San Sebastián transpira fútbol por todos los poros de su piel. Las obras de Anoeta ya acabaron, ha quedado un estadio precioso y funcional, con las gradas cerca de la hierba para que los nostálgicos de Atocha, que se contaban por miles, dibujaran una sonrisa de oreja a oreja. Faltaba que la plantilla blanquiazul estuviera a la altura del decorado y, a tenor del brioso arranque de la temporada, flota en La Bella Easo la promesa de un venturoso año de balompié.
El Atlético ya padeció la pujanza de un equipo que, en pleno Festival de Cine, sirve en bandeja el símil: sí, esta emergente Real Sociedad de aire tran fresco divierte como una buena comedia.
Sin balón
Imanol Alguacil gusta de una presión adelantada para recuperar la pelota lo más arriba posible. El repliegue intensivo sólo es un recurso si las circunstancias lo aconsejan, pero su pretensión de controlar el partido con una mayor posesión que el rival lo impelen a adelantar líneas con una actitud firme y audaz, aunque no sea la Real una equipo que ande sobrado de jugadores agresivos.
La llegada de Monreal al costado izquierdo le ha venido de perlas para darle a la zaga esas tablas, esa personalidad para dar el paso adelante. Por la otra banda, Zaldua lo secunda con un fútbol similar, de mucho empuje. Y como el central Llorente está cómodo con metros a sus espaldas, la defensa no tiene reparos en plantar la línea lejos de Moyá.
En la medular, a falta de que se recupere Illarramendi, convaleciente de una lesión de larga duración, Zubeldia es la pieza que procura el equilibrio táctico. A su lado, Mikel Merino tiene más libertad para descolgarse, aunque también es un jugador disciplinado y de despliegue físico.
Con balón
En las últimas temporadas, la Real ha venido siendo un equipo de juego a ráfagas, inconstante y, por tanto, con una marcada tendencia a la irregularidad. Alguacil ha tratado de corregir esos vaivenes y parece que los recién llegados están en esa línea: Monreal, Odegaard o Portu son futbolistas intensos, de ida y vuelta, que le han dado el necesario giro de tuerca a un mecano que antes era más guapo que eficaz.
Intensidad, osadía... y calidad: Oyarzabal, el jugador franquicia de los txuri urdin, ha encontrado un compañero de andanzas en Odegaard. Ambos son creativos y, como Portu, buenos llegadores.
Lo mejor
Los nuevos han dado más intensidad al colectivo y llegan con la moral altísima. Creen en lo que hacen y su juego es muy vertical.
Lo peor
La de Sevilla será la primera prueba fuerte a domicilio para comprobar si ya no son tan blandos.
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