Sevilla FC

El sevillismo se moviliza para el Sevilla-Barça, un plebiscito en toda regla

José María del Nido Carrasco se expresa durante el acto de 'Sácale partido al cole'.

José María del Nido Carrasco se expresa durante el acto de 'Sácale partido al cole'. / Sevilla FC

Son demasiados frentes abiertos y gestiones difusas. Demasiada deriva institucional y deportiva. Y el sevillismo ya está harto. José María del Nido Carrasco afrontará el domingo la primera contestación pública en el estadio Ramón Sánchez-Pizjuán durante el partido que cerrará la temporada. Sin nada ya en juego llega la hora de pedir cuentas tras una campaña nefasta en la que el equipo habrá firmado haga lo que haga ante el Barcelona la peor puntuación del siglo, la peor desde los últimos descensos. Y señalados colectivos sevillistas de base ya se han posicionado en pro de esta agria protesta.

En puridad, el vástago de José María del Nido Benavente no llevará ni cinco meses en el cargo cuando escuche pronunciarse al sevillismo en su contra de manera sonora. Pero trae arrastrado haber sido el vicepresidente primero con José Castro y el hombre que ha tomado decisiones importantes desde la última etapa del mandato del utrerano y actual vicepresidente primero. Del Nido Carrasco accedió al sillón presidencial el 1 de enero de 2024 como un regalo envenenado. Con 45 años, uno más que cuando su padre fue presidente en mayo de 2002, el primogénito rompió con el progenitor -o viceversa- después de que éste hiciera trizas el pacto de gobernabilidad firmado en noviembre de 2019.

Todo se escenificó durante julio de 2020 cuando Del Nido Benavente proclamó a sus allegados que volvería a ser presidente. Fue después de la ruptura de relaciones entre el padre y el hijo que tuvo una primera escenificación en los juzgados cuando éste testificó contra su progenitor para defender el pacto de gobernabilidad. Desde entonces han llovido las demandas de parte y parte. Y el actual presidente ha sufrido la erosión de todo este proceso: no es un presidente que estrene cargo pues su mandato es mancomunado y los dos últimos años de declive deportivo -salvedad hecha del título de la Europa League de la mano de José Luis Mendilibar- ha sido corresponsable de la deriva del club.

Seis entrenadores en dos años, la duda en torno a Víctor Orta y el nuevo proyecto y una tremenda crisis económica con tres ejercicios consecutivos de déficit y las cuentas sin aprobar en las dos últimas Juntas Generales de Accionistas son apenas la punta del iceberg de una tormenta tremenda que debe capear sobre sus espaldas Del Nido Carrasco. En el caso de Jesús Navas demostró reflejos y determinación. Pero poco ha servido para que el domingo amaine la tempestad: el domingo debe afrontar un capítulo especial con la anunciada contestación pública a la “insostenible gestión del club”.

Así lo ha definido la plataforma Accionistas Unidos, que se unió ayer al anuncio del grupo radical Biris Norte de que liderarán la protesta durante el partido y desde la previa: sin nada ya en juego, los Biris no tendrán ninguna cortapisa para expresarse claramente contra la directiva en el partido que será el adiós de Quique Sánchez Flores. Incluso alentaron a todo el sevillismo a unirse a una protesta que será conveniente teatralizada, pues ingresarán en la grada de Gol Norte a los diez minutos del partido con camisetas negras para simbolizar “la muerte de los valores del club”.

Del Nido Carrasco ha prometido que dará una rueda de prensa una vez concluida la Liga para explicar el nuevo proyecto que liderará con un claro cariz presidencialista -de casta le viene al galgo-. Pero antes habrá tenido que escuchar a un sevillismo que ve cómo el club ha dilapidado los cuatro años consecutivos en Champions y que ha luchado por evitar el descenso dos años seguidos.

Que el equipo aún no tenga entrenador para un nuevo proyecto condicionado por la grave recesión económica o el anuncio de la dimisión de José María Cruz, cuyo último gran servicio fue el plan financiero de 108 millones de euros, tampoco ayuda pese a que estar motivada por asuntos personales. El sevillismo no quiere excusas y sí soluciones porque lo que ve no le gusta nada y lo que atisba en el horizonte lo asusta, le da pavor.

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