El dispar sonido del despertador
Sevilla FC
Colectiva e individualmente, el Sevilla debe estar preparado para la exigencia continua... gane o pierda
El futbolista piensa de otra manera y nadie lo podrá comprender. El futbolista es el único que sabe que el pasado, cuando empiece a rodar el balón mañana martes en el Signal Iduna Park de Dortmund, no contará para nada y que las tres derrotas sufridas por los de Julen Lopetegui en su semana más negra habrán quedado en el olvido.
Siguiendo una de las expresiones preferidas del entrenador sevillista, el Sevilla espera que suene el despertador para cambiar la dinámica en una fase decisiva de la temporada. Y si el ex seleccionador utiliza esta metáfora para referirse al rendimiento individual de sus futbolistas –generalmente suele aplicarlo al jugador habitualmente suplente que de repente tiene su oportunidad– también puede aplicarse al colectivo, al equipo en su conjunto, a un grupo que persigue un objetivo claro y que para el que atiende a los resultados sin entrar en la epidermis podría haber entrado en un momento de letargo.
Las cosas suceden por algo y el preparador guipuzcoano no se cansa de avisar que la exigencia no da tregua a una plantilla muy exprimida que ha podido comprobar que la Champions no es la Europa League y que tiene que competir al máximo nivel cada tres días, sin tiempo siquiera para planificar microciclos de entrenamientos que no sean de sesiones de recuperación tras un partido de competición y la preparación del siguiente.
4 salientes de lesión
En Elche, Vaclík, Jesús Navas, Ocampos y Acuña buscaban recuperar el ritmo
No conviene perder la perspectiva y hay que recordar que los de Lopetegui han disputado dos exigentísimos partidos ante un rival como el Barcelona, uno de ellos además viéndose contra las cuerdas y volcado con todas sus armas habidas y por haber, superando al Sevilla sólo en el último minuto del descuento y, ya con superioridad numérica por expulsión de Fernando, en la prórroga del partido de Copa.
El desgaste tenía que aparecer y la cita de Elche, con un colchón de seis puntos más un partido aún por disputar respecto al quinto, le daba la oportunidad y –ojo– el derecho a Lopetegui de hacer lo que hizo. Y montar un equipo nuevo, utilizar un partido de competición para ir recuperando a jugadores que salen de una lesión (nada menos que a cuatro: Vaclík, Ocampos, Jesús Navas y Acuña) no es fácil sin que se resienta el nivel competitivo.
El despertador suena, claro que suena, pero no a todos por igual. Y más allá de que en el Martínez Valero el Sevilla no hizo un buen partido, se pudo comprobar que un equipo titular es un equipo titular y los del despertador, en el sentido que lo utiliza Lopetegui, son otros.
Por ejemplo, el Papu Gómez jugó su primer partido en su puesto, pues se suponía que vino para hacer de Banega, y el argentino se enredó junto a Rakitic en un ritmo lento dejando patente que, a día de hoy, no está para la exigencia que pide el Sevilla.
Después, no lo olvidemos, Jesús Navas, Ocampos, Vaclík y Acuña, tres de ellos titulares ante los de Fran Escribá, acaban de salir de una lesión, mereciendo una mención especial el guardameta checo, quien se ha visto en el momento más inesperado con un rol protagonista cuando, por sus mismas manifestaciones en varios momentos de la temporada, tenía ya en mente otra circunstancias tendentes al final de su contrato. Nada que ver con la mentalidad que tuvo su compañero Bono la pasada campaña cuando, inesperadamente, le tocó jugar por lesión del centroeuropeo.
Y todas esas cosas, al final, se ponen de manifiesto sobre el verde, para desconsuelo de los aficionados sevillistas.
El despertador suena. Para todos y para muchos individualmente. El secreto está en la gestión global de todo eso.
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