Oreja para Paco Ureña con viento en contra y el público a su favor
El matador de toros murciano corta un trofeo muy trabajado con derroche de entrega
17º FESTEJO DE ABONO DE SAN ISIDRO EN LA PLAZA DE MADRID Ganadería: Cuatro toros de Las Ramblas, uno de Buenavista, que remendó la corrida (cuarto de la suelta), feo de hechuras y muy manejable, y un sobrero de Julio de la Puerta (tercero, sobrero, sustituto de uno de los titulares devuelto por flojo), éste de fina lámina y poco fondo. Los anunciados, muy desiguales de volumen y cuajo, resultaron mansos en varas y de escasa raza, salvo el tercero, que tuvo bravura y suavidad en las embestidas TOREROS: El Cid de nazareno y oro: estocada baja (silencio); estocada caída (silencio tras aviso) Paco Ureña de salmón y oro: estocada baja y tres descabellos (ovación tras aviso) pinchazo y estocada (oreja) Jiménez Fortes de corinto y oro: estocada tendida desprendida (silencio); media estocada caída atravesada y descabello (silencio) INCIDENCIAS: Ureña fue atendido en la enfermería de un puntazo corrido en la cara interna del tercio superior del muslo izquierdo y en el escroto, así como de contusiones múltiples, todo de pronóstico leve. Casi lleno en tarde muy ventosa.
Ya estaba en la arena el sexto toro cuando una fuerte ovación acompañaba el camino de Paco Ureña hacia la enfermería, adonde se dirigía vapuleado y cojeando, con otro puntazo más que sumar al que le infirió hace unos días un astado de Victorino Martín en Francia pero que se negó a operarse para poder estar en la tarde de ayer en la plaza de toros de Las Ventas.
Esfuerzo previo, pues, el del espada murciano, y sobresfuerzo también en la corrida de la tarde de ayer, ante una afición, la de Madrid, que le ha adoptado ya como uno de sus toreros favoritos y al que él correspondió con una generosa entrega toda la tarde, aun a costa de sufrir dos percances.
El primero lo tuvo al entrar a matar a su primer toro, saliendo volteado cuando se tiró en busca de una estocada que amarrase el triunfo que tenía en la yema de los dedos. Pero, pese al arrojo en la ejecución, la espada le cayó baja, lo que, junto a tres golpes de descabello, impidió que Paco Ureña cortara esa más que posible oreja.
La faena que lo había precedido tuvo sus mejores momentos en el arranque, cuando Ureña dejó más inercia a las embestidas del buen toro de Las Ramblas, ya que durante el resto del trasteo el molesto viento le impidió una mayor precisión técnica y el torero se encimó en exceso con el animal.
No fue, por tanto, una obra fluida pero el público de Las Ventas jaleó sobre todo la permanente disposición del diestro de Lorca, lo mismo que le volvió a ovacionar con fuerza cuando le vio irse hacia la puerta de chiqueros para recibir al quinto toro con una apurada larga cambiada a portagayola.
Este otro fue un toro descaradamente manso ante la puya y que no terminó nunca de romper a embestir a la muleta, salvo en tres largos y pulseados naturales que le sacó Paco Ureña en la parte central de una lucha en la que fue el hombre quien siempre puso más.
Así fue hasta que el alto y astifino ejemplar soltó un escalofriante hachazo que alcanzó al matador murciano hasta prenderle y herirle, buscándole además con saña sobre la arena. Cuando el torero se levantó y volvió a la cara del toro, la plaza de Madrid entera ya era un clamor que continuó hasta conseguirle la recompensa de esa oreja, esta sí, verdaderamente cortada a sangre y fuego.
Como ahora Ureña, también El Cid fue en su día torero favorito de esta plaza, sólo que ayer el sevillano palpó nuevamente el ya largo distanciamiento con los tendidos venteños ante un primer toro reparado de la vista pero que tuvo muchas menos complicaciones de las esperadas por el pitón izquierdo.
No llegó a confiarse con él su matador, al que luego le costó también autoconvencerse de que el toro de remiendo del hierro de Buenavista era tan templado y manejable como él mismo dejó ver cuando lo toreó con algo de reposo.
La peor suerte con los lotes fue para Fortes, como se anuncia ahora este joven torero malagueño, ya que le tocó enfrentarse a un sobrero de la ganadería de Julio de la Puerta de bella y fina estampa que fue aparentemente bravo por su prontitud al acudir al cite pero que se frenaba en mitad de la suerte después de que le sacara una muy buena serie con la derecha.
El sexto, en cambio, fue un toraco cuajado y tan voluminoso como manso, con el que Fortes no pudo mostrar más que su firmeza hasta que el zambombo le volvió grupas al torero totalmente rajado.
No hay comentarios