Lejos de unas uñas de cine

Las uñas son una señal inéquivoca no sólo de ciertos cuidados estéticos sino también, y lo más importante, de algunos problemas de salud. Aprender a diferenciar sus síntomas es de vital importancia para prevenir o atajar enfermedades. Además, muchos de los tópicos más escuchados no son ciertos. Vicente Delgado, dermatólogo de la AEDV (Asociación Española de Dermatología y Venerología) y profesor de Dermatología de la Universidad de Granada explica cuáles son estos problemas.

Las estrías son una de estas anomalías. Pueden ser longitudinales, la más habituales, aunque no tienen ningún sentido patológico. Aparecen a menudo con la edad y no existe un tratamiento específico para ello. Sólo algunos geles en cosmética le aportan a la uña cierta uniformidad. Las estrías también pueden ser transversales. Éstas se dan tras una alteración en el crecimiento de la uña. Las causas pueden ser procesos febriles agudos, alteraciones nutricionales, etcétera.

Las uñas blandas o débiles pueden ser finas, sin consistencia, y pueden deberse a enfermedades crónicas, reumáticas, etcétera. Si se rompen con facilidad o les sale una "rajita" (onicorresis) puede ser por meter, de forma repetida, las manos en agua, sobre todo a partir de una edad.

La llamada onicosquisis lamelar (separación por capas) se produce a partir de los 50 ó 60 años, por el mismo motivo antes expuesto: un exceso de lavado de manos. Excepto el eliminar este exceso, no existe remedio.

El color amarillo, explica el dermatólogo de la AEDV, es otro problema frecuente. Se puede deber al abuso de lacas, a infecciones por hongos o bacterias o por psoriasis.

Las temidas uñas encarnadas son una patología asociada a menudo a los jóvenes, su causa es eminentemente hereditaria, como la mayoría de las enfermedades ungueales. Ocurre cuando la uña se "clava" en la carne, inflamándola. La solución pasa por llevar un zapato menos apretado y evitar los que acaban en punta; no recortar los picos de la uña del dedo gordo del pie, hay que dejar los bordes y cortarla preferentemente en forma cuadrada; y empapar un algodón en antiséptico y colocar en dichos bordes, entre la uña y la carne. La longitud adecuada de la parte "blanca", sobresaliente, debería ser de un milímetro.

Un error muy común es pensar que todas las enfermedades de las uñas están producidas por hongos, aunque sí son la causa más frecuente. Incluso para los mismos dermatólogos puede resultar difícil en ocasiones el diagnóstico de micosis en esta parte de la anatomía. Entre las posibles pistas que hacen pensar que este mal está presente en la uña son: cambio de color distal (de la parte libre o blanca); hiperqueratosis (la uña se separa, debido a engrosamiento en algunas zonas de la uña); y formación de un polvo debajo de la uña.

Los microtraumatismos también son frecuentes. Se producen por presión con el calzado o por realizar algunos deportes agresivos, como correr o jugar al tenis. En ocasiones, las uñas mudan o aparecen rayitas violáceas o amarillentas.

Las pequeñas manchitas blancas se deben a leves microtraumatismos cerca de la cutícula. En cambio, cuando hablamos de manchas blancas grandes, puede ser síntoma de insuficiencia renal o cirrosis. Que el origen es una falta de calcio es falso. El calcio, que siempre se ha pensado que interviene en la dureza de la uña, no tiene relevancia en la misma; en cambio sí la tienen las proteínas. Hay que tomar la cantidad adecuada de las mismas para lucir unas uñas saludables.

Además de los problemas estéticos que ocasiona, morderse las uñas puede alterar la forma de los dientes o afectar a la salud ungueal.

No está probado que las lacas sean perjudiciales aunque, de usarlas demasiado y sin dejar respirar a la uña, ésta puede mostrarse áspera, sin brillo y amarillenta debido a que los pigmentos de la laca penetran en la capa superior. En cualquier caso, es bueno utilizar productos hidratantes en piel y uñas (puede ser una crema de manos), porque suavizan sobre todo las cutículas.