El ejercicio físico es clave para evitar complicaciones en artritis reumatoide

Aunque se oculta al principio bajo apariencias benignas, el diagnóstico precoz es fundamental, ya que el manejo de la enfermedad en los dos primeros años marca su evolución a medio y largo plazo.

Taller de taichí en una asociación de afectados por espondilitis y artritis.
Taller de taichí en una asociación de afectados por espondilitis y artritis.
Manu Mediavilla / Madrid

13 de octubre 2011 - 01:00

Octubre es un mes clave en la concienciación sobre las enfermedades reumáticas, y especialmente sobre la artritis reumatoide (AR), que el día 1 celebró su Día Nacional y ayer su Día Mundial, centrado este año en la importancia de la actividad física, como refleja su lema de Muévete para mejorar. Como recalca Ana Ortiz, especialista del madrileño Hospital de la Princesa y portavoz de la Sociedad Española de Reumatología (SER), "el ejercicio debe formar parte de la vida diaria del paciente, y es esencial cuando las articulaciones no están inflamadas, ya que contribuye a evitar la deformidad, la pérdida de fuerza y la osteoporosis".

Esta enfermedad crónica y autoinmune -el sistema inmunológico se 'equivoca' y ataca a los tejidos sanos en vez de proteger al organismo- inflama las articulaciones y provoca dolor, deformaciones y discapacidad. Su incidencia en España ronda el 0,5% de la población (alrededor de 250.000 personas, tres cuartas partes mujeres), y causa especial perjuicio en edad laboral, ya que surge habitualmente entre los 25 y 55 años. De ahí el riesgo de incapacidad laboral, que en apenas tres años alcanza a entre un 20% y un 30% y que, tras diez años de evolución, se traduce para la mitad de pacientes en imposibilidad de realizar un trabajo a tiempo completo.

La AR es responsable en nuestro país del 0,7% de las incapacidades permanentes totales, el 1,7% de las incapacidades absolutas y el 4,9% de los casos de invalidez grave. Pero, además, está en el origen de muchas depresiones (en un 14%-43% de casos, según distintas investigaciones) y de otros problemas (oculares, pulmonares, renales, cardiovasculares) que, en conjunto, pueden recortar hasta 5 a 10 años la esperanza de vida.

En ese contexto, la detección precoz de la artritis reumatoide se convierte en un reto decisivo. Dado su lento inicio y dificultad de detección bajo apariencias benignas, buena parte de personas afectadas no es diagnosticada a tiempo. Un retraso que añade más dificultad al abordaje de la enfermedad, ya que, como subraya Ortiz, su manejo en los dos primeros años marca la evolución de la misma a medio y largo plazo. De ahí la necesidad de prestar atención a posibles síntomas iniciales de la AR, sobre todo la hinchazón y el dolor matinal -incluso en reposo- acompañado de rigidez que impide cerrar la mano hasta pasadas una o dos horas. También pueden servir de pista la fatiga, falta de apetito y pérdida de peso. El objetivo es un diagnóstico temprano que permita evitar la inflamación y daños irreparables como la destrucción articular y la erosión ósea, pero también riesgos tan peligrosos como los cardiovasculares. En ese marco preventivo se inscriben las Unidades de Artritis Precoz que se han creado ya en casi 70 hospitales españoles, una decena de ellos andaluces.

Aunque el pronóstico de la enfermedad suele ser impredecible en sus primeras fases, la portavoz de la SER subraya que una pronta visita a la consulta de reumatología se traduce para esos pacientes en una mejor capacidad funcional que la de otros con diagnósticos más tardíos. Y la pérdida de funcionalidad es uno de los aspectos que más negativamente afectan a la calidad de vida (60%), junto con el dolor (65%) y el cansancio (62%), como quedó de manifiesto en el estudio psicosocial Vivir con Artritis Reumatoide elaborado por Conartritis, la Coordinadora Nacional de Atritis que agrupa a 18 asociaciones de pacientes.

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