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Sociedad

Fake news en España: Las trampas de la mentira

  • Las noticias falsas viven en España un momento dulce propiciado por el auge de las redes sociales, el debate enconado y la ausencia de una legislación adecuada.

La foto que José María Mainat tuiteaba el 1-O.

La foto que José María Mainat tuiteaba el 1-O.

La "foto de Pulitzer" que José María Mainat tuiteaba el 1-O y que mostraba a un grupo de guardias civiles enfrascado en una disputa con independentistas en la que aparecía una estelada ondeando, en alto e impasible ante el tumulto; las feministas agresoras que apalizaron a un grupo de jóvenes por negarse a llevar el lazo morado en la manifestación del 8M de hace escasas semanas…

La doctora feminista que realizó toda una tesis sin utilizar la letra o; los 30, 31, 33 o 35 (la cifra varía de una vez para otra) hombres asesinados a manos de sus parejas mujeres; la mili para ninis que propugnaba Ciudadanos o la foto falangista de Albert Rivera; que el 40% de los perros abandonados lo sean de cazadores; el Cristo hecho añicos por izquierdistas radicales en un punto indeterminado de Andalucía; los pisos gratis a inmigrantes irregulares o sus salarios estatales, el chantaje del PP a madres inmigrantes o, no podía faltar, la furgoneta blanca que secuestra niños de cuando en cuando…

Titular publicado sobre las feministas agresoras. Titular publicado sobre las feministas agresoras.

Titular publicado sobre las feministas agresoras.

Seguramente alguna de estas informaciones haya llegado a su teléfono móvil. Posiblemente alguna de ellas le haya indignado, y es presumible que la haya reenviado o compartido. Y resulta que todas ellas son falsas, falsísimas. Miles de personas creyeron lo contrario y las difundieron, y esas miles lo hicieron a otras miles, y se creó una realidad basada en una mentira.

Vox desmentía la información en Twitter. Vox desmentía la información en Twitter.

Vox desmentía la información en Twitter.

Las noticias falsas o fake news existen desde siempre, pero han encontraron en las redes sociales un canal excelente para su difusión a millones de personas, de forma rápida y de manera muy eficaz. Son mentiras deliberadamente creadas para que su público las crea como verdades y terminen con un objetivo determinado previamente.

No hay inocencia en una noticia falsa, y aunque a menudo no se piense en las consecuencias de su difusión, sí que se producen y pueden ser determinantes. 'Vote Leave', la campaña a favor del Brexit en Reino Unido, pagó, como lo hicieron otros grupos euroescépticos británicos, unos tres millones de euros a la firma canadiense Aggregate IQ, que diseñó una estrategia de campaña para el referéndum basada en gran parte en la difusión de datos falsos. No equivocados o malinterpretados, sino directamente falsos que fueron asumidos por una mayoría de británicos como reales, y pasó lo que pasó.

‘Vote Leave’, la campaña a favor del Brexit en Reino Unido. ‘Vote Leave’, la campaña a favor del Brexit en Reino Unido.

‘Vote Leave’, la campaña a favor del Brexit en Reino Unido.

En medio, un entramado de cuentas falsas en redes sociales con origen en Rusia que sí que tuvieron una relevancia esencial en la campaña que acabó con Donald Trump como presidente de los Estados Unidos. Una treintena de personas, mayoritariamente ciudadanos rusos, están imputados en la investigación que lleva a cabo el fiscal especial Robert Mueller y que, a grandes rasgos, viene a confirmar que varias empresas rusas tejieron una extensa red dedicada a difundir noticias e informaciones falsas con objeto de socavar la confianza de los ciudadanos en la democracia norteamericana en general y hacia algunos candidatos en particular. El hecho de que estas campañas hayan funcionado hace esperar que se seguirán utilizando.

Marta Peirano, periodista y escritora especializada en privacidad y seguridad en Internet. Marta Peirano, periodista y escritora especializada en privacidad y seguridad en Internet.

Marta Peirano, periodista y escritora especializada en privacidad y seguridad en Internet.

"No hay nada nuevo. Las fake news siempre han existido", asegura Marta Peirano, periodista y escritora especializada en privacidad y seguridad en Internet. "Lo nuevo es que ahora tenemos un medio de comunicación viral, capaz de ser muy selectivo con su público y a la vez hacerlo de forma masiva, y para colmo utiliza canales cifrados", puntualiza Peirano, que señala especialmente a Whatsapp: "Es un medio de comunicación de masas clandestino, que además está protegido por el secreto de comunicaciones".

Las noticias falsas, que no son sino parte de un problema más complejo como son las campañas de desinformación, viven en nuestro país un momento dulce, se lamenta Peirano: "En España se está produciendo un 'triángulo de las Bermudas' de la información". La metáfora viene a cuento porque son tres los elementos que la periodista señala como fundamentales. Por un lado, aquí "la política de partidos prima sobre la Política con mayúsculas", al tiempo que hay "una falta radical de transparencia sobre los partidos: cómo se financian, cómo funcionan o por qué canales se mueven". El tercer lado del triángulo se apoya en una legislación deficitaria: "Las redes sociales están protegidas por leyes que sin embargo no protegen a los medios de comunicación reales", dice Marta Peirano.

La realidad es que la responsabilidad de las plataformas digitales está regulada por la Ley de servicios de la sociedad de la información y de comercio electrónico (en concreto, en sus artículos 13 a 17), que en ningún caso señala responsabilidad alguna por las informaciones publicadas en ellas, mientras que la de los medios se determina por la Ley de Medios de Comunicación Social.

"La legislación lo que hace es proteger a las plataformas digitales, les da inmunidad frente a las informaciones que difunden". No se castiga la mentira en las plataformas online. Ni siquiera se obliga a la veracidad, como sí sucede con los medios de comunicación tradicionales.

La solución para descubrir las fake news está en buscar en Internet la noticia que recibimos. La solución para descubrir las fake news está en buscar en Internet la noticia que recibimos.

La solución para descubrir las fake news está en buscar en Internet la noticia que recibimos.

El caldo de cultivo está servido y es más que previsible que el número de noticias falsas se dispare en las próximas semanas (ya lo está haciendo) con las elecciones generales del 28-A en el punto de mira. Será un excelente banco de pruebas para el sistema de alerta temprana que la Unión Europea acaba de poner en marcha en el marco de su plan de acción contra la desinformación, y al que se ha adherido el Gobierno español formando un grupo de expertos del Departamento de Seguridad Nacional, la Secretaría de Estado de Comunicación y de los ministerios de Interior, Defensa y Exteriores.

Aunque no hay nada claro acerca de cómo diseñar una estrategia contra la propagación de noticias falsas, las primeras acciones tanto de la UE como de Moncloa consisten en crear un numeroso grupo de trabajo que peinará Internet en busca de bulos y campañas de desinformación.

No existen herramientas tecnológicas capaces de garantizar la detección de las fakes news, precisamente por el halo de clandestinidad, como decía Marta Peirano, que envuelve los medios sociales en que nacen y crecen, así que otra de las iniciativas que se han planteado desde Bruselas será la formación y sensibilización de la población para que aprenda a detectarlas o, al menos, no distribuirlas.

Tres claves son suficientes, asegura Peirano, para descubrir si una información que llega por redes sociales (o algunas páginas web) es falsa. La primera de ellas es identificar la fuente: "Cuando la reciba, que considere de dónde viene la información, que se moleste en mirar no sólo quién la manda (porque la mayoría de las veces será un amigo, un familiar o un conocido) sino quién la publica". No es lo mismo, recuerda la periodista, "un medio serio y conocido, que todos sabemos cuáles son, que una web que no se conoce". Advierte Peirano que la mayoría de las fake news "son en realidad noticias que han sido modificadas, por eso es habitual que se envíe una captura de pantalla o una imagen, ya que son elementos que pueden alterarse". Una solución bastante eficaz consiste en buscar el original a través de cualquier buscador: "si no existe, si no aparece, es que es falsa".

Whatsapp es un medio de comunicación de masas clandestino protegido por el secreto de comunicaciones. Whatsapp es un medio de comunicación de masas clandestino protegido por el secreto de comunicaciones.

Whatsapp es un medio de comunicación de masas clandestino protegido por el secreto de comunicaciones.

Otro de los mecanismos que se utilizan en las campañas de desinformación es parecerse "lejanamente a la realidad", esto es, usan una parte de información real para parecer creíbles, mientras que el resto es inventado. Para eso, por ejemplo, es muy común el uso abrumador de datos, que "dan una sensación de rigurosidad, de ser algo serio". La solución es la misma: buscar en Internet la noticia que recibimos.

La segunda clave para detener en seco la desinformación es no difundir las noticias, o al menos pensárselo antes de hacerlo: "Conviene pensar por qué compartimos una información, y si el hecho de reenviarla podría beneficiar a alguien". Hay una pregunta fundamental, dice la periodista: "¿Lo difundirías ante un público real, si estuvieras rodeado de gente? Si la respuesta es no, es mejor no hacerlo". En la intimidad del móvil "es todo más sencillo, parece que exime de culpa", sentencia Peirano, que pone el punto sobre los famosos memes: "Son un caso muy clarificador. El caballo de Troya de la desinformación, porque con la excusa de la broma, con el meme se dicen cosas que habían sido afortunadamente desterradas de nuestra sociedad". Claro, que son graciosos "y parece que con esa excusa se permite todo". El problema es que los memes "se están usando de manera deliberada para introducir en el debate elementos que hace poco no estaban socialmente permitidos", por eso "hay que sospechar -y por tanto no difunfir- de todo aquello que nunca dirías en público".

Por último, la tercera clave, y puede que la más importante: "Hay que hablar con personas que no estén de acuerdo contigo". Parece fácil pero "no lo es en absoluto. La red social no está hecha para conectar con gente, sino para manipularla: extraer datos, crear perfiles y segmentar", de modo que "te sustraen de tu contexto más inmediato y te ponen en un círculo de gente igual a ti". Es de esta forma como las redes han desembocado en una forma de "desactivar tus círculos sociales reales y así eliminar el debate". Muchos de nuestros 'amigos' han sido elegidos para nosotros, y lo mismo ocurre con las noticias que nos llegan: "La estrategia de las campañas de desinformación consiste en coger a gente simpatizante con tu discurso, encerrarlos en grupos (ese trabajo ya está hecho) y lavarles el cerebro". No es ninguna exageración, advierte Marta Peirano: "Es muy parecido a estar en una secta, por eso cuesta tanto convencerles de que lo que difunden no es real: se resisten a creer que han sido estafados, timados".

¿Cómo puede evitarse la difusión masiva de este tipo de informaciones?

Dice Peirano que "los ciudadanos debemos desarrollar una especie de sistema inmunitario contra la desinformación", un objetivo posible tan solo con "educación y cultura". Mientras tanto, conviene "bajar el tono" del debate: "El miedo y la rabia son las emociones que más gustan a la desinformación, y son precisamente las más populares en redes".

Cristóbal Cobo, profesor, investigador de nuevas tecnologías y autor del libro 'Acepto las condiciones', pone el punto de mira directamente en las grandes tecnológicas: "los ciudadanos hemos preferido la comodidad a cambio de la libertad, incorporando a nuestra vida servicios que nos alivian la tarea de pensar y descansando en terceros para nos ayuden a tomar decisiones como dónde ir a comer, cómo moverse del punto A al punto B o cómo conectar con una comunidad en particular". A costa de esta comodidad, o como consecuencia de ella, las grandes compañías tecnológicas "disponen de grandes volúmenes de datos de ciudadanos y saben qué información les interesa", qué temas les preocupan y cómo venderlo.El peligro, advierte Marta Peirano, es que "el objetivo último de la desinformación se está consiguiendo: la gente termina creyendo que nada es verdad".

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