Sebastián Castella abre la puerta grande de la plaza de México
El francés corta una oreja en cada toro tras dos faenas de interés ante un lote exigente de Xajai. Fernando Ochoa, no tiene su tarde y Arturo Macías, de vacío
GANADERÍA: Toros de Xajay, correctos de presentación y de buen juego en conjunto a excepción de 5º y 6º. TOREROS: Fernando Ochoa, división de opiniones y división de opiniones tras dos avisos; Sebastián Castella, oreja y oreja. Arturo Macías, ovación y pitos tras aviso INCIDENCIAS: Plaza Monumental de México. 20.000 espectadores.
El matador de toros francés Sebastián Castella cortó la madrugada del domingo una oreja a cada uno de sus toros en el tercer festejo de la Temporada Grande en La México, donde se ha lidiado una buena corrida de Xajay en la que han destacado los tres primeros ejemplares, llevándose el segundo la mejor nota del encierro.
Precisamente, ese toro cayó en manos del torero de Beziers que dejó un buen quite por chicuelinas como carta de presentación. Muy pronto vio Sebastián la buena condición del de Xajay, al que comenzó a torear muy quieto y por alto.
Tras unas primeras series ligadas y en línea, se fue adaptando cada vez más a la dulce embestida del animal, citando en corto y logrando muletazos templados y de bella ejecución. Poco a poco le fue buscando el terreno de cercanías, desatando la locura en los tendidos. Pero cuando tenía las dos orejas en la mano, falló con los aceros.
El quinto fue el garbanzo negro de la corrida, un Xajay con más sosería y peligro al que Castella realizó una faena de largo metraje en la que solo se encontró a gusto en el terreno de cercanías. Ahí fue cuando de verdad se vio a gusto el galo, que a base de valor logró arrancar una oreja que decidió no pasear.
Más dudas dejó Arturo Macías con el tercero, también de buena condición, en un trasteo irregular marcado por los numerosos enganchones y tiempos muertos. Solo al final, cuando el público se estaba poniendo a favor del de Xajay, logró levantar el tono de su faena con un toreo más vibrante y de cara a la galería.
En el sexto fue despedido a almohadillas tras una actuación demasiado gris. No lo vio claro nunca el mexicano, dubitativo y sin terminar de dar con la tecla de un Xajay deslucido. Con el descabello, dio un mitin.
Abrió plaza el mexicano Fernando Ochoa, al que le tocó en suerte otro toro bravo al que realizó una labor aseada y templada, mal rubricada con la espada.
Al manejable cuarto le hizo una faena larguísima sin emoción alguna, que nunca terminó de emocionar al público mexicano. Al entrar a matar, sufrió un golpe en la mano sufriendo una posible luxación.
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