Las esperanzas de Emilio de Justo de abrir la Puerta del Príncipe este domingo se estrellan ante un toro imposible de Matilla, descastado y deslucido a más no poder. El pacense no se da coba y lo despacha de una estocada perfecta ante la decepción compartida con el público. Se trataba del último toro, del último cartucho de De Justo en esta Feria de Abril.

Talavante se estrella con un toro incierto y de poca transmisión. El extremeño deja muletazos sueltos en una faena intermitente que no cala en el público. Mata de un bajonazo y el resultado queda en silencio para el torero. Algunos aficionados se ponen de parte del toro de Matilla.

Morante revive en la Maestranza la historia de la tauromaquia. Sólo corta una oreja, por cicatería y porque la espada cayó baja. Es lo de menos. El de la Puebla, estudioso obsesivo del devenir del toreo a lo largo de los siglos, protagoniza en Sevilla una faena que es un tratado de torear. Cada pase fue un cartel de toros.

Consagración en la Maestranza de Emilio de Justo, que corta dos orejas de ley al tercero de Olga Jiménez. Este toro, Filósofo de nombre, fue premiado con la vuelta al ruedo en el arrastre. Un ejemplar encastado, que cazaba moscas en los primeros tercios, nunca metido en los engaños, que le tocó en el sorteo a un torero que no dudó desde la primera serie. Soberbio el extremeño en una faena breve y rotunda (¿para qué más?) coronada con una estocada entre los pitones. Se hace, por fin, justicia con De Justo, con su hombría y honradez en la plaza.

Ovación para Alejandro Talavante en su regreso a La Maestranza, una plaza que no pisaba desde 2018. Y ha vuelto la mejor versión del extremeño, el heredero de Manolete y José Tomás, el ídolo vertical, el torero abandonado que se rebuja con los toros hasta lo inverosímil. La desgracia, la espada. Una catástrofe que le ha quitado una oreja. Quién sabe si dos. El toro, Almendrito, aplaudido en el arrastre por su celo y embestida constante.

Fuerte ovación para Morante (habría merecido cortar una oreja) que se inventa una faena ante un sobrero derrengado, lastimoso por su falta de fuerzas y excesivamente picado por Pedro Iturralde. El de la Puebla se saca de la manga un repertorio lleno de gracia, temple y suavidad a media altura. La estocada, fulminante. El sevillano, enfadado con la presidencia, rechaza saludar la ovación que le tributa el público de La Maestranza.

Devuelven el primer toro de la tarde, de Hermanos García Jiménez. Cojo de las manos delanteras. Aplausos para la eficacia de la parada de bueyes. Sale en su lugar el sobrero, de Olga Jiménez.

Puntual, se descorre el cerrojo del túnel de cuadrillas en La Maestranza. Salen los tres matadores. Morante de la Puebla, vestido de naranja y bordados en hilo blanco; Alejandro Talavante, de blanco y oro; Emilio de Justo, de buganvilla y oro. El terno de Morante es un diseño imposible que corre como la pólvora por los tendidos abarrotados ("¿De qué va vestido el maestro?", se escucha). Hoy sí: abanicos por doquier.

Ya se ha colgado el cartel de "no hay billetes" en la plaza de toros de la Real Maestranza de Sevilla. Gran expectación y gran ambiente en el exterior del coso.

El tiempo es radiante, con bastante calor: 32ºC con vientos del este con rachas de fuerza de hasta 6 km/h.

La factoría Matilla regresa un año más a Sevilla, esta vez en su faceta como ganaderos. La vacada se creó a partir de ejemplares de Jandilla y Juan Pedro Domecq Solís. En los últimos años, han lidiado varios toros de triunfo en La Maestranza. No fue el caso de la última Feria de Abril, cuando el matillazo dejó un mal sabor de boca.