Real Madrid-Sevilla FC

El juez todavía quiere ser parte

Suso, en primer plano ante Rakitic, De Jong y En-Nesyri.

Suso, en primer plano ante Rakitic, De Jong y En-Nesyri. / Juan Carlos Vázquez

Al Sevilla lo colocaron antes de tiempo como candidato al título y lo han sacado quizá también con demasiada prontitud. Cierto es que es muy complicado, pero estamos hablando de una secuencia de puntos posible de alcanzar en el momento en que haya dos tropiezos. Más después del empate de ayer entre dos de los favoritos.

Indudablemente, de haber sumado los tres puntos ante el Athletic el pasado lunes, incluso uno, estaríamos hablando de otra cosa muy distinta, pero que nadie elimine a los de Lopetegui de las quinielas porque aún pueden darse sorpresas. Y no sólo hay un primer puesto que coronar, sino que también hay otros dos premios gordos de consolación que darían a los nervionenses mucho más prestigio del que ya se han ganado.

Ésa es la versión idílica en la previa de lo de hoy. Luego es verdad que suele llegar la realidad cuando se trata de visitar al Realísimo. Decisiones arbitrales que rayan la tiranía, desconexiones que ante un adversario como el que entrena Zinedine Zidane se pagan muy caro y en lo que tarda en pasar una estrella fugaz... Todo eso dificulta aún más el objetivo, que se le ha escurrido entre las manos al Sevilla tantas veces de trece años para acá que casi se ha convertido en un clásico aquello de jugar de tú a tú al Real Madrid en el Santiago Bernabéu y acabar saliendo magullado y desnudo al Paseo de la Castellana.

La Previa La Previa

La Previa / Departamento Infografía

El Alfredo di Stéfano, o Valdebebas para quien lo prefiera así, no es el fabuloso coliseo de Chamartín con sus escarpadas gradas repletas de madridistas, un escenario con una sonoridad que hasta duele en los oídos de los rivales. Y eso es un dato a favor para un equipo que, encima, ha dado en estos años pasos de gigante para acercarse a los grandes presupuestos de la Liga si se comparan resultados deportivos por delante de los pecuniarios.

El Sevilla quiere gritar alto y muy clarito que tiene aún mucho que decir en esta Liga por mucho que los merengues desde ayer dependan de sí mismos para cantar el alirón. De momento lo que acaban de cantar es el réquiem de su paso por la Champions, con dimes y diretes sobre cierta reacción demasiado lisonjera de Hazard. Ganar cuatro partidos seguidos no es fácil en esta Liga. El Sevilla lo ha hecho, no hace mucho además y hasta cinco, pero sobre todo porque está empeñado en impedírselo al que es, de momento, su primer y más directo rival en el siguiente objetivo: ser tercero y ganarse el derecho a jugar la Supercopa de España por primera vez en el nuevo formato de final a cuatro.

Lopetegui acude con todo. Con todo lo que le importa, porque dejó a Munir (5 minutos en los últimos 7 partidos) en Sevilla, mientras que una vez más Sergio Ramos se borra ante su ex equipo –también estaba lesionado en la ida–, esta vez con una nueva lesión muscular.

El Sevilla acude a la cita a demostrar que no está en chanclas y si tiene que morir matando, mucho más contra el Real Madrid, lo hará gustoso. Algunos lo han tildado ya como el juez de la Liga, pero dentro del vestuario se resisten a pensar que no tienen posibilidades de ser también parte. Y si al final no lo son porque la empresa no es nada sencilla, pues llegar hasta donde se pueda se quede quien se quede por el camino...

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