grande con la gente. Y después comenzamos la Liga y cuando fuimos al campo del Betis también anoté y ganamos 0-1. Y eso me dio una fuerza extraordinaria. Y tenía un jugador como Julián Rubio que me atendía muy bien en los contragolpes".

 

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