David de Miranda exige paso
Decimoquinta del abono de la maestranza
El onubense aprovechó un buen lote de El Parralejo, cortó tres orejas y la Puerta del Príncipe se abrió por vez primera en esta Feria Roca Rey luchó en vano con su lote y el viento Cayetano tuvo una despedida incolora.
Evocando al Niño de la Palma
Puerta del Príncipe: ambiente en la plaza de toros de Sevilla en la corrida con Cayetano, Roca Rey y David de Miranda
Ficha del festejo
Plaza de toros de la Real Maestranza. Ganadería: Se lidiaron toros de El Parralejo de juego desigual, destacando la clase en la muleta de tercero y sexto. TOREROS: Cayetano, de malva y oro, silencio y cariñosas palmas de despedida en el cuarto. Roca Rey, de verde oliva y oro, silencio en ambos con un aviso. David de Miranda, de blanco y plata, oreja y dos orejas, saliendo por la Puerta del Príncipe. CUADRILLAS: Saludaron en banderillas Antonio Chacón, Viruta y Paquito Algaba y también lucieron Joselito Rus, Rafael Rosa, Fernando Pereira y Fernando Sánchez; a caballo, José Manuel Quinta y Rafael Carbonell. INCIDENCIAS: Se colgó el cartel de ‘no hay billetes’ en tarde soleada y ventosa. Por primera vez en esta Feria se abrió la Puerta del Príncipe, saliendo por ella David de Miranda.
ESTABA resistiendo la apertura de la Puerta del Príncipe, pues aunque hubo triunfos sonados, ninguno con el aval imprescindible para esa gloria que significa la puerta grande de la Real Maestranza de Caballería de Sevilla. Hubo varios coletudos que se quedaron en puertas y hasta hubo algún pinchazo que se interpuso para tan buen trance. Y llegamos al penúltimo día con un cartel en el que todas las apuestas jugaban a favor del indomable Andrés Roca Rey, esa máquina de llevar gente a las plazas y de meter orejas en su esportón. Luego pasó que el que llegaba de puntillas, ese onubense que ya dejó su tarjeta de visita el pasado año y que se llama David de Miranda fue el que se llevase el santo y la limosna.

Rotundo triunfo el de este torero, ya treintañero y que no termina de abrirse paso en un escalafón necesitado de nombres nuevos. Y a partir de este sábado ferial, el papel de David de Miranda en la Fiesta ha de ser espectacularmente más relevante del que protagoniza ahora. De convidado al banquete que era el último cartucho de Roca Rey y la despedida de Cayetano, el onubense se metió de rondón con un puñetazo en la mesa que se habrá sentido en todos los rincones del planeta de los toros. Como triunfador absoluto de la corrida hay que empezar por la forma en que presentó sus cartas credenciales. Fue en un quite al primer toro de Roca echándose el capote a la espalda de tal forma que hizo que el peruano replicara por el mismo palo como señal inequívoca de que aquello le había picado. Se llamaba Inspirado el castaño que le había tocado a David de Miranda en primer lugar y con él, tras brindarlo a la plaza, formó un lío que arrancó con la izquierda en los medios sin mediar probatura alguna. A partir de ahí, una faena que parecía no tener repercusión hasta que tiró de bernadinas como epílogo de unos redondos de frente. Espadazo arriba, oreja y fortísima petición de otra.
Eso sería el aperitivo, pues la que formó David de Miranda en el que cerró plaza está ya en la mejor página de esta Feria que hoy concluye. Hojalatero era negro y con la seriedad de su cara tapaba otras carencias, pero era incuestionable la calidad de sus embestidas. Se lució el onubense con el capote y cuando comenzó con pases por alto en los medios y en plan Celeste Imperio ya puso a la plaza en consenso total. Todo iría ya a favor de obra, pero es que la obra de David de Miranda fue muy importante, tremendamente importante. Redondos ligados, naturales hasta detrás de la cadera, trincherazos, pases cambiados, un lío muy gordo, estoconazo y las dos orejas que significaban el pasaporte soñado para cruzar en hombros la puerta de la gloria.

Abría la tarde Cayetano, que anunciaba su despedida de esta plaza, en la que debutó la tarde que se cortaba la coleta Manzanares; o sea, hace veinte años. Quiso como siempre, pero no obtuvo lucimiento porque, quizás, su lote no le ayudó, o, posiblemente fuera el viento lo que evitó que Cayetano, que llevaba luto en el abrazo por la muerte de su tío abuelo Alfonso Ordóñez, tuviera un adiós triunfal y eso que, sin venir a cuento, su trasteo a Hojalatero fuese amenizado con las notas de Juncal.

Y llegamos al agujero negro de la tarde y fue que, aunque parezca mentira, Andrés Roca Rey no pudo estar en como él es. Y nadie puede poner en duda la disposición del que es con todo merecimiento líder del escalafón. Pero ni con Capirotero ni con Gabacho pudo entablar un mínimo de diálogo. El primero se pegó una voltereta que lo dejó con menos brío del que traía de fábrica y Andrés no tuvo otra salida que abreviar. En el segundo salió hirviéndole el radiador, le brindó a la plaza y parecía que iba a dominar a un toro violento. Casi lo consigue, pero la faena no tomaba altura a pesar de su insistencia, sonó un aviso antes de entrar a matar y la tarde se le fue en blanco. Todo el tabaco de la corrida se lo fumó David de Miranda, que desde el día 10 de mayo de 2025 ocupará un sitio mejor, el que merece.

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