Entre la enredadera y el árbol

Sanidad pública · Los enfermos pluripatológicos, nuevos protagonistas de la política sanitaria andaluza

El SAS se reorienta hacia la atención a los pacientes crónicos ante el desafío demográfico y el nuevo perfil asistencial.

Entre la enredadera y el árbol
Entre la enredadera y el árbol
Alfonso Pedrosa / Sevilla

17 de mayo 2012 - 01:00

Hace poco, un informe del Fondo Monetario Internacional (FMI) identificaba al envejecimiento demográfico como uno de los grandes lastres para la competitividad de los países. La gente vive demasiado, parecía decir. Independientemente de que pueda caber alguna duda razonable sobre la lucidez de los redactores del informe del FMI al respecto, es innegable que cada vez hay más mayores. Cada vez somos más mayores. Y eso está empezando a notarse más allá de lo anecdótico en la asistencia sanitaria. Tanto, que el Servicio Andaluz de Salud (SAS) se está viendo abocado a reorientar el rumbo de sus pesadas organizaciones desde un modelo centrado en la respuesta a las situaciones agudas, que requieren una intervención corta y de elevada intensidad, a otro en el que el protagonista es el esfuerzo integral y continuado. Quizá no sea el mejor momento para embarcarse en transformaciones de ese calado, pero una parte de los profesionales de la sanidad pública y los directivos del SAS tienen claro que hay que hacerlo ya.

Como reza una de las metáforas más elocuentes que circulan por internet para explicar las consecuencias de la nueva cultura de la red, se trata de dejar de ser árbol para transformarse en enredadera. Al menos, de una manera parecida -aunque no verbalizada así- se entiende la cuestión desde el Plan Andaluz de Atención Integrada a Pacientes con Enfermedades Crónicas. De las ramas paralelas de las especialidades clínicas del gran árbol de la asistencia sanitaria tradicional a la enredadera multidireccional del cruce de información, del intercambio de saberes y de las competencias compartidas; de tal manera que se facilite la llegada de los servicios necesarios adonde esté el paciente y éste no quede abocado al peregrinar de siempre en el laberinto sanitario. Este enfoque no va sólo de disciplinas médicas; como ellas, son tan importantes la aplicación efectiva de las TIC o el papel, fundamental, de la Enfermería. Pero pivota de manera fundamental sobre la Medicina Interna, especialidad que se reconoce en su función generalista en el hospital. Hay tendencias asistenciales que avalan este esfuerzo de reorientación, articulado en el nuevo Plan de crónicos. Casi la mitad de las altas hospitalarias en mayores de 75 años en Andalucía se producen en el ámbito de la Medicina Interna y el perfil pluripatológico de los pacientes está creciendo. La atención a los problemas de estas personas empieza a definir buena parte de la jornada de los profesionales de Primaria y es una población consumidora habitual de varios medicamentos, una faceta de su perfil que se expresa en la prescripción y gestión de millones de recetas al año. Algo había que hacer.

El Plan corre un riesgo común a todas esas familias de documentos oficiales que circulan en los aledaños de los centros de decisión de la política sanitaria: ser interpretado como una consigna a la que adherirse ciegamente o ante la que ofrecer una resistencia roqueña porque es otro invento más de los jefes. Si eso ocurre, habrá fracasado. Y la sanidad pública no puede permitírselo.

Manuel Ollero, coordinador del Plan junto a Reyes Sanz y Concepción Padilla y responsable de la Unidad de Gestión Clínica de Medicina Interna del Hospital Virgen del Rocío, explica al respecto que "nuestros hospitales de agudos se están convirtiendo en hospitales de pacientes crónicos con eventos agudos, y especialmente de pacientes con múltiples enfermedades crónicas". Eso tiene consecuencias: "Este hecho obliga a replantear la organización y las prioridades dentro del hospital", señala. Y cambiar la cultura de una organización es un desafío de enorme desgaste. Habrá resistencias al cambio: donde hay poder en juego, hay tensión. Pero, si los defensores de este esquema logran hacerse entender, la idea puede funcionar: serviría para aliviar presión de demanda inespecífica sobre otras especialidades, atender globalmente una realidad que es global (la del paciente pluripatológico y polimedicado) y trabar contactos estables y fluidos, por fin, con los centros de Atención Primaria.

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