El Sevilla, con licencia para soñar

Desde mi córner

Un gol de Ocampos en el viejo Carranza le sirve al Sevilla para acercarse a la cabeza

Iba a cumplirse la hora de partido cuando Ocampos batía a Ledesma en el primer tiro del Sevilla entre los tres palos. Un gol que vale su peso en platino, que pone al equipo sevillista a sólo cinco puntos del líder llevando un partido menos y que logra la estratosférica marca de cuarentaiún puntos en una sola vuelta. Mostrando su indiscutible competitividad, lo conseguido en esta primera vuelta da opción a soñar en el logro de objetivos fantásticos.

La anormalidad que imponía el coronavirus en la última jornada de la primera manga tenía su estrambote en la cita de Carranza con una sobredosis de ausencias, aunque no todas por Covid. Y en esa barahúnda colaboraba Lopetegui con un inopinado cambio en el diseño para una defensa con tres centrales que cambiaría muy pronto para volver a lo natural aun con la ubicación de Acuña, tan habituado a babor, para ocuparse de estribor en comandita con su compatriota Ocampos.

Y el partido se desarrollaba según el guión que ordena Álvaro para un Cádiz ultradefensivo que apela a la guerra de guerrillas aunque con pocos guerrilleros para el contragolpe. Y embarrado el juego, no se veía al Sevilla incómodo con tal estado de cosas; es más, diríase que navegaba en aguas amigas para que todo discurriese sin ocasiones de gol. Y se llegaba al descanso con el convencimiento de que quien fuese capaz de cantar gol iba a llevarse el pleito.

Y el gol llegó cuando iba a cumplirse una hora de juego y ese gol del de casi siempre fue decisivo para que el Sevilla sumase los tres puntos y acortase distancia con el Real Madrid. Un partido sudado ante un equipo que, sabiéndose inferior a la mayoría, se atrinchera atrás sea contra quien sea. Así sus posibilidades de éxito penden de un hilo, sobre todo de que el rival de turno no acierte una sola vez y nunca ganó desde que al Carranza le secuestraron el nombre. Cosas que pasan.

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