Rebelde, abultado y de difícil manejo. Así era el cabello de Vanessa Moreno cuando era adolescente: "Tenía el pelo muy rizado". Ahora, ya con el pelo liso, se dedica en cuerpo y alma a algo que considera vital para ella: el cuidado del cabello. Siempre ha estado vinculada a este ámbito y hace unos 6 años estudió peluquería: "A pesar de que siempre he estado en este negocio, lo hice para que ningún peluquero me dijera que no era profesional". Antes de eso, había estudiado Química aplicada al cabello en Estados Unidos y, desde entonces, se ha dedicado a la investigación del tema. Además, Vanessa Moreno es empresaria y recientemente ha abierto una peluquería en la zona de Viapol, antes ubicada en la calle Arjona. El nuevo local ofrece módulos individuales para la atención personalizada de cada cliente, ya que en cada habitáculo estará el peluquero y el cliente. "Hemos querido especializarnos en alisados y en arreglar pelos que otros sitios estropean". Vanessa piensa que la química tiene que ir de la mano con a la peluquería: "El marketing seudocientífico se ha apoderado de la cosmética, la gente compra lo que sea". Esta profesional cree que es muy importante empatizar con el cliente, por lo que todo el personal que trabaja en su centro lleva el cabello liso: "Si no te cortas un dedo, no sabes cuánto te duele. El personal lleva el pelo liso para saber lo que se siente".