Moral se reencontró con Sevilla
decimosexta corrida del abono de la maestranza
El palaciego cortó una oreja en cada toro con fuerte petición de la segunda.
Esaú Fernández debió cortar oreja en su primero, pero no acertó en la suerte suprema.
Manuel Escribano quiso, pero le tocó un lote imposible.
Las imágenes la última corrida de la Feria de Abril
Las fotos de la Puerta del Príncipe

Ficha del festejo
Plaza de toros de la Real Maestranza. Ganadería: Se lidiaron toros de Miura bien presentados de capas variadas y con un toro con clase, el tercero de la tarde. TOREROS: Manuel Escribano, de lila y oro, silencio tras aviso y palmas tras aviso. Pepe Moral, de verde y oro, oreja y oreja con salida en hombros por la puerta de cuadrillas. Esaú Fernández, de tabaco y oro, ovación tras aviso y palmas. CUADRILLAS: Destacaron a pie Juan Sierra y Juan José Domínguez; a caballo, Juan Peña y El Pelao. INCIDENCIAS: Última corrida de Feria en tarde agradable. La plaza casi se llenó.
Hemos llegado a la orilla, el telón de la Feria se ha arriado como es tradicional, con la corrida de Miura y con un ambiente que habla bien a las claras de lo viva que está la Fiesta. Íbamos a la Maestranza con el recuerdo latente de la gran tarde que había dado veinticuatro horas antes un torero modesto que anda a machetazos con la vida y que desde esa sabatina debe andar por rutas más confortables. La salida por la Puerta del Príncipe quedará en el recuerdo por lo justa y por la curiosidad de que haya permanecido abierta a diario menos con la apoteosis creada por David de Miranda.

Y este domingo, para arriar el telón hacían el paseíllo un instalado que vivió tiempos peores con dos compañeros que también andan en la tarea de enderezar sus carreras. Y como tantas veces en que la divisa de Zahariche sirvió de visado para una vida mejor, léase como ejemplo más a mano Manuel Escribano, ayer pudo haber logrado esa visa Pepe Moral, un torero arrinconado y que aprovechó la buena suerte de encontrarse con un lote con posibilidades. No el lote completo, no, que el tercero de la tarde te pedía tener los papeles en regla en cada embestida, sabía siempre lo que se dejaba atrás y no dejaba de parecer un miura ni una sola vez. Ese toro, de nombre Adobero y de pelo cárdeno, presentó sus intenciones desde el recibimiento a portagayola. Pepe Moral tiró la moneda y salió de cara porque con la disposición que afrontó la tarde el palaciego era muy difícil que lo tomasen en cuenta. Había saltado al callejón tras una serie de verónicas y parecía lastimado de una mano, pero Moral se la jugó tras brindar a la plaza y fue desgranando una faena de mucha transmisión y muy propias para un toro de Miura. Brilló al natural y por ese palo nos recordó a aquél que, apoderado por Manolo Cortés, tantas esperanzas nos hizo concebir.

Cualquier tiempo pasado fue mejor, dice el adagio, pero tras haberle cortado la oreja a Adobero, con Inopinado, toro quinto, cuajó una faena a tono con la clase que tenían sus embestidas. Muy emocionado en el brindis a un amigo y tras haberse ido a chiqueros a recibirlo y lucirse en el toreo a la verónica y en un galleo por chicuelinas para llevarlo al caballo llegó lo mejor de la tarde. Pepe Moral, que el pasado año se había vestido de luces una sola vez y que esta corrida de Miura era su primera del presente curso tiró de oficio, de valor y de saber hacer para cuajar una faena importantísima. Dejó al toro muy crudo en el caballo para que el susodicho brindis diese paso a una obra llena de torería. Empezó abriéndole camino con la diestra a media altura para engallarse muy firme con la diestra y decir bien claro aquí estoy yo. Quizá el secreto de su bien hacer estuviese en cómo le cogió la distancia adecuada, quizá. Todo con la plaza enardecida, ya que eso tan bien hecho era ante un toro de Miura. Y faena tan importante tenía que rematarse, lo que hizo Moral de una estocada contraria de tanto atracarse y hasta le pidieron con fuerza la segunda oreja.

Y ese héroe del Siglo XXI que había vuelto a dejar su tarjeta de visita ante el victorino Mosquetón se encontró con un lote imposible. A portagayola y luciéndose en banderillas con los dos ni Pañolero ni Panalero llevaban ni una sola embestida en sus entrañas, por lo que Manuel Escribano se iba de la Feria con el sabor agridulce de lo un día fue y en éste nada salió como deseaba. Pero el gerenense tiene el crédito muy alto y Sevilla no puede olvidar sus gestas desde aquella con Datilero el domingo de Feria de 2013. Ya ha llovido, pero ese éxito lo revalidó tantas veces que lo de ayer cobró carácter de accidente.

Esaú Fernández pudo cortarle la oreja a Tahonero, pero se enredó con la espada y el toro tardó en caer. Como sus colegas se fue a chiqueros en sus dos toros, que fueron muy distintos. Tahonero era un sardo precioso con el que Esaú se entendería enseguida y al que debió desorejar, pero el cárdeno Chocero no tenía un pase y a pesar de lo mucho que tragó el camero, la misión resultaba imposible, pues el toro ni se salía de la muleta ni se dejaba dar coba. Y así, con Pepe Moral en hombros por la puerta de cuadrillas se acababa el ciclo con un balance francamente positivo, sobre todo por cómo David de Miranda triunfó en la Feria de Morante.

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