ESPECIAL MATADORES (II)
Juan Ortega: arte, capacidad, oficio...
EL REPASO
La semana taurina que estrenamos estará marcada por un aniversario trágico y rotundo: el de la muerte de Paquirri, herido atrozmente por el toro Avispado en Pozoblanco y desangrado hasta el último aliento por una carretera infernal que nunca llegó a Córdoba. Son 40 años redondos de un suceso impactante que marcó a fuego –como Joselito en Talavera o Manolete en Linares- la vida doméstica de este país. Dicen que todo el mundo sabe dónde estaba o qué hacía el día que el hombre llegó a la Luna o cayeron las Torres Gemelas de Nueva York…
En el anochecer del 26 de septiembre de 1984 el niño que fue –autor de estas líneas- tenía 12 años y estaba comenzando séptimo de E.G.B. El góndola de la casa familiar de Córdoba alertó de que algo grave estaba pasando en Pozoblanco. Se hablaba de una cornada gravísima, de un posible traslado a la capital… El padre se apresuró a poner la radio. Ya era de noche –trajín de tareas y cenas tareas infantiles en la bruma del recuerdo- cuando las ondas confirmaron lo irremediable. Paquirri había muerto a las puertas de Córdoba.
Francisco Rivera estaba dictando sin saberlo el fin de una larga transición taurina que –haciendo siempre buena la sentencia de Ortega- había sido paralela a la evolución política del propio país, marcando el ocaso de una generación de colosos y la entrada de la nueva hornada de toreros que tuvo que lidiar con el llamado toro del guarismo. Ciertos santones de la crítica de aquellos años habían encontrado fama y hacienda en ridiculizar a las figuras y dibujar una fiesta que, para ellos, sólo era un fraude. Paquirri enseñó que en un ruedo se muere de verdad, aunque fuera la plaza amable y festiva de Pozoblanco; delante de una corrida a modo como la que se había embarcado en los campos gaditanos y había viajado al Valle de los Pedroches.
Serán días de aguantar a charlatanes sin la menor idea de la vida taurina, la verdadera personalidad o las circunstancias de un suceso que sacudió al planeta de los toros como un inmenso trueno. Desde este medio, en papel o digital, honraremos la memoria del gran torero y reconstruiremos con rigor aquella jornada del 26 de septiembre de 1984 en la que Paquirri, la gran figura de su tiempo, enseñó a través del vídeo de Salmoral cómo se mueren los hombres.
Pero en estos días también se ha hablado de los entresijos organizativos del festival que echará el telón definitivo a la temporada sevillana en espera de un nuevo Domingo de Resurrección que el próximo año se retrasará hasta el 20 de abril. El cartel se presentaba el pasado miércoles colocando a la cabeza a Morante de la Puebla que finalmente no podrá actuar en la tercera del ciclo de San Miguel y última del abono sevillano. El empresario Ramón Valencia ya había desvelado que el propio diestro había marcado esta jornada –la del lunes- como límite para dar una respuesta. Cuando se publican estas líneas aún no hay confirmación oficial de la empresa ni se conoce el nombre de su sustituto por más que las apuestas basculen entre Pablo Aguado y hasta que Juan Ortega asumiera lidiar los cuatro toros previstos a pie, teniendo a Hermoso de Mendoza como telonero.
La mayor o menor fortuna en cubrir la ausencia del genio de La Puebla –si es que llegara a confirmarse- será una de las claves para remendar un ciclo en el que sobran esos nombres que todos sabemos. Para qué seguir… Pero la rueda de prensa dio para más, incluso para leer entre líneas cuando Espartaco –una de las personas más elegantes que tiene el toreo- dejara traslucir las fatiguitas que le había dado el cartel de ese festival del 12 de octubre que se organiza como homenaje a Curro Romero y tiene como beneficiarios a la Hermandad de los Gitanos y la Asociación Nuevo Futuro.
No hace falta dar más nombres ni detalles pero cualquier aficionado avispado sabe que torero brilla por su ausencia en ese cartel que, en cualquier caso, ha quedado redondo. Hubo otros toreros encima de la mesa, como el mismísimo Enrique Ponce. La cercanía de su despedida valenciana chocaba con la presencia en el festejo, sólo cuatro días después. Los dolores de cabeza se han quedado para el organizador que defendió con vehemencia la presencia de Oliva Soto y llegó a ofrecer una fecha alternativa –se hablaba de diciembre- para poder torear él mismo este festejo. Chapeau, maestro. Nos encantaría verle anunciado más pronto que tarde con algunos compañeros de su generación para recuperar el sentido y el sabor de los festivales de otro tiempo. Ahí queda el guante.
Vamos a ir recogiendo los bártulos, repasando otras noticias relevantes de la semana que se fue mientras la temporada da sus últimos coletazos, reforzando el papel de dos toreros sevillanos –Borja y Luque- anunciados en San Miguel. Habría estado bien verlos en el mismo cartel, compitiendo con el mariscal Roca, pero el de Gerena ha quedado emparedado entre Castella y Talavante sin química alguna. Será el final de un abono que se abrió, entre otros sucesos, con la polémica de sexto toro de Matilla –alfa y omega en la temporada sevillana de 2024- que nunca llegó a salir del chiquero. Dicen que no se levantaba y fue sustituido por un sobrero de Sorando que lidió Roca Rey sin que fuera anunciado el cambio. El pasado sábado, casi seis meses después, acabó saltando al ruedo de Murcia para ser pasaportado por Castella. El toro no fue ni fu ni fa.
Pero hay que hacer eco de otra noticia: la Junta de Andalucía no habría dado por buenos los informes presentados por la Real Maestranza de Ronda sobre el estado de su plaza de toros. La delegación territorial de Cultura ha rechazado ese estudio y ha pedido otro más concluyente. En la ciudad del Tajo del Guadalevín ha escocido la suspensión de la Goyesca. El punto de mira está puesto en la edición de 2025… Ahora sí que nos vamos anunciando que el próximo jueves, a las 19.30, se celebrará una eucaristía en la Capilla del Baratillo en memoria de Paco Camino. Se inicia esta semana, plagada de parafernalia taurina, que servirá para honrar y recordar a Paquirri mientras esperamos la sustitución de Morante.
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